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Sexualmente hablando: El semen… ¿antidepresivo?

Los múltiples beneficios de las relaciones sexuales han sido ampliamente comprobados. Por ejemplo, el flujo de endorfinas que se produce tras el orgasmo opera como un analgésico natural, aliviando dolencias, además de generar placer. Y tiene un efecto favorable también en el estado anímico: mitiga la ansiedad, la depresión y aumenta la vitalidad. Algunos investigadores han llegado a plantear que el sólo contacto del semen con las paredes de la vagina generan en la mujer una especie de éxtasis postcoito.

En esta línea, en el año 1986, Phillip Ney, profesor canadiense de psiquiatría, publicó en la revista “Medical Hypotheses” el caso de una mujer depresiva cuyos síntomas amainaban luego del acto sexual. Por su parte, en el 2002, Gordon Gallup, psicólogo de la Universidad Estatal de Nueva York -más conocido por desarrollar en los ‘70 la prueba del espejo, que mide la capacidad de autorreconocimiento visual de los animales- realizó un estudio en el que participaron 293 estudiantes mujeres de entre 18 y 35 años. Los resultados, aparecidos en un artículo titulado “¿Tiene el semen propiedades antidepresivas?”, no tardaron en generar polémicas: las jóvenes que habían mantenido relaciones sexuales sin preservativo eran mucho más felices que aquellas que se habían cuidado o habían decidido abstenerse de tener relaciones. Varios factores capaces de distorsionar la investigación, como la anticoncepción oral, fueron excluidos del estudio. Esto derivó en la siguiente conclusión: las hormonas que se encuentran en el semen y que alteran el estado de ánimo -en especial la testosterona, el estrógeno y la prostaglandina- ingresan en el cuerpo femenino a través de tejidos internos, actuando como antidepresivos.

Al anunciar sus descubrimientos, Gallup informó que una prueba de características similares había sido realizada a un grupo de 700 mujeres confirmando esta tendencia. Y sostuvo además que las que no se expusieron al esperma demoraron más tiempo en mantener una nueva relación sexual, mientras que aquellas que sí lo hicieron repetían la experiencia rápidamente. A tal punto que Gallup aseguró que “el contacto con el esperma se puede volver una dependencia en algunas mujeres”.

Al ser interrogado por los medios de comunicación respecto de sus controvertidas afirmaciones, el investigador informó: “quiero dejar en claro que no estamos defendiendo que las personas se abstengan de usar condones. Claramente, un embarazo no deseado o una enfermedad de transmisión sexual contrarresta con creces cualquier efecto psicológico ventajoso del semen”.