Guatemala
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La alegoría de la caverna en Guatemala

Guatemala es una gran caverna. Lo digo tanto por lo obvio como por lo metafórico. En el primer caso, es porque le hemos sumado un miedo a los tantos con los que ya vivimos: el miedo ahora es ir por una carretera o una calle y perder la vida en una caverna. Cuestión que, por cierto, no es producto de los desastres naturales, sino de la corrupción y la ausencia de criterios profesionales rigurosos en el manejo de obras públicas.

En el segundo caso, lo digo por lo actual que es el mito platónico en la Guatemala de hoy, 25 siglos después de haber sido escrito. Contaba Platón que su maestro Sócrates y su hermano Glaucón sostuvieron un diálogo sobre cómo afecta el conocimiento (o su falta) a cada persona, pero también a toda una sociedad. Sócrates le pide a Glaucón imaginar a un grupo de prisioneros encadenados dentro de una caverna, desde su niñez, a un muro. Al otro lado del muro hay un fuego que permanentemente ilumina el lugar. Los prisioneros solo pueden ver las sombras proyectadas en la caverna por los objetos que están sobre el muro y que son manipulados por otras personas que pasan detrás de él. Sócrates sugiere que los prisioneros creen que aquello que observan es el mundo real, sin darse cuenta de que son solo las apariencias de las sombras de los objetos que otros manipulan.

Uno de los prisioneros se libera de sus cadenas y comienza a ascender. De pronto ve la luz del fuego más allá del muro y su resplandor le ciega hasta casi desear volver a la oscuridad. Poco a poco se acostumbra a la luz y, con dificultad, avanza. Primer paso en la adquisición del conocimiento, dice Sócrates. Luego, la persona sale de la cueva y lo primero que ve son reflejos y sombras de otras personas y objetos que están a su alrededor, hasta que logra verlos directamente. Ve, incluso, la luna, las estrellas y el sol. Cuando toma conciencia de otro mundo, la persona regresa para compartir con los prisioneros lo que ha visto y ofrecerles vivir lo mismo, pero cuando entra a la cueva no puede ver bien. Se ha acostumbrado a la luz. Los otros piensan que el viaje le ha hecho mal y se niegan a acompañarle. Sócrates piensa que, incluso, podrían llegar a matarle si la persona insistiera. Los encadenados, cómodos en su ignorancia, podrían hasta oponerse con violencia.

Pienso en la mayoría de habitantes del actual Congreso de la República, maniobrando la corrupción y tratando de pasar leyes contrarias a la libertad y la democracia, y no puedo dejar de imaginar a sus homólogos de la caverna; pienso en el Organismo Judicial que se ha negado a una elección transparente desde hace más de tres años, y pienso en las sombras de justicia que estamos viendo; pienso en un Ejecutivo cegado y manipulado por el poder y la corrupción, y no puedo dejar de ver a la mayoría de ellos, encadenados al muro de esta caverna pero siendo al mismo tiempo los manipuladores de objetos; pienso en una buena parte de nuestra sociedad, tan acomodada a la sobrevivencia y el abandono, y no imagino caverna más caverna. Los prisioneros representan a una mayoría guatemalteca, esclava y presa en su propia e inconsciente ignorancia, aferrada a (malas)costumbres, prejuicios, opiniones, falsas creencias y prácticas que no nos han servido.

Y pienso en el pacto de corruptos, haciéndola de titiriteros e impidiendo que más personas vean la realidad y salgan de la caverna. No saben que, manteniendo a tantos prisioneros, se vuelven parte de una sociedad de esclavos. Creen que saben y se creen felices en su ignorancia de los otros y las otras, pero lo que hoy consideran real y verdadero son simples sombras y ecos que los condenarán pronto, si no se atreven a salir de su propia caverna.

En medio de tanta incertidumbre que nos está tocando vivir, toca ser luz y buscar la luz. Con unas elecciones a la puerta que apuntan a más engaño, oscuridad y corrupción, hay que salir de la caverna con esfuerzo, nombrar nuevos mundos posibles y resistir juntos.