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Yo Soy, una frase que solemos usar con frecuencia para referirnos a quienes creemos que somos, solo porque así lo pensamos o porque asumimos conductas que nos identifican ante el mundo como seres con determinada personalidad.
Yo soy inteligente, yo soy correcta, yo soy aseada, prudente, bonita, entre otros Yo Soy.
Esta descripción encontré al respecto en un portal de sociología: «¿Quién soy yo?” es una de esas preguntas existenciales que, si no sabemos responder, pueden llegar a convertirse en un obstáculo a la hora de ser felices. Saber quién es uno mismo y hacia dónde queremos ir es una de las bases para encontrar bienestar no ya en los grandes proyectos, sino en todos los detalles de la cotidianidad».
Y es aquí donde queríamos llegar. A veces, por nuestra forma de hablar, parece que no supiéramos quiénes somos, o que no supiéramos diferenciar entre quienes somos y las situaciones que nos corresponden vivir en determinado momento.
Nos encontramos afirmando: yo soy diabético, yo soy hipertenso, yo soy flaco o yo soy gorda; yo soy así, tengo mal genio, y al que no le guste me importa un pepino.
En verdad ¿somos estás enfermedades o somos estás características de las que pareciéramos jactarnos? aunque sean negativas, como si describirnos así nos perfilara como seres superiores en fuerza y agresión física sobre otros seres humanos.
Hemos asumido el Yo Soy, con situaciones que realmente no nos definen, ni nos describen. Aprendimos a llevar a cuestas cargas que distan bastante de nuestra verdadera personalidad. La personalidad nunca es una enfermedad o determinadas conductas asumidas en un momento dado, sobre todo conductas negativas.
Tener una situación de diabetes, de hipertensión, comportarse de forma agresiva en un momento dado, sentirse triste, son eso, situaciones a manejar y resolver, nunca definen nuestro Yo Soy.
Responder o sabernos definir ante el Yo Soy puede llegar a convertirse en un obstáculo para nuestra paz mental. Saber quienes somos y hacia dónde queremos ir es una de las bases para encontrar bienestar en la cotidianidad.
Y aunque sea difícil aceptarlo, nuestro conocimiento sobre nosotros mismos está limitado. Varios aspectos de nuestra personalidad son mejor conocidos por quienes nos rodean que por nosotros, debido a que nuestra visión sobre mucho de lo que hacemos o somos, está sesgada.
Definir el Yo Soy puede no ser siempre fácil. Cuando no sabemos quienes somos, ni los caminos que queremos seguir en la vida, la ansiedad, el malestar y el miedo pueden tomar el control.
Sería bueno comenzar por deslastrarnos de esos Yo Soy que no somos, que no nos definen. Podríamos empezar por cambiar nuestra narrativa para descubrirnos y reencontrarnos con nuestro verdadero Yo Soy.
María Elena Araujo Torres
