Quiero destacar el gusto de haber participado de los actos de San Cayetano, tanto en el evento interno, acompañando a mis nietos, como en la multitudinaria misa y posterior procesión del 7 de agosto -que tan maravillosamente organizan los “padres azules”, secundados por directivos, docentes y alumnos de todos los niveles del Colegio-, que este año se aumentó en cuatro cuadras en su recorrido, sin que lo notáramos, pues era tanta la multitud, el recogimiento y la devoción, que los múltiples y manifiestos actos de fe, con promesantes descalzos, o llevando en brazos a sus hijos o con muletas o en silla de ruedas, contagiaban y levantaban el ánimo. Nosotros, ex alumnos, asiduos concurrentes, vimos gente que fue para agradecer o para pedir. Hubo muchos ausentes como consecuencia de esta devastadora pandemia que aún no se quiere ir; se rezó por la paz, por el pan, por el trabajo y por la salud. Un gran buen detalle para destacar: los alumnos repartieron miles de panes bendecidos de San Cayetano, que las personas se lo comían o llevaban para sus casas; y también los vendedores ambulantes vendieron todo. ¡Gracias, Colegio San Cayetano por la organización de este gran acto!
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