Costa Rica
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Tico que trabaja como tarotista profesional en España: ‘En Costa Rica recibí burlas’

Rubén Acevedo Masís tiene una colorida caja de cartas en sus manos. Adentro hay un mazo de tarot nuevo que se compró en España hace un tiempo y que ya se convirtió en uno de sus favoritos.

Él está muy ilusionado, pues esta adquisición se suma a sus más de 500 tarots que colecciona desde hace más de una década y que incluye mazos nórdicos, gitanos y de producciones televisivas como El Señor de los Anillos y Juego de Tronos.

Las cartas lo hacen feliz… aunque esa felicidad, últimamente, va más allá.

De forma clandestina y por muchos años, Rubén Acevedo trabajó como tarotista en Costa Rica. (Cortesía Rubén Acevedo)

Para Rubén, España se ha convertido en un buen lugar para vivir, un hogar para tener esa estabilidad que nunca encontró en Costa Rica. Hoy respira con tranquilidad y plenitud, pues está viviendo su sueño.

Mientras se fuma un cigarrillo luego de una larga jornada, Rubén confiesa que vivir en Costa Rica no era fácil. No había un día en que no lo juzgaran, tenía que hacerse pasar por otra persona para que lo aceptaran. En resumen, tener estabilidad en un trabajo se había convertido en algo imposible.

¿Su ‘delito’?

-Ser tarotista...

A sus 31 años cayó en cuenta de que en Costa Rica no iba a conseguir la aceptación, el reconocimiento y la profesionalización que tanto anhelaba. No iba a ser feliz y no estaba dispuesto a esperar a que en territorio costarricense la sociedad cambiara, tenía que hacer algo.

Han pasado ocho meses desde entonces y España no solo se convirtió en su casa, sino que allí consiguió su anhelado trabajo como tarotista profesional en el Museo del Tarot, un popular sitio de venta, exhibición y lectura del tarot que se encuentra en el centro de Madrid.

De Costa Rica se fue sin tener mayor conocimiento de su futuro, pero sabía que se dirigía a un país en el que, asegura, los tarotistas son considerados como profesionales, se les paga bien y son respetados por una buena parte de la población. No tenía nada que perder.

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Un día por la noche

Son las 9 p. m. en España. Rubén acaba de llegar de su nuevo trabajo y atiende esta entrevista. Durante el día hizo unas cinco lecturas del tarot, unas más complejas que otras, pero está muy agradecido por haber tenido las respuestas a las preguntas de clientes.

“Para mí esto es como un sueño, porque yo no siento que estoy trabajando. Leer cartas es mi día a día, hago lo que me gusta y el dinero me llega por retribución. Ya no tengo pereza de ir a trabajar ni termino el día con pereza.

Me siento muy agradecido con la vida, con el universo, con todo. Soy muy feliz y me siento orgulloso, completo y pleno con mi trabajo, mi estilo de vida y todo lo que tengo aquí”, comentó.

Rubén detalla que aunque no tiene ni un año de estar trabajando en el país europeo, las personas hacen fila con tal de que él sea quien los atienda. Su éxito ha sido tal, que su jefe tuvo que acondicionarle un tipo de consultorio para hablar más personalmente con sus clientes.

Rubén Acevedo trabaja en el Museo del Tarot donde hay más de 5.000 mazos de tarot diferentes. (Estefani Castro)

El tarotista explica que, en territorio europeo, se toma más en serio su oficio desde que “el Gobierno y Hacienda lo tienen registrado como una profesión”. Se ve como una ayuda terapéutica.

“Aquí ser tarotista no es tan raro. Por ejemplo, hace un tiempo fui al banco y cuando me preguntaron a qué me dedicaba yo dije que era tarotista. Pues resulta que el chico que me atendió quería que yo le hiciera una lectura”, recordó.

Aquí la gente es más relajada en ese aspecto y la cultura se ha abierto más a eso. En Costa Rica era más raro, era como: ‘Ay, qué miedo’, ‘Yo nunca me haría eso, pero cuénteme’. Es decir, la doble moral siempre”, señala.

