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El día después

Gobernar es un ejercicio complejo que entraña una enorme capacidad humana y técnica. La democracia determina la representación política y distribuye el poder, permitiendo a la ciudadanía escoger entre proyectos distintos; la mayoría de las veces, antagónicos.

La crisis multisectorial que ha desatado el covid-19 ha incrementado los desafíos para gobernar, en un escenario de polarización cada vez más tóxica y de campañas electorales agrias y destructivas.

En este espacio hemos insistido en que los retos del mundo poscovid son enormes y sólo se pueden enfrentar con una visión conjunta y solidaria, con objetivos comunes que superen el fragor de la contienda electoral y las brechas ideológicas.

Con preocupación, vemos que los procesos electorales se están desarrollando en contextos de desinformación y noticias falsas lo que ha generado un ambiente de polarización y fanatismo político, convirtiendo a la lid electoral en un campo de batalla estéril que trasciende la natural competencia política.

Como lo menciona el secretario general de la OEA, Luis Almagro, como resultado del covid-19, la región se enfrenta a los mayores desafíos de su historia reciente, desafíos sociales, políticos, económicos, productivos y altos índices de pobreza y desempleo. La amenaza creciente del cambio climático está llevando al límite la capacidad institucional y presupuestaria de nuestros gobiernos. El momento de la deliberación ha terminado. Es tiempo de acción.

Así, en el horizonte pospandémico, los acuerdos de gobernabilidad entre gobierno y oposición deben interesarse en superar aspectos claves para el desarrollo de nuestros países, como el reducido crecimiento económico que, para 2022, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha situado para la región en apenas 2.1% en promedio.

En cuanto al desempleo, la Cepal informó que la tasa alcanzaría 9.7% para 2022, mientras que en 2021 la tasa de pobreza general obtuvo 32% de la población regional y la pobreza extrema llegó a una cifra histórica de 13.8%.

En 2022, según proyecciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), permanecen problemas estructurales como la baja inversión y productividad; la informalidad crónica y la escasa cobertura de los sistemas de protección social y salud. Pero el reto mayúsculo recae en la persistencia de altas tasas de inflación que golpean a los sectores más desprotegidos. 

Los desafíos para la región son enormes y requieren de consensos entre sus actores políticos. Un día después de que concluyen las campañas, la terca realidad alcanza a los nuevos gobiernos, quienes enfrentan “lunas de miel” cada vez más fugaces y poca comprensión de sus electorados.

La nueva gobernabilidad poscovid demanda mayor diálogo político entre posturas diversas y la activación del estatuto de oposición que permita el desarrollo civilizado y democrático de posturas contrarias al régimen, pero que también permita al gobierno presentar, debatir y discutir sus tesis centrales.

El diálogo político es al final de cuentas un mecanismo de conciliación de las fuerzas políticas en pugna, que facilita la construcción de puentes para encontrar soluciones eficientes a las demandas ciudadanas, superando prácticas de estancamiento y oposición ciega. 

El escenario mundial y regional requiere de nuestros mayores esfuerzos para salir todos juntos de la crisis, no existe espacio para el egoísmo ni el egocentrismo, se requiere de líderes resilientes que privilegien el consenso y la inclusión de todas y todos, sin excepción.

* Los puntos de vista son a título personal.

No representan la posición de la OEA