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Roberto Rodríguez ganó el bronce en laCopa Mundial de Veteranos (+40). Era la "fantasía" de tocar metal y la lástima que solo las lesiones lo hubieran detenido en semifinales

Hay una llama dentro de Roberto Rodríguez. Se quema violentamente. No mitigado. A menudo está apagado. Es raqueta en mano, un fuego inextinguible que ha servido de motor durante décadas. Lo hace todo en el tenis. Pero sobre todo, lo disfruta. Y la euforia que siente en el circuito le dará una ventaja competitiva duradera mucho después de que abandone el circuito profesional. Juega lo que le echen y juega contra quien le eche. La última vez en Lisboa la semana pasada fue el tercer paso en el podio en la categoría 40+ de la Copa del Mundo de Veteranos.

Habría firmado en todas partes al principio”, se percató ayer de que ya estaba en Vigo. De hecho, este metal tiene un sabor agridulce. Por un lado, porque son evidentes los beneficios de haberlo conseguido. Pero por otro lado está el método. Los Rovers tuvieron que retirarse en semifinales cuando ganaban 3-1 en su primer partido. Su latigazo en el aductor era un presagio del desgarro de fibra que estaba sufriendo. "Es un momento bastante triste. Te ves ahí afuera, ganando y teniendo potencial. Triste. Pero no porque perdiste, sino por cómo sucedió". 

Pero desde un punto de vista, se siente feliz "Además, porque sé que sigo siendo competitivo. Llegar a la ronda final de un torneo como este, lo mejor de lo mejor, me anima a seguir", subrayó.Primero, el torneo de Lisboa fue un grand slam. 128 raquetas en busca de la gloria. Y Rover terminó entre los cuatro primeros. Casi nada. "Estoy muy emocionado, sobre todo porque este resultado fue un poco inesperado", admite con humildad. “Hay mucha gente de muchos países y el ambiente es muy bueno”, explica Rodríguez, que ha conocido a jugadores de todo el mundo. También ucraniano. “Pidieron un permiso especial y entraron. Todos sentimos mucha empatía por ellos”, revela. “Tiene un componente deportivo muy amplio, pero también tiene un componente social”, resume. 

Es para seguir rockeando aunque seas mayor. “Me encanta jugar al tenis. Pero sobre todo, lo que él llama un 'desafío'. “Me gusta el reto de estar en la pista. Encontrar soluciones a los problemas y provocárselos a la persona que tengo delante”, explica. "El tenis es como la vida. Es un reto todos los días. Y me encanta. Quiero seguir jugando, divertirme y aceptar este reto siempre que mi nivel me lo permita", concluye Róber Rodríguez. }