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Los animales salvajes y domésticos de A Gudiña

El autor de este folleto de 19 paginas, una separata de la revista editada en Porto “Douro Litoral”, don Laureano Prieto, empieza por definir la zona de la Gudiña como: “el mejor cazadero de la provincia“, a pesar de que no hay ni osos ni ciervos pero abundan el lobo, el zorro, el gato montes, la perdiz la liebre y el conejo. Nos ilustra don Laureano sobre los nombres que los vecinos de A Gudiña dan a sus animales: los de propiedad privada son los llamados de “facenda, “gando” se llama solo al vacuno, “res” a las ovejas y cabras y “fato” al rebaño pequeño.

Por él sabemos que había el llamado “toro del concejo” cuidado por un vecino, quien se encargaba de cobrar la cubrición cuando el servicio se prestaba a los de fuera del pueblo, sujetando a la vaca entre tres hombres. También existía un pastor comunal al que se daba una paga además de cama, lavado de ropa, zuecos, capote y sombrero. Advierte don Laureano que un buen perro de caza debe tener tres lunares con tres pelos y el buen cazador de perdices lucirá cola larga y delgada, oreja grande y caída. Al perro cazador de conejos se le exige hocico largo y oreja corta.

La ronquera producida por el lobo

Al lobo, la fiera mas abundante en la zona, don Laureano lo considera muy inteligente: come tres días carne, tres días tierra y tres días aire. Su presencia le produce al ser humano ronquera en la voz y se le erizan los pelos. En su ataque a los hombres empieza por echarse a sus piernas dándole con la cola hasta tirarlo. Especialmente macabras resultan las leyendas populares sobre las culebras que se introducen en la boca de las vacas y de las mujeres cuando están dormidas. La única manera de echarlas fuera es agarrándolas con un bollo muy caliente aplicado a la cola. Pero nadie tiene tanta manía a las mujeres como el lagarto, que tiene afición a introducirse por su vagina. El ilustrativo folleto de A Gudiña, además de creencias varias sobre los animales que la habitan, aporta mucho vocabulario popular utilizado en el medio rural y estudiado por el autor. En A Gudiña, no habia palomares.

(Fondo Biblioteca Diputación)