De hecho, cuando vivía en Costa Rica, yo decía que trabajaba en servicios profesionales y ante Hacienda estaba registrado como asesor administrativo, pues “tenía que tributar de alguna manera”.

“En España es mucho más aceptado, es más habitual, no es tan raro, la gente no lo persigue a uno por eso. Y, de hecho, el público esotérico es mucho más amplio. O sea, las personas no lo ven como como algo fuera de lo normal”, afirma.

¿Qué es y cómo funciona el tarot?

El tarot, práctica esotérica que Rubén tiene como oficio, es una recopilación de arcanos, cuyo significado es “espíritu oculto” y está compuesto por 78 cartas. De ese lote de cartas 22 son arcanos mayores y 56 son arcanos menores (aunque existen otros mazos de hasta 85 cartas).

Cada arcano mayor marca una situación de algo muy puntual de la persona; mientras que los arcanos menores muestran características.

Para entender mejor, hay que empezar por explicar que los arcanos menores están divididos en cuatro secciones: espadas, oros, copas y vasos, y cada uno de estos representa un elemento.

Por ejemplo, las copas representan el agua (la parte comunicativa, el alma, las emociones). Los bastos, el fuego (el trabajo, el empleo, la familia, el espíritu). Los oros están asociados a la parte terrenal (dinero, bienes, acciones circunstanciales). Y, por último, las espadas representan el aire (ámbito mental).

Al igual que un naipe hay números, aunque también hay sotas, caballeros, reinas y reyes, y cada una tiene un significado. Eso sí, este dependerá de cómo se vaya enfocando la lectura.

“Obviamente una carta no va a decirle lo mismo a todas las personas. Depende de la posición en la que haya salido, depende de la combinación que tenga, del contexto de la persona y otros factores. En mi caso, el contexto lo saco con la parte psíquica.

Sin embargo, hay tarotistas que tal vez no tienen esa parte tan desarrollada y necesitan preguntar el contexto para poder dar una interpretación más adecuada. Todos tenemos estilos distintos, en sus diferentes formas y todos lo manejamos de manera diferente”, detalla.

El tarotista explica que su intención es dar respuesta a las múltiples preguntas de sus clientes, que incluyen políticos y deportistas. (Estefani Castro)

El tarot es muy conocido porque contiene símbolos herméticos, es decir, no son símbolos físicos o que se aprecian fácilmente, sino que se interpretan a partir de todos los elementos que contiene la carta. Para entenderlo mejor, una sola carta contiene simbolismos cabalistas, culturales y folclóricos, así como simbolismos sociales. Por ejemplo, un rey puede significar el poder masculino, pero si tiene una copa o una espada, su sentido puede cambiar.

Generalmente, una tirada está compuesta por 21 cartas y, a partir de allí, Rubén explica que se van sacando “conforme se va sintiendo la necesidad”. Por ejemplo, cuando se trata de una lectura “muy profunda”, para una sola pregunta se pueden sacar desde cinco, hasta 30 o 40 cartas.

“No hay ni mínimo ni máximo, depende de la situación, es como uno lo vaya sintiendo. Pero sí, llega un momento donde las propias cartas le dicen a uno: ‘ya no hay respuesta’, o sea, ‘ya aquí quedó’, entonces ahí es donde uno comienza a analizar”, afirma.

Rubén es enfático en que leer el tarot no es una tarea sencilla y que para ser un buen tarotista hay que estudiar mucho, leer mucho y estar pendiente de las actualizaciones que surjan, pues siempre está en constante cambio y salen “cosas nuevas”, como interpretaciones y simbolismos.

“Siempre es importante estar viendo lo nuevo para, eventualmente, dar un servicio un poquito más acorde a lo que la persona a veces necesita. Porque así como hay gente que llega por cosas muy básicas, hay otras que llegan con situaciones muy complejas, entonces, el nivel tiene que estar en un constante desarrollo”, explica.

De todas formas, Rubén es consciente de las culturas tienen diferentes formas de ver las cosas, y el tarotista debe entender eso también a la hora de interpretar la lectura.

