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Homenaje a Raquel Forner, la artista que estaba obsesionada con las tragedias de las guerras y la carrera espacial

Premonitoria. Asombrosamente profética. La búsqueda estética de Raquel Forner se une a otra interior y ambas se expresan transversalmente en series, que componen un universo donde perderse a reflexionar sobre el presente. Todo ello puede verse en la muestra Raquel Forner. Revelaciones espaciales, 1957-1987, que el Museo de Bellas Artes inauguró este martes.

Producida junto con la Fundación Forner-Bigatti, 65 obras de la artista fallecida hace más de tres décadas destacan en el Pabellón de Exposiciones Temporarias y por primera vez se muestran en forma integral las denominadas series espaciales. La expo estará hasta el 26 de febrero de 2023.

Como señala el texto de sala del director del Bellas Artes, Andrés Duprat, y da cuenta a su vez el ensayo del curador Marcelo Pacheco, con estas series Forner concluyó el llamado “ciclo terrestre”, que entre 1950 y 1980 refería a los dramas de la guerra.

Andrés Duprat, director del Bellas Artes, en la presentación de la muestra de Raquel Forner. Gentileza Prensa MNBA
Andrés Duprat, director del Bellas Artes, en la presentación de la muestra de Raquel Forner. Gentileza Prensa MNBA

El conjunto se compone de pinturas de gran porte, litografías, dibujos y bocetos que Forner desarrolló a partir de una enorme curiosidad y asombro que le causaba la conquista del espacio que los rusos comenzaron con el lanzamiento de la primera nave Sputnik no tripulada.

En la segunda Sputnik mandaron a la perrita Laika que, según varias fuentes, murió asfixiada. Los soviéticos la mandaron a la muerte solo para averiguar si un ser vivo podía superar la puesta en órbita. Pero de esto no habla la muestra de Forner.

Volviendo a la belleza y a la fuerza profética de sus pinturas, dice Duprat que cuando la artista “se embarcó en esta prolongada etapa de su producción, ya era una figura consagrada de la escena argentina”.

Raquel Forner pone de relieve los interrogantes acerca de las vivencias de lo humano y sus manifestaciones en los mundos de lo natural y del intelecto. Prensa MNBA
Raquel Forner pone de relieve los interrogantes acerca de las vivencias de lo humano y sus manifestaciones en los mundos de lo natural y del intelecto. Prensa MNBA

Se había hecho sitio superando muchos escollos en un mundo patriarcal y “apeló a los lenguaje heredados de su pasaje por la experiencia surrealista como parte del Grupo de París, que puso en diálogo con los postulados del expresionismo y el fauvismo e, incluso, con las entonces contemporáneas del informalismo y la neofiguración”.

Por fuera de estas fuentes extraordinarias en las que abreva este conjunto, el visitante encontrará en la obra expuesta resonancias con la contemporaneidad, con un presente donde las paradojas se suceden y la distopía no es la excepción.

Apenas se inicia el recorrido, asoma una Luna gigante; es un óleo sobre tela de 120 por 120 cm de su serie Las Lunas, de 1960 que está lejos de ser la que cautiva en plenilunio, pero muy cerca de las características del satélite real con sus cráteres y su lado oscuro.

A la izquierda, El rey hambre (1950), un personaje con barbijo que integra la serie La farsa al lado del Carro de la muerte (1955), de su serie El Apocalipsis provocan un enorme impacto, dados los dos últimos años que sacudieron al mundo y la amenaza de catástrofe que parece cernirse sobre la humanidad.

Sin duda las tragedias de la guerra fueron una obsesión de Forner a la hora de crear estas obras, pero no deja de sorprender su resonancia actual. Prensa MNBA
Sin duda las tragedias de la guerra fueron una obsesión de Forner a la hora de crear estas obras, pero no deja de sorprender su resonancia actual. Prensa MNBA

Sin duda las tragedias de la guerra fueron una obsesión de Forner a la hora de crear estas obras, pero no deja de sorprender su resonancia actual.

Marcelo Pacheco, curador de esta expo temporaria que se suma a dos anteriores de Forner en el Museo, menciona en su texto una forma de producción personalísima de la artista que ordenaba por títulos y series, a la vez que con ellos revelaba su fascinación por la carrera espacial.

