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Marlaska insiste en negar la más mínima irregularidad en la tragedia de Melilla a pesar de las evidencias

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. / EFE

El ministro culpa a los propios inmigrantes y su «violencia» de los trágicos sucesos, rechaza que hubiera muertos en España y tacha las pruebas que le desmienten de «conjeturas, especulaciones e insinuaciones»

Fernando Grande-Marlaska se enroca. Ni sombra de autocrítica ni un atisbo de reconocer un solo error. Una vez más, y en sede parlamentaria, el titular de Interior en esencia este miércoles volvió a culpar exclusivamente a los inmigrantes de su propia muerte. Ni los informes del Defensor del Pueblo denunciando el uso excesivo de la fuerza por parte de la Guardia Civil (incluido el apedreamiento de los ‘sin papeles’); ni los documentos de esa misma oficina que vinculan el asalto a la imposibilidad de pedir asilo en España; ni los vídeos que muestran claramente cuerpos inertes en el patio de soberanía española; ni las imágenes en las que se aprecian gendarmes marroquíes en suelo español ejecutando ‘expulsiones en caliente’; ni los documentos del Catastro o el Instituto Geográfico Nacional que certifican que la práctica totalidad de los hechos ocurrieron en suelo melillense, ni las críticas del Consejo de Europa a las deportaciones «sin ningún procedimiento legal»; ni las investigaciones periodísticas, entre ellas las de este periódico, que desmienten la versión de Interior… nada.

159 días después de la tragedia del 24 de junio en el paso de Barrio Chino en la que fallecieron entre 23 y 72 inmigrantes, según las diferentes fuentes, el ministro en el Pleno se sacudió cualquier tipo de responsabilidad, aun a riesgo de que todo esto acabe en una comisión de investigación parlamentaria. Nada de los que arrepentirse, porque, afirmó, no hubo muertos en España («ninguna perdida de vida humana en territorio nacional»). Es más, según Marlaska todas las pruebas e informes que le desmienten son simples «conjeturas, especulaciones, falsedades, mentiras o insinuaciones».

El ministro dejó claro que no tiene intención de admitir la más mínima irregularidad en la tragedia de Melilla, y mucho menos dejar el cargo por lo sucedido el 24-J, porque todo fue culpa de los propios inmigrantes, que «de forma organizada y ejerciendo la violencia» trataron de forzar el perímetro en un «intolerable intento de agresión» a la frontera. «Piedras, hachas y palos, mazas, radiales»… el ministro de deshizo por ilustrar la «violencia» de los 1.700 inmigrantes en ese viernes.