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"La primera marea sería como ‘bullying’, en el mar cuando empiezas eres carne de cañón"

‘El Poeta de los Mares’ es como se conoce al escritor y cocinero de un buque de pesca del Gran Sol, Ricardo Villar. Tras toda una vida faenando en varios buques pesqueros Villar decide escribir y plasmar sus sentimientos en una libreta que con el tiempo se convierten en dos libros. “El Poeta de los Mares”, escrito en verso y un segundo, ‘Heridas de Sal’ donde se anima con la prosa que acompaña con algunos versos, en ellos recoge las vivencias y sentimientos en alta mar que cuenta para Atlántico TV.

¿Cuándo decide empezar a escribir?

Llevo escribiendo 35 años, pero ahora decidí que era el momento, me vi maduro como para poder afrontar la responsabilidad de escribir y encontrarle un fin a lo que escribo.

¿Cómo fue su infancia en Vigo?

Toda mi familia es de Cangas, mi padre ya andaba al mar, él era de máquinas y para poder verlo un poco más mi madre decidió mudarse a Vigo como hicieron muchas personas que se vinieron a Vigo y aquí pasé toda mi infancia y toda mi juventud, pero en cuanto pude me escapé de nuevo a Cangas por la calidad de vida . Cuando venía paseando iba fotos de la calle, fuimos hasta el edificio donde me crié, vi el balcón en el que me asomaba cuando era niño, el puente que recorrí cantidad de veces. Yo constantemente estoy creando, es cierto que le dediqué un poema a mi infancia, pero no está recogida en ninguno de los dos libros, estoy constantemente creando.

¿Cuál es su fuente de inspiración?

En últimos meses llevo escritas 1.800 poesías, la frase que yo tengo es que me lleva ‘cero coma’ escribir, me das tres palabras y un texto y te hago una poesía en nada, mientras estoy cocinando paro dos minutos que me siento a fumar y escribo una poesía, entonces a lo largo del día como te sientas unas cuantas veces es raro que no escriba 8 o 10 poesías. El amor  es mi fuente de inspiración, volver a recuperar que el corazón late como un sentido, no que seamos autómatas para acabar en un cementerio sin nada más que decir

 ¿Le ha gustado siempre escribir?

Digamos que por las características de mi educación, al estar rodeado siempre de mujeres, los hombres todos estaban embarcados, quizá ha sido que tengo un perfil más sensible, entonces desde niño siempre mostré unas cualidades. Lo mío era hacer teatro, era hacer ballet cuando nadie lo hacía, siempre me gustó no llevar unas pautas determinadas, uno tiene una creatividad y uno tiene que saber quien es cueste lo que le cueste.

¿Qué se esconde detrás de ‘El Poeta de los Mares’ y ‘Heridas de Sal’?

Por suerte pasé la mitad de mi vida en el mar y la mitad en tierra, pero en el mar he probado tantas cosas, he navegado el Atlántico entero desde el Polo Norte hasta el Polo Sur, desde Europa hasta América o hasta África. Le he dado unas cuantas vueltas al mar y me gustan muchas cosas de él, lo que no me gusta es darle voz a los marineros, a que la gente conozca la realidad de lo que vivimos, a que sepa que llevamos una vida de lo más normal en medio de ese caos, que cualquier cosa que para ti pueda ser anómala, para nosotros es nuestro día a día, reímos y lloramos como cualquier persona, no somos parte de un cuento que seamos héroes, somos seres humanos intentando llevar el pan a nuestras casas, me emociono solo de pensarlo, me gusta, lo vivo, mi familia era de mar y yo soy de mar, me parece algo increíble cuando estás en medio de esos temporales, cuando el viento te da en la cara y estás en la proa del barco y dejas que la cabeza no piense en nada más, es volar, ser libre, esa sensación es preciosa. La crudeza es que a veces el trabajo, el exceso de horas, la falta de descanso, la falta de comunicación, es como todo, tiene cosas muy dulces y cosas muy amargas.

¿Cómo recuerda su primera marea?

 Pues, como hoy en día está muy hablado sería un tema de ‘bullying'. En el mar siempre que empiezas y eres novato eres carne de cañón, primero porque los veteranos dicen que cobras lo mismo, si cobras lo mismo que yo, es porque haces lo mismo que yo. Y luego porque yo había cambiado de vivir en Camelias con todas las comodidades a no tener ni agua caliente. La comodidad más grande que había era una colchoneta llena de cucarachas con un tubo de váter que me pasaba por encima sin ningún tipo de protección, esa era la comodidad más grande que tenías. Tu plato cuando acababas de comer te lo lavabas en un caldero con agua. Así empecé yo en el mar, un barco de madera de los últimos que quedaban, tardé 5 años en volver a subirme a un barco porque pensé, “si esto es el mar, esto no es para mí”.