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Ausencia del lenguaje político: causas y consecuencias

De acuerdo a lo establecido desde tiempos inmemoriales, la política fue concebida para llegar a acuerdo, tomando como escenarios aquellos lugares, en donde según Aristóteles, eran espacios públicos destinados para que tanto el Estado como los ciudadanos y reunidos a través de las comunas, pudieran dirimir de manera pacífica sus diferencias.

Estos lugares recibían el nombre de Politeia (de ahí el término política, desde el punto de vista aristotélico).

Allí era donde las personas con ciertos niveles educativos, solucionaban sus diferencias. Ahora bien, quienes osaban resolver sus conflictos o diferencias a través de las armas, eran considerados o llamados bárbaros, mientras que aquellos que no les daban importancia o se mantenían apáticos a los temas que dentro de las politeias eran tratados, sencillamente se les tildaba de idion, de ahí el término idiotas, pues el de bárbaro y hasta nuestros tiempos se le ha nombrado así.

Quisimos hacer esta introducción al tema que nos ocupa: Ausencia del lenguaje político: causas y consecuencias, basando nuestro análisis-crítico-reflexivo al libro de Mark Thompson, el cual lleva por título: «Sin palabras. ¿Qué ha pasado con el lenguaje de la política?, debido al alto grado de insensibilidad que en cuanto a diálogo de nuestra clase dirigencial se refiere.

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Dentro del mismo, el cual es un enjundioso texto, en cuyas 459 páginas, el lector encontrarás toda una serie de importantes ejemplos, de entes políticos que quiérase o no, estemos o no de acuerdo, fueron excelentes maestros del tema de la retórica, desde la antigüedad hasta nuestros días.

Los personajes descritos por Thompson a todo lo largo y ancho del libro, fueron excelsas figuras que muy a pesar de desafiar en sus momentos fieras corrientes de pensamientos contrarios a los suyos, sin embargo, supieron buscar asesorías y prepararse para colocarse justo en el posicionamiento que hoy se encuentran para servir de referencias a las clases políticas de la posteridad.

Entre una caterva de personalidades tanto dentro como fuera del libro sujeto a nuestro análisis, podríamos hacer mención de estelares figuras que, como Winston Churchill, John F. Kennedy, Nelson Mandela, Mohandas Gandhi, Barack Obama, Ronald Reagan (este ha sido el ex presidente estadounidenses que más supo usar su verbo), dieron cátedra en sus momentos, del correcto uso del lenguaje político.

Por ejemplo, y me permito transcribir lo externado por el autor en la página 92, cuando establece, que “Ronald Reagan era un profeta del futuro. Tenía un dominio sin parangón de los todos los registros de la oratoria moderna, desde los más informales, y subversivos, hasta los más grandilocuentes, y podía pasar de uno a otro sin abrir y cerrar los ojos”.

Y más adelante, en la misma página nos continúa diciendo Thompson, que Reagan, como como uno de los grandes maestros del pasado siglo en la política, “También sabía captar el estado de ánimo de los medios de comunicación, cuyos apetitos y manías, conocía al dedillo”, algo que, según nuestras apreciaciones politológica, en República Dominicana, solo tres de nuestros grandes líderes político han sabido interpretar lo dicho por el citado intelectual.

Entre ellos podríamos hacer mención de los fenecidos líderes, Salvador Jorge Blanco, José Francisco Peña Gómez, y Joaquín Balaguer, y de los que viven, el también exmandatario, el doctor Leonel Fernández, todos ellos con un tipo de verbo y/o lenguaje político muy atrayente y generadores de simpatías a la hora de abordar determinadas circunstancias.

Además, debemos precisar, que sería injusto no hacer mención de otros grandes líderes de Latinoamérica, que han sabido con extrema maestría, desarrollar el buen uso del lenguaje político, y entre ellos cabe mencionar, a un Fidel Castro, en Cuba, Luis Ignacio Lula Da Silva en Brasil, Raúl Alfonsín en Argentina, y el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, entre otras grandes lumbreras, que por asunto de espacio, no lo podemos mencionar.

Con sobrada razón, lo reseña Mark Thompson en la página 31, cuando establece, que “La crisis de nuestra política es una crisis del lenguaje político”, debemos decir, que esto se debe, a la falta no solo del conocimiento de esta noble ciencia, sino además, a la escasez de madurez de aquellos que se dedican a esta práctica, por no decir profesión.

La política como tal, no solo es un oficio en el que todos aquellos que busquen notoriedad o poder deciden “meterse” a la misma, pues, esta es una disciplina, una ciencia y un arte.

 Es una disciplina porque requiere de cierta prácticas morales y ética para su mejor interpretación, y a la vez es una ciencia y un arte, porque tal y como lo dijo el expresidente de la República Dominicana, Profesor Juan Bosch, a la que se le debe trabajar de manera ardua y así descubrir cada día mejores y mayores técnicas para su perfeccionamiento, y porque además, se le debe cultivar para su mejor desenvolvimiento.

Sin embargo, es preciso decir, que según nos vamos adentrando y familiarizando con el texto sujeto al presente análisis, debemos traer a nuestra mente nuevamente, a la figura del expresidente, Profesor Juan Bosch, quien ha sido uno de los líderes políticos dominicanos, que más ha conocido la psicología popular, de ahí, muchos de sus libros, entre ellos ensayos históricos, cuentos y novelas, en donde se refleja de manera muy directa, la idiosincrasia de nuestras raíces culturales, siendo este uno de los elementos de mayor trascendencia en el manejo el lenguaje político, tal y como lo reseña el autor en la página 122.

A todo lo largo y ancho de sus páginas, también el autor analiza de manera muy concienzuda el papel que dentro del desarrollo del lenguaje político juegan los medios de comunicación, algo verdaderamente hasta preocupante, y esto debido, a que contribuyen muy poco para que en nuestros países haya un mejor manejo de lo que a grandes, medianos o pequeños rasgos ejercen de manera directa la política en nuestros países de los llamados del tercer mundo.

Pues, la falta de lo que podríamos llamar una verdadera educación política, es algo verdaderamente preocupante, sobre todo en estos tiempos en donde todos aquellos que quieren poder, lo buscan sólo en base al dinero y no en base a la contribución de ideas y planteamientos de soluciones a los graves problemas que enfrentan nuestras naciones.

Nuestras legislaciones son muy débiles en cuanto a la práctica y sanciones legales se refiere; por ejemplo, en nuestra República dominicana, en donde tenemos la ley 3318, Sobre Partidos, Movimientos y Políticos, podríamos señalar, que la misma adolece de serias fallas, lo que impide un mejor y mayor desarrollo de nuestro sistema en sentido general.

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De manera pues, que estamos ante la presencia de un texto en donde se refieren las debilidades y las fortalezas que ha tenido la clase política de manera general, esto en cuanto al manejo del lenguaje político se refiere, en donde, además, hemos vistos valiosos ejemplos de lo que es la inteligencia, la torpeza, la habilidad y la sabiduría en el manejo del mismo.

Finalmente, queremos como colofón al presente tema, dejar una cita, la cual esperamos que quienes se dedican a la política como herramienta electoral o a través del diseño de las estrategias o la asesoría tengan muy pendiente, y es lo siguiente, cito:

“Cuando un político llega a un cargo, suele ocurrir que efectúa una transición desde un enfoque que prioriza la percepción partidista por encima de casi todos los demás hacia una posición más cercana a la del tecnócrata puro”, página 160.

¡Qué pena!