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Arrimadas, en "shock": Bal presentó su candidatura contra ella tras ver juntos el partido de España

Fue en un bar cercano al Congreso de los Diputados. Inés Arrimadas, Edmundo Bal y más de una decena de compañeros de Ciudadanos quedaron para ver todos juntos el partido de España contra Japón. Se celebraban tres cumpleaños. El de una parlamentaria, un asesor y un fotógrafo.

La propia Arrimadas compartió la fotografía en su cuenta personal de Instagram. Daba la sensación, y eso creyeron algunos militantes, de que había una oportunidad para la reconciliación. 

Al día siguiente, por la mañana, en una comparecencia a las puertas del Congreso, el abogado del Estado presentó su candidatura para liderar el partido. Llamó personalmente a Arrimadas para avisarla unos minutos antes. Los más próximos a la líder de Cs aseguran que está en "shock".

La imagen que ilustra este artículo encuentra dos análisis distintos en cada uno de los bandos. Porque el partido, todavía sin saberse si Arrimadas se presentará también a las primarias, está quebrado entre quienes apoyan a una y quienes apoyan al otro.

Empecemos por el sentir de los partidarios de la jerezana, que podemos explicar a través de conversaciones mantenidas con varios dirigentes de su núcleo duro. A lo largo de la semana, la presidenta de Ciudadanos habló con Bal en varias ocasiones. Siempre con la intención de "coser" –ese es el verbo que más utilizan– y de "evitar un enfrentamiento ante la militancia".

"Nuestro objetivo era presentar una candidatura de unidad. Inés está liderando ese proceso. Luego será ella quien decida si da el paso para encabezarla", cuenta uno de sus colaboradores. Bal, en todo momento, dejó claro que "eso estaba muy complicado".

Los de Arrimadas hablan de "deslealtad" por la forma, no por el hecho de que Bal se haya presentado "legítimamente" a las primarias: "Dijo hace unas semanas que seguiría como 'fiel escudero' de Inés. De pronto, ha cambiado de actitud y sale con esto. No entendemos lo que le está pasando".

Estas fuentes revelan que hubo una conversación entre ambos hace dos jueves, justo antes de la Ejecutiva nocturna en la que trascendieron las grietas. Bal le dijo a Arrimadas que ya no confiaba en ella como mejor cabeza de cartel. "Pero una cosa es eso y otra es presentarte tú como candidato sin habérselo contado".

El punto de fricción, la gran discusión que hizo volar todo por los aires, fue la postura favorable de Ciudadanos en la ley de Irene Montero. Arrimadas dice que se dejó llevar por la recomendación de Bal pese a estar ella en contra inicialmente. Bal responde que Arrimadas, como presidenta, debería asumir la responsabilidad de la decisión. "Porque tiene la última palabra".

"¿Qué cambio va a traer Edmundo? ¡Pero si es el número dos de Inés! Ha compartido y colaborado en todas sus decisiones. No tiene sentido, es una lucha por el poder. No comprendemos esta deslealtad. La imagen pública que tiene es gracias a Inés, que le ha dado mucho protagonismo", concluyen los partidarios de Arrimadas.

El sentir de Bal

Conviene destacar la incertidumbre que atraviesa la militancia naranja. La presidenta de la formación no aclara si seguirá en política. En su núcleo duro, refieren que lo hace para no condicionar el proceso de refundación y que anunciará su decisión "cuando llegue el momento". El plazo expira el 26 de diciembre.

"Seamos serios. Separemos la política de la relación personal. ¿Por qué no vamos a poder tomar unas cañas y ver a España todos juntos y luego discrepar sobre el futuro que queremos para nuestro partido?", contestan los colaboradores de Bal cuando se les pregunta por la fotografía.

Estas fuentes señalan que, efectivamente, a lo largo de la semana se produjeron varias conversaciones entre Arrimadas y Bal, pero niegan que hubiera una voluntad sincera de la jerezana para negociar.

"Inés no ofreció nada. Hablaba de unidad, pero no proponía nada concreto. Cuando se quiere negociar de verdad, se expone una posición, unos objetivos. Y luego se llega a un acuerdo", relatan en el entorno de Bal.

El portavoz nacional de la formación entiende que los resultados de las encuestas –la mayoría augura la desaparición de las siglas en el Congreso– y la incertidumbre generada por el silencio de Arrimadas ha desatado "una situación insostenible". Y promete, si gana, una "candidatura de unidad".

Pese a que sus adversarios le niegan tener equipo para afrontar la competición de las primarias, sus compañeros señalan que su teléfono móvil "echa humo" y que cuenta con el aval de varios dirigentes y de "muchos militantes".

Bal no atacará a Arrimadas. La definirá como "una gran parlamentaria", pero señalará que su permanencia al frente de la organización no podrá suponer el "cambio que necesita el partido".

Predomina en las filas naranjas una sensación de desconcierto. Se les escapa el "factor humano". No alcanzan a comprender lo que está sucediendo. En apenas un mes, el "fiel escudero" de Arrimadas es su principal adversario.