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Un pueblo totalmente blanco florece en la "Nación Arcoíris" sudafricana

Desde afuera, Orania parece un pueblo rural más de Sudáfrica. Pero una vez adentro, se descubre una diferencia obvia: todos aquí son blancos.

Anidada en la vasta pero poco habitada región de Karoo, su población de 2.500 personas creció casi 10 veces desde su creación al final del apartheid tres décadas atrás.

Todos son afrikaners blancos, descendientes étnicos de los colonizadores holandeses y hugonotes franceses que llegaron al sur del continente africano en el siglo XVII.

Insisten en que no son racistas, sino una comunidad que busca "libertad con responsabilidad", lejos del crimen, los apagones, los gobiernos disfuncionales y otros problemas que aquejan al país.

"Cuando la gente ve que aquí no hay trabajadores negros (...) su primera idea es 'esta gente debe ser verdaderamente racista', pero ese no es el caso", asegura Wynand Boshoff, uno de los primeros residentes del pueblo.

En los suburbios ricos de Sudáfrica, el trabajo no calificado es realizado exclusivamente por negros, pero Orania se enorgullece de haber roto con prácticas laborales de la colonia y el apartheid.

"Hacemos nuestro propio trabajo, desde jardinería hasta limpiar las casas, nuestros inodoros, hasta la construcción. Todo", dice el portavoz del pueblo, Joost Strydom.

Orania es la única comunidad que "no usa el sistema de mano de obra negra barata", agrega.

Establecida en 1991 sobre 8.000 hectáreas de tierra adquiridas por un nacionalista afrikaner, Orania está protegida por la Constitución sudafricana, que defiende el derecho a la autodeterminación y la autonomía del gobierno central.

Tiene su propia moneda, el ora, con una paridad de uno a uno con el rand sudafricano y busca su independencia energética mediante generación solar, en un país dependiente del carbón e inmerso en una crisis energética.

Orania tiene sus atractivos, dijo Strydom, un hombre de 28 años nacido en la provincia sudoriental de KwaZulo-Natal.

Su población ha crecido entre 14% y 17%, mientras los nuevos negocios crecieron 25% en 2021, dice.

"De repente otras comunidades están preguntando '¿cómo podemos aprender de ustedes?'", afirma.

Cuando periodistas de AFP visitaron recientemente el poblado, también llegaron emisarios de los grupos étnicos xhosa y tswana para una visita "diplomática".

"Para mí era importante ir a un espacio que ha sido etiquetado, para bien o para mal. Allí hay una historia de éxito", comenta Kgosi Gaboilelwe Moroka, de 40 años, representante de la etnia tswana de la provincia vecina de Estado Libre.

Boshoff, de 52 años y nieto del arquitecto del apartheid, Hendrik Verwoerd, comentó que los afrikaners crearon Orania porque necesitaban un sitio que pudieran llamar su casa.

"Cada tribu o clan africano tiene un sitio propio que usan como punto de referencia", recuerda Boshoff, un legislador derechista del Parlamento nacional, tras un sermón en la Iglesia Reformada Holandesa.

Situada a orillas del Río Orange, Orania se ha "convertido en parte del paisaje sudafricano", señaló Boshoff.

Pequeñas banderas naranja, blanco y azul, los colores de la vieja bandera del apartheid, ondean en el viento por la tarde en edificios recientes.

Casas de estilo holandés coexisten con otras modernas, mientras niños circulan en bicicletas y los adultos corren en las calles limpias.

Afuera de la iglesia, Ranci Pizer, una ex empleada pública que se trasladó de Pretoria a Orania en diciembre, dice que disfruta de la interacción social con los vecinos en la calle.

"Es una comunidad donde puedo expresarme en mi propia cultura", señala.

Los posibles residentes son investigados y no pueden tener antecedentes penales.

"Es como casarse", explica Strydom, precisando que los aspirantes a deben "compartir valores y suscribir" a los objetivos del pueblo.

Pero Orania no es "racista" ni una "recreación o intento desesperado de volver al apartheid", aclara.

Las autoridades dicen que nada impide a un afrikaner no blanco postular para vivir allí, aunque ninguno lo ha hecho.

La creación de pueblos privados como Orania no es raro, según el experto en gobernanza municipal Sandile Swana.

"Vas a ver más lugares así", sostiene Swana. "La diferencia de Orania es que ellos escogieron su propio antecedente étnico y cultura" como requisito.

Otro pueblo solo para afrikaners, Kleinfontein, se encuentra a 30 km de Pretoria, capital de la "Nación Arcoíris".

Nelson Mandela, primer presidente negro de Sudáfrica, en su empeño por reconciliar a un país profundamente dividido, visitó Orania en 1995 y tomó té con la viuda de Verwoerd.

Cerca de allí, en una colina, hay una colección de estatuas donadas por gente que ya no quería nada relacionado con la historia de los afrikaner después de la caída del apartheid.

"La historia afrikaner casi ha sido criminalizada", afirma Joost.

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