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El culebrón de la 'generación Louis Vuitton' de Bélgica: acusaciones, jugadores sin hablarse y líos de faldas

Grupo F

La selección que dirige el español Roberto Martínez se juega los octavos ante la Croacia de Modric, después de una crisis que muestra la débil cohesión de un grupo muy talentoso

Courtois, durante una rueda de prensa.
Courtois, durante una rueda de prensa.JACK GUEZAFP

A la última gran camada de futbolistas belgas la bautizaron en su país como la 'generación Louis Vuitton': exquisita, delicada y caprichosa. Muy distinta a la aguerrida de los Ceulemans o Claesen que alcanzó las semifinales de México, en 1986, a costa de España, pero a la que finalmente superó la actual con el tercer puesto en Rusia 2018. Ambas cayeron contra las que serían campeonas, Argentina y Francia, respectivamente. La posición de récord alcanzada en la pasada edición del Mundial los redimió de algún modo frente al estado de opinión en su país, pero en Qatar ha resucitado la tendencia autodestructiva de un grupo cargado de egos, reproches y personajes controvertidos. La derrota contra Marruecos los aboca, hoy, a una final en el estadio Ahmad bin Ali frente a Croacia de Luka Modric, la representación de todo lo contrario.

Las tensiones estaban larvadas desde siempre, pero lo que dijo Kevin de Bruyne en una entrevista en 'The Guardian' volvió a sacarlas a la epidermis: "Demasiado viejos" para ganar el Mundial. La bomba estaba encendida y sólo faltaba el detonador. Lo accionó Marruecos. La caída provocó el estallido, discusiones entre Vertonghen, Eden Hazard y el propio De Bruyne. Lukaku, según fuentes del diario 'L'Equipe', intentó mediar en la situación. Vertonghen, defensa, habría replicado a De Bruyne que también los delanteros son viejos, según las mismas filtraciones. El relato corrió por las redes y los capitanes ordenaron la cacería del topo. Ante los periodistas, Thibaut Courtois dijo que fue una reunión habitual y que todo era una invención, pero añadió: "Si encontramos a quien lo ha contado no volverá a jugar en la selección". Si había topo, había caso.

La declaración de Courtois fue la propia de quien manda. Es de suponer que lo hace el entrenador. Roberto Martínez, ayer, la secundó: "Es todo mentira, el que inventó la historia es un genio". Un día antes había dicho que todas las familias tienen tensiones. Castagne, que compareció junto al técnico, dijo que "no hubo insultos". "Fue una reunión normal", añadió.

DE BRYUNE Y COURTOIS

De Bruyne tiene algo de Van Gogh, de loco del pelo rojo. Ha crecido con Pep Guardiola en el City, entrenador y terapeuta, y a Roberto Martínez le gustaría ser Guardiola. Determinado en el campo, tiene un carácter huidizo, controvertido, que ya provocó que la familia de acogida en la que estuvo durante su etapa de formación lejos de sus padres se negara a que regresara en el segundo año después de unas vacaciones. "Porque eres como eres", le dijo su madre, y añadió: "Tienes que cambiar". De Bruyne se negó, pero al propio tiempo se conjuró para lograr su objetivo, pese a su debilidad física en la etapa juvenil. Es el gran jugador que quiso ser y el mismo niño que era.

El dinero, la presión y la fama no ayudan a licuar las aristas. Al contrario. Durante los entrenamientos, si considera que algún compañero no está al nivel o algo se hace mal en el equipo, no tiene ningún problema en decírselo a Guardiola, en el City, como a Roberto Martínez. Los demás lo saben. Los que vieron la derrota contra Marruecos y su tenso diálogo con Aderweireld, también,.

De Bruyne y Courtois no tienen relación, apenas se hablan, salvo lo estrictamente necesario en el campo. La razón no está en situaciones de entrenamiento o partido, sino en el hecho de que la ex pareja del jugador del City, Caroline Lijnen, hizo una escapada a Madrid que derivó en una relación con el portero, cuando éste era futbolista del Atlético. En ese momento, la mujer de Courtois, Marta, estaba embarazada. Tuvo a uno de sus hijos, Nicolás, después de dejarlo. Desde entonces, sus relaciones dieron mucho al papel 'couché'.

Las rivalidades personales continúan. Lukaku, que no ha conseguido estabilizarse en ningún club de élite por un largo periodo, tiene mala relación con Batshuayi, y algo similar sucede entre Eden Hazard y Trossard. La situación del jugador del Madrid ha sido uno de los problemas para Roberto Martínez, empecinado en su recuperación. Suele decir que su problema es que tiene que ser feliz, algo imposible sin estar en forma. Insiste en lo mismo para su selección, a la que encomienda a divertirse. Croacia, a la que necesita ganar, no está para bromas.

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