Que el contrato con Sputnik terminó, que la guerra de Ucrania obstaculizó que la OMS autorizara las dosis rusas contra el Covid, que lo lógico era buscar socios nuevos y que entre las opciones a la vista estaba China. Esta secuencia explica que laboratorios Richmond haya anunciado este jueves un acuerdo de transferencia tecnológica con la empresa asiática CanSino Biologics.
Algunos están nombrando la novedad como “China por Rusia”, en alusión al volantazo que estaría pegando Marcelo Figueiras, director del laboratorio Richmond, una de las voces que más enfáticamente sostuvo la solvencia del laboratorio ruso, pero que ahora se ve en la necesidad de buscar nuevos horizontes. Lo logró.
Habló con Clarín de la nueva estrategia. Se rió ante el “China por Rusia”. No lo discutió.
La vacuna contra el Covid elaborada por Cansino no gozó en ningún momento de gran reputación, pero hay que decir que en cierto momento se sumó a los distintos salvavidas que fueron apareciendo cuando las dosis contra el coronavirus faltaron en el país.
No por su promesa de eficacia, ya que el formato de la “unidosis”, igual que Janssen, dejó bastante que desear durante toda la pandemia (a quienes participaron en los estudios clínicos les terminaron dando entre una y dos dosis más).
Pero ese formato (una sola dosis) resultó útil para la cobertura de la llamada “población de difícil acceso”, eufemismo sanitario con el que se designó a personas en situación de pobreza. “Personas en situación de calle, migrantes, refugiados y otros colectivos dispersos”, definió el Ministerio de Salud, entonces.
Sputnik, Cansino y el adenovirus 5
De la bitácora de la pandemia se puede recuperar que, durante algunas semanas (y en base a estudios de vacunación heteróloga hechos por Fundación Huésped), circuló que la Cansino se utilizaría como complemento de la Sputnik.
Fue justamente cuando más necesarias se hicieron las segundas dosis, formuladas en base a adenovirus 5 (ad5), tan difícil de producir -se nos explicó- y que tantos dolores de cabeza le produjo a la población que había recibido la dosis 1 (en base a adenovirus 26).
La dosis 2 de Sputnik (Rusia) y la Cansino (China) eran casi idénticas, ambas en base a ad5. Ahora, el mismo laboratorio (Richmond) tomará un rol activo en relación a la segunda.
El volantazo, en ese sentido, no es tan abrupto.