“No es lo mismo ver un tarot desde un esquema latinoamericano, que verlo en Europa; o verlo en Asia, o en Medio Oriente. Pero el conocer ayuda a sumar información, a sumar ideas, a sumar bases y eso ayuda también a que el desarrollo del tarot sea más eficaz”, comenta.

Una lectura de cartas puede durar aproximadamente una hora. (Cortesía Rubén Acevedo)

Por otro lado, hay tarotistas que complementan la consulta con psiquismo, clarividencia o cristales. Lo mismo ocurre con quienes suelen utilizar dos o más mazos diferentes para una sola lectura, lo cual es permitido, pero Rubén dice que al final no hay diferencia entre un rey de un mazo medieval y otro que sea árabe, por poner un ejemplo, pues los simbolismos son los mismos.

Lo cierto es que los mazos del tarot pueden ser muy atractivos, pues hay de todos los colores y formas que uno se pueda imaginar. En su caso, Rubén tiene más de 500, y aunque en un principio creía que tenía muchos, llegó al Museo del Tarot, en España, donde tienen a la venta más de 3.000 tipos y en la bodega guardan unos 4.000 más.

¿Cuánto cuesta una lectura? En el caso de Rubén, detalla que lo que cobraba en Costa Rica eran ¢15.000. Mientras que en España se cobra cerca de 70 euros una lectura básica (es decir, unos ¢40.000), sin embargo, el precio puede aumentar dependiendo de lo que el cliente pida, pues si una persona quiere una lectura cabalista tiene que pagar unos 200 euros (¢125.000, aproximadamente).

Eso también dependerá de los clientes, pues Rubén atiende a personas más “exclusivas”, como políticos y deportistas en España. Aunque también tiene clientes en México, Argentina, Estados Unidos, Colombia, Venezuela y, por supuesto, Costa Rica.

Un niño distinto

Rubén Acevedo nunca buscó ser parte del mundo esotérico; explica que más bien es algo que se dio de forma natural desde que era un niño.

“Desde muy niño yo sentía o veía cosas que otras personas no veían o no sentían. Entonces, yo podía analizar quién era una persona o lo podía sentir, y por eso sufría de muchos miedos, porque en cualquier momento todo se activaba y veía cosas y sentía cosas.

Sin embargo, cuando tenía como 10 años, pude superar los temores y ahí se me empezó a despertar mucho la curiosidad por el mundo esotérico”, relata.

Rubén Acevedo tiene 31 años y es vecino de Desamparados. (Estefani Castro)

Cuando llegó a la adolescencia sintió miedo e intentó alejarse de esta práctica porque le decían que se iba a ir “al infierno y que la brujería era mala”.

De hecho, en su esfuerzo por alejarse de lo esotérico, en un momento llegó a ser catequista; es decir, le daba lecciones a los niños sobre la doctrina católica.

“Me alejé un poco del esoterismo, no lo niego. (...) Pero me duró año y medio o dos años; luego decidí continuar con mis estudios esotéricos, ya quitándome un poquitito esos miedos”, cuenta.

En ese tiempo conoció a una gitana que estaba de paso por Costa Rica. Era una mujer con mucho conocimiento en este ámbito y terminó de enseñarle lo básico para leer el tarot. Además, lo incitó a seguir preparándose.

El siguiente paso era hacer lecturas, pero antes de ello se cambió el nombre a Alvin Noir, por temor a que lo reconocieran. Después comenzó a atender clientes de forma clandestina para evitar ser juzgado y perseguido, pues llevaba una “vida paralela”, en la que estudiaba en la universidad y trabajaba.

Rubén pasó muchos años ocultándose para poder ser aceptado en la sociedad. Sin embargo, cuando cumplió 27 años, llegó el momento en el que no le quedó más remedio que dedicarse al tarot de una forma más comercial.

“Me vi obligado a hacer lecturas porque pasé una etapa de mi vida donde encontraba un trabajo y me dejaban un mes, dos meses, tres meses y me despedían, y ya yo tenía mis responsabilidades como adulto”, dijo.

Antes tales circunstancias, Rubén se dio cuenta que generaba más ingresos leyendo cartas que en trabajos formales. Fue así que se le abrió la posibilidad de tener un consultorio dentro de una tienda en San José. “Era un negocio en el que se vendían artículos chinos”, narra.

