La tercera
«Es en momentos de tribulación, cuando se puede apreciar quiénes usan bien la libertad y quiénes hacen lo contrario. España y todo el planeta padecen el horror del coronavirus, que se presenta con la dureza de una plaga bíblica, y afortunadamente son muchos, una gran mayoría, los que, tal vez porque hicieron hace tiempo su ‘opción fundamental por el bien’, se desbordan en el amor a los demás hasta el punto del esfuerzo permanente e incluso y si llega el caso, el sacrificio»
Estudié la doctrina cristiana en el catecismo del Padre Ripalda, escrito hace 400 años, que describía a Dios como «un Señor infinitamente bueno, sabio, poderoso, principio y fin de todas las cosas». Pronto advertí que en esta definición faltaba algo, sin saber qué era; ha sido muchos años después cuando he creído descubrir que Dios era, además, un ser libre y respetuoso con la libertad. Por eso rechacé las teorías científicas que postulan que el universo y sus leyes naturales solo pudieron ser como son, porque con ello se niega la libertad del Creador. De igual forma, me opongo al determinismo, porque niega la libertad del hombre.
Que Dios no solo es libre, sino también asombrosamente respetuoso con la libertad,