Fin-Principio, Satélite, Órbita, Astronauta, Luna, Los que vieron la Luna, Laberintos espaciales, Astrotauros, Piedra lunar, entre otros. Pacheco destaca que “la sensibilidad de Forner frente al salto de la humanidad hacia el misterio, lo desconocido, lo hasta entonces fantaseado o estudiado a través de escasos y rudimentarios instrumentos como el telescopio, no solo significaba una nueva fascinación y admiración por el conocimiento, sino también la vivencia simbólica del hombre, la consideración de las preguntas esenciales sobre la vida y la creación”.

Cuarenta y tres de las obras de la exposición son de la Fundación Forner-Bigatti, entre óleos, bocetos y litografías. “Todo esto salió de la imaginación y de una manera de sentir lo que sucedía a su alrededor. Tanto desde la época de la guerra. En Raquel Forner su obra es una búsqueda de una salida”, dice a Clarín Cultura María Rosa Castro, presidenta de la Fundación que se ubica en San Telmo.

Mariana Marchesi, coordinadora artística del Bellas Artes, destacó que esta exposición fue pospuesta desde 2020 por la pandemia. “Lo más destacado de esta exhibición es que toma en cuenta los dos grandes momentos de la producción de Raquel Forner. La serie terrestre y la serie espacial que significó salir a buscar otros mundos”, destacó. Y junto con esos mundos también salió en busca de otros seres.

En la exposición están sus astronautas y sus astroseres todo lo que conduce a pensar que si Forner lo imaginó, quizá también tuvo una imaginación premonitoria, algo no descabellado teniendo en cuenta su conexión con el surrealismo.

Por otra parte se comprender que tras reflejar de diversas formas las tragedias de la Guerra Civil Española que la habían conmovido tan profundamente y están en su serie terrestre, imaginar un nuevo mundo y un nuevo ser humano equilibró aquella desgarradora incomprensión que le causó la contienda fratricida.

Pacheco subraya en su ensayo que irá al catálogo de esta exposición que, para Forner, “el hombre que mira el espacio pasa a ser un terráqueo que se pregunta por su existencia en el cosmos, solo una galaxia más dentro de un número desconocido de constelaciones.

Forner no fue la única pintora que se internó en las nuevas condiciones. En la obra de los años 50 y 70, aparecen aquí y allí las presencias de la Luna, ya sea en óleo, témpera, collage, algunas obras independientes y otras a manera de series.

Los avances tecnológicos fueron paralelos a los cambios radicales dentro de la astrofísica y la matemática proyectual, producidos por personajes clave como Albert Einstein y su apertura hacia el espacio cuatridimensional, que sumó, a los tradicionales alto, ancho y largo, la cuarta dimensión: el tiempo.

Pacheco destaca que esta serie espacial de Raquel Forner pone de relieve “los interrogantes acerca de las vivencias de lo humano y sus manifestaciones en los mundos de lo natural y del intelecto. La condición de lo humano volvía una y otra vez, entre sensaciones y emociones, entre lo racional, lo imaginado y lo vivido.

El hombre y, en especial, la mujer habían sido para Forner protagonistas constantes de sus telas desde los años 20. Las batallas entre naciones o los enfrentamientos entre hermanos de un mismo país habían llenado su pintura. A partir de 1957, el hombre y las mujeres se convirtieron en terráqueos que salían a la conquista de la Luna: la humanidad se transformaba en astroseres y mutantes, el hombre del espacio.

El hombre descubría un contexto cósmico y sus realidades. Ahora, el planeta se incorporaba al sistema solar como una minúscula parte del universo ocupada por la Tierra y sus siete mil millones de habitantes”.

Colores vibrantes, títulos que despiertan la imaginación del visitante y una artista que ayuda a reflexionar sobre el poder del arte para salir de una realidad muchas veces asfixiante y provisional.

Ficha

Raquel Forner. Revelaciones espaciales, 1957-1987
Dónde: Museo de Bellas Artes, Libertador 1473.
Cuándo: martes a viernes, de 11 a 20; sábados y domingos, de 10 a 20. Lunes, cerrado. Hasta el 26 de febrero.
Entrada: gratuita.

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