Ya sea en bicicleta, embarcaciones o con otros medios, la religión vuelve a manifestarse en las calles con masivas muestras de fe.
Como cada 8 de diciembre, cientos de misioneros se preparan para una nueva peregrinación a Itatí, Corrientes, lugar donde se ubica la Basílica que congrega año a los devotos de la Virgen María. Ya sea en bicicleta, embarcaciones o con otros medios, la religión vuelve a manifestarse en las calles con masivas muestras de fe. En esta nota los testimonios de algunos peregrinos.
Sin dudas uno de los protagonistas desde hace décadas y referente de la peregrinación a Itatí desde Misiones desde hace más de 40 años es don Teófilo Zurdel.
Firme como un roble con 90 años sigue dando vueltas por su bicicletería con la ayuda de sus hijos y nietos y siempre recordando a Silvia, su esposa se le adelantó en la partida, hace algunos años.
El bicicletero y peregrino contó como allá por 1981 decidieron pedalear hasta la Basílica para pedir por la salud de un nieto y que esa acción fue contagiando a miles que hoy hacen la misma travesía.
Hoy siguen saliendo de La Rotonda de Posadas a las 6 de la mañana y las paradas por el camino son las mismas, en el Arco, en San Borja, en Villa Olivari, la 38, Ituzaingó e Ita ibaté.
Cientos de miles de anécdotas, paciencia, oración y constancia, además de un equipo y un entrenamiento que suele ser de varios meses para lograr sortear los 263 kilómetros. El peregrinar que lleva cada uno en su corazón, el que cada uno sabe y atesora, con amor y sacrificio, en honor a María de Itatí.
La peregrinación a Itatí es una de las tantas muestras de amor a Dios
Gervasio Silva, cura párroco de la Iglesia Jesús Misericordioso de Itaembé Miní de Posadas, reflexionó acerca de la muestra de fe, su significado y la posibilidad de convivir en paz en una sociedad que busca a Dios o a las distintas advocaciones marianas para vivir la experiencia y regocijo de la espiritualidad.
“En la Iglesia Católica, las peregrinaciones y el hecho mismo de peregrinar tiene su fundamento teológico, con lo central de la fe. Para nosotros la vida trasciende a este mundo. Por lo tanto, entendemos que somos peregrinos del cielo, que nuestro hogar definitivo es en el cielo junto a Dios. Por eso entendemos nuestra vida como un largo peregrinar y todas las peregrinaciones que hacemos a una basílica, a una iglesia, con motivo de una fiesta patronal, cada vez que hay una fiesta patronal en una iglesia. Ahora lo de Itatí, que es una peregrinación casi exclusiva de los misioneros”, dijo.
A ello agregó esta manifestación pública es particular como la experiencia de cada persona. Lo que vive cada uno, en la fe como cristiano y en lo personal, expresando un pedido o agradeciendo una bendición.
“Fíjate que el hecho de que una persona de repente agarre una bicicleta y pedaleé 250 – 280 kilómetros para llegar hasta Itatí con todo el esfuerzo que significa, o lo que fue aquí en nuestra provincia hace muy poquito la peregrinación a Loreto, tiene que ver con una vivencia concreta en relación con la madre de Jesús o con Jesús”, explicó.
Al tiempo que ponderó estas muestras de amor hacia “mamá María, que es la mamá de Jesús”, que tiene fe, por supuesto en Dios, en Jesús y que se considera acompañado y sobre todo escuchado por Dios.
Remarcó sin duda alguna que estas acciones no son indiferentes para Dios, sino que no, que al contrario que Dios las ve con agrado, porque son muestras de amor.
Devoto y amante de la Virgen María
Omar Franco es de “corazón mariano”. Se emocionó hasta las lágrimas al tratar de poner en palabras lo que siente, cómo es ser un peregrino y cuánto significa poder llegar cada año hasta la Basílica de Itatí.
Hace 27 años junto a un grupo de amigos, como tantos otros peregrinos, pedalea hasta Itatí y se confesó “amante de la Virgen María”, sumamente conmovido por las bendiciones que recibió y recibe en su vida, casi no puede hilar una oración porque la emoción le quiebra la voz.
