(Agencias y Redacción).- El Congreso de Perú destituyó este miércoles a Pedro Castillo por “incapacidad moral”. El anuncio se hizo menos de un día después de que el presidente Castillo anunciara la disolución del Congreso y la instauración de un “gobierno de excepción”.
La historia, cíclica como lavadora de conciencias, se repite y se deshace en América Latina con la misma tozudez de un perro que busca morderse la cola.
Los eventos en Perú se precipitaron después de que Castillo diera el inesperado “golpe de Estado” a la institucionalidad de su nación, lo que provocó el enojo y asombro de representantes de todo el espectro político.
De todas formas, ya todo estaba bastante descompuesto en la nación suramericana. El anunció de Castillo se hizo a pocas horas de una sesión del Congreso en la que debía votarse una moción de vacancia, osea, su destitución.
Tras el anuncio, el Congreso terminó declarando la vacancia del presidente, es decir, su destitución, con 101 votos a favor y decretó que asuma la presidencia la vicepresidenta Dina Boluarte.
Unas horas antes, Castillo, en un mensaje a la nación, aseguró que su decisión de disolver el Congreso respondía a la “obstrucción” que ha enfrentado su gobierno por parte del Poder Legislativo.
También declaró toque de queda que en teoría se iba a extender hasta este jueves y declaró que se debía reorganizar al Poder Judicial.
Ahora, toca esperar si se impuso la voluntad del Congreso o se mantiene la nueva dictadura latinoamericana en pie, aunque sea por unas horas más.
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