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Los viajeros de Valdeorras: “Estamos abandonados de la mano de Dios”

Viajeros de Valdeorras aceptan con resignación la enésima inconveniencia en el tren

En la estación de O Barco, una chica espera la llegada de un Alvia, y su destino es A Coruña. Leticia viaja con frecuencia mensual. “Es un coñazo. Lo uso porque no queda otro remedio”, dice.

Es el sentir de buena parte de los pasajeros que cogen el tren para moverse a la capital provincial, bien como destino final o como parada donde transbordar a otras líneas. El ferrocarril no solo da servicio al cuarto mayor concello de la provincia, sino también al resto de concellos valdeorreses, y comunica la ciudad de las Burgas con El Bierzo. Pero las deficiencias y las pocas frecuencias -solo dos en cada sentido, un Regional y un Alvia- no animan a sacar el billete.

“Esto lo tienen abandonado de la mano de Dios”, se queja Leticia. La mala coordinación entre líneas también complica los transbordos. “Probé a coger buses hasta Ourense y allí el tren, pero el bus llega muy justo y tienes que esperar hasta el siguiente”. Dicha espera puede alargarse horas.

Asimismo, existe el temor a que, tras años de recortes en el servicio, se sigan perdiendo conexiones. “Creo que usa más gente el tren que lo que ellos piensan. No se usa porque está muy mal conectado, y ellos se excusan en que la gente no lo usa para seguir recortando”, opina Leticia. Sin embargo, ante un hipotético descenso de viajeros que tiente a eliminar frecuencias, fuentes de Renfe responden que “no tenemos ninguna previsión en este momento”. Desde la operadora se limitan a añadir que el Regional Exprés, un servicio suprimido en otras zonas a raíz de la bajada en el pasaje, “existe en la actualidad, está circulando”.

El tiempo cuenta

La falta de puntualidad es otra de las quejas habituales. “La última vez que cogí el tren trajo setenta minutos de retraso”, rememora Leticia. Un inconveniente que complica agendas y obstaculiza el cumplimiento de compromisos.

En el autobús que cubre el trayecto de Ourense a Monforte, un viajero también protesta por los retrasos. Relata que en la actualidad disfruta de un tercer grado penitenciario, pero las demoras ponen en riesgo su llegada a tiempo a prisión. Y es algo que le puede buscar un problema legal serio.

A la aventura

Coger un tren de Ourense a Valdeorras -y a la inversa- cada día se parece más a una aventura. En la estación de O Barco, la máquina da error a la hora de comprar el billete y remite al usuario a la ventanilla. Pero no hay personal.

Ya embarcados en el Alvia, el revisor pelea con un pequeño terminal para que un pasajero sin billete pueda pagar con tarjeta. Finalmente desiste, resignado: “No te puedo cobrar. Nos olvidamos de esto, intenta comprar el billete desde Monforte para que te puedas subir al autobús”.

Horas antes, en el Regional, Elena relataba que se había hecho con su plaza a través de una agencia de viajes. El motivo, que “en O Barco no hay nadie en la estación”. Apenas a unos pasos de distancia, una máquina expendedora debería saciar la sed en las dos largas horas de viaje. Un mensaje sobre el cartón y la cinta americana con que la repararon es tajante: “Mercancía caducada, monedero vacío. ¡Precaución! Cristal roto”.