"Las competiciones a la baja no me gustan", dice Patxi López, que rechaza deflactar porque, en su opinión, al final significa reducir ingresos
La decisión del presidente de la Comunidad Valenciana de acometer rebajas fiscales a las rentas de menos de 60.000 euros y deducciones por hipoteca sacude al Gobierno y al PSOE. En el Ejecutivo, la bajada de tributos abanderada por el PP es calificada de "populismo fiscal", y ahora se encuentran con que uno de sus principales barones sigue la misma senda y otros como Aragón o Extremadura no cierran la puerta a ello. En La Moncloa tratan de mantener la firmeza y, a día de hoy y a la espera de que Hacienda presente este jueves el paquete fiscal para 2023, rechazan la bajada de impuestos.
El asunto genera incomodidad y malestar en el Gobierno, porque la decisión de Ximo Puig desmonta la estrategia de cercar a las comunidades del PP por sus bajadas de impuestos, contraponiendo que el Ejecutivo focaliza la fiscalidad en que paguen los que más tienen. Públicamente se evita desautorizar de forma expresa a uno de los presidentes socialistas más importantes, pero el mensaje es que no se aprueba su iniciativa.
"Cada vez que hablamos de rebajar impuestos está el debate de qué recortar. Y este Gobierno no quiere recortar derechos y prestaciones", ha expuesto la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez. En el Ejecutivo enmarcan la decisión de Puig como una iniciativa personal en el marco del Debate de Política General en Valencia y mantienen que su posición no ha cambiado. Hasta ahora, en el Gobierno rechazaban deflactar el IRPF y la hoja de ruta pasaba, pasa a día de hoy al menos, por una "subida selectiva" de impuestos, con el foco puesto en subir el IRPF a rentas altas de trabajo y de capital.
El malestar en el Gobierno se evidencia en la llamada a la "responsabilidad" que hace a los presidentes autonómicos, evitando mencionar expresamente a Puig, pero a buen entendedor... "Todos tenemos que hacer un discurso responsable. Cuando hablamos de reducir la política fiscal hablamos de reducir ingresos, recursos, que después vamos a necesitar en forma de más maestros, sanitarios, dependencia...".
Un Estado "fuerte"
Pero no sólo en Moncloa hay malestar. El anuncio de Puig también se ha revelado revelado como una china de gran tamaño en el zapato del grupo parlamentario socialista, puesto que Puig, con su propuesta, se alinea con uno de los planteamientos que viene haciendo el primer partido de la oposición, el PP, de deflactar el impuesto a la renta de las personas físicas a las rentas medias y bajas.
El portavoz socialista en el Congreso, Patxi López, se ha desmarcado de la iniciativa del presidente valenciano. "Las competiciones a la baja no me gustan mucho", ha asegurado en referencia a la pugna, a la que ahora se ha sumado la Comunidad Valenciana, por evitar que la inflación penalice fiscalmente los ingresos de los trabajadores.
López insiste en la necesidad de que el Estado "sea fuerte" y, en este sentido, aboga por "dedicar la recaudación extraordinaria" que está propiciando la inflación, a "políticas en beneficio de la clase trabajadora". En su opinión, deflactar "no es un buen invento" porque, en su opinión, esto al final significa reducir ingresos.
El anuncio de Puig ha descolocado las posiciones políticas, de manera que formaciones que hasta ahora habían criticado con dureza la propuesta de los populares intentan resituarse. Compromís, aliado habitual de las formaciones que sostienen al Ejecutivo central en el Congreso, pero también socio de Gobierno en la Generalitat valenciana, asegura ya apoyar la propuesta del PP de deflactar el IRPF en las rentas medias y bajas.
El portavoz socialista ha insistido, por su parte, en la necesidad de esperar a la propuesta fiscal que presente el jueves la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y que, desde su punto de vista, será un primer paso en la labor aún no acometida de proceder a una reforma fiscal en profundidad.
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