Antes de eso, Rubén trabajó en venta de fibra óptica, en financieras y hasta vendió libros. También se desempeñó como vendedor en una empresa de muebles, entre otros oficios.

Antes de radicarse en España, Rubén Acevedo estudió teología. Además, tiene un técnico en Administración. (Cortesía Rubén Acevedo)

Con el paso de los años, Rubén se ha resignado a que el tarot siga siendo un tabú en Costa Rica. Sin embargo, dice que aunque a algunos ticos sí les genera un temor sincero, a otros les despierta la curiosidad.

Por ejemplo, sabe que hay muchos de sus clientes que se niegan a seguirlo en redes sociales para evitar ser señalados. Además, asegura que ha dado consultas en línea para personas en Costa Rica que, durante la lectura, tratan de esconderse, salir de la casa o hablar para evitar que los vean o escuchen.

“Eso pasa mucho en Costa Rica, es lo habitual. O sea, yo tengo más clientes en la calle que en redes sociales”, dice entre risas.

El tarotista detalla que entre esos clientes destacan figuras públicas, sacerdotes y monjas. Sin embargo, a él no le molesta y, por el contrario, le hace gracia ver la forma en que reaccionan los ticos.

Para el lector de cartas, ese escepticismo está muy relacionado a la cultura de Latinoamérica… y no lo juzga.

“De seis trabajos que tuve, de cuatro me despidieron por ser tarotista, por saber de temas espirituales y por no ser creyente. También recibí burlas, pero uno aprende a manejarlo. Llegó un momento donde yo lo acepté y dije: ‘la verdad es que voy a enfrentarlo, tengo fuerza, tengo todo y la gente que se tenga que ir, que se vaya’”, asevera.

Por el temor que le inculcaron cuando era niño, Rubén Acevedo trató de evitar incursionar en el mundo esotérico. (Estefani Castro)

Y así fue como empezó a sobrellevar todo. Ahora no oculta lo que hace y detalla que quienes están a su lado dicen que “Rubén maneja cartas y sabe cosas raras”.

Rubén aconseja a las personas a que vean el tarot no como algo malo, sino como una lectura que pueda dar respuesta a algunas preguntas. Eso sí, es enfático en que quizá para algunos funcione y para otros no.

“Lo que yo le digo a la gente cuando me dicen: ‘yo no creo en eso’, es inténtelo, pruebe. Si descubre que es algo que puede funcionar, pues está bien y si no, también está bien, pero simplemente no lo ataque, porque al final de cuentas esto es una forma de buscar una una solución, es una lucha constante de una persona ante las diferentes situaciones de la vida.

Hay personas que simplemente no encuentran respuesta a lo que les pasa y ahí en el tarot está lo que puede ser un buen canal para encontrar esa luz”, asegura.

El tarotista costarricense considera que, en la actualidad, una de las cosas que más mancha el oficio son las personas que se dedican a hacer lecturas pero que engañan a los clientes.

Afirma que es muy común que en Costa Rica, Latinoamérica e incluso en Europa, algunos tarotistas “vendan mentiras para enriquecerse económicamente”.

En España, Rubén Acevedo encontró la paz para poder ejercer su oficio sin ser juzgado. (Cortesía Rubén Acevedo)

“Lo más habitual es que le digan al cliente que tiene brujería. Y de 10 personas que uno lee en un día o en una semana, a veces uno o ninguno estará afectado por una situación de ese tipo. De hecho, es muy raro ver a alguien afectado por un tema de brujería o por algo energético. La gran mayoría de los daños emocionales vienen por un tema psicológico o emocional; a veces son más traumas de esta vida que algo espiritual”, cuenta.

Ante ello, el costarricense advierte que lo mejor que pueden hacer las personas que acudan por el servicio de un experto en tarot, lo hagan seguros de que visitan a la persona correcta.

Al final de cuentas, el experto en lectura de cartas asegura que lo único que desea es ayudar a que las personas puedan encontrar la respuesta a sus preguntas y dar una luz a quienes no la pueden ver por las situaciones que atraviesan.