No se trata solamente de llegar, sino de poder hacerlo para pedir por cada intención, por cada proyecto, pero también agradecer la vida, la familia, el trabajo y que todos tengan el pan en la mesa.
Este año, es más especial aún, porque además de concretar el viaje, llevarán consigo la imagen de la virgencita que en vida supo acarrear David Bordón, el “Gordito” para sus amigos.
Feliz y con gozo en el corazón, ese que no se disimula, que brota en su mirada, encara los últimos preparativos para el próximo 6 de diciembre que, desde hace unos años, no lo ve sobre una bicicleta, sino al mando del grupo de apoyo para acompañar a su grupo peregrino.
Hace 27 años peregrinan a Itatí en botes
Américo Galarza y Gerardo Romero son peregrinos que realizan la travesía náutica para llegar a Itatí cada 8 de diciembre. Pertenecen a la comunidad de la Iglesia San Antonio y como parte de su peregrinar realizan una tarea social para compartir en comunidad y asistir a las familias más necesitadas de la costa del Paraná.
Organizados por meses y con la fe como bandera, realizan misas, rezan el rosario y llegan hasta el puerto de Itatí donde la emoción los embarga cada año, al llegar con vítores para la Virgen María y la alegría de poder compartir juntos en familia y con amigos.
“Voy con mi esposa, hijos y nietos” contó Gerardo que se emocionó al relatar cómo se vive la experiencia durante el viaje con la cúpula como guía y que casi como por arte de magia, aparece y desaparece según la geografía costera.
“Es indescriptible. Es muy emocionante, hay algo que no se puede explicar con palabras. Son cosas que hay que vivirlas y nosotros lo hacemos cada año. Peregrinar hacia la casa de mamá María realmente es muy emocionante.
Además de organizarse, el grupo junta por varios meses elementos y alimentos para llevar y con ello colaborar con las familias ribereñas que más lo necesitan. Y para los que no pueden ir, pero tienen sus intenciones personales, está en la Iglesia San Antonio una urnita, donde quien desee puede poner sus intenciones, y esas cartas son llevadas al altar de la Virgen de Itatí en su día.
“Peregrinar a Itatí es estar unidos en la fe y afianzar la camaradería”
Jorge Casto y Daniel Stekler, son dos amigos devotos de la Virgen de Itatí y peregrinos que hace más de 11 años, junto a un numeroso grupo, realizan la travesía náutica hasta la Basílica en honor a la Virgen María y como muestra de fe.
Para agradecer y también para pedir por la salud y el bienestar de todos, el grupo de amigos que suman más de 40 embarcaciones reedita este año la emocionante aventura que siempre conmueve sus corazones.
Aseguran que cada año volver a vivir esta experiencia de camaradería, de manifestación de fe y de amor por sobre todas las cosas hacia la Virgen María los une y emociona.
“Estamos todos emocionados, pero porque hablamos desde la fe, desde el corazón, desde las cosas buenas de compartir e ir dejando un legado ya que hay varias generaciones que ya experimentan la travesía juntos”, dijeron.
En la logística hay unos meses de preparación, para lo que se necesite, desde transportar las embarcaciones, refrigerar los alimentos y distribuir las tareas del campamento, en el que cada uno tiene asignada una tarea.
Están los que hacen el desayuno, los del almuerzo y la cena, pero eso sí, todos asumen el compromiso de velar por la seguridad e higiene del campamento. Basura que se genera, basura que se lleva, cuidando la zona de acampe y respetando la naturaleza.
Pero la experiencia sin dudas que corona las dos jornadas que comparten entre amigos, es la llegada la Basílica.
Ambos, tanto Jorge cómo Daniel, emocionados, transmitieron que es el momento de más gozo, donde se la fe se hermana con quienes los esperan y reciben para participar también de la misa y el encuentro de la imagen con los peregrinos.
Misiones | Perdieron todo, menos la fe: el incendio consumió por completo su vivienda pero el santuario con la Virgen de Itatí quedó intactohttps://t.co/g9qRVChDeK
— misionesonline.net (@misionesonline) November 8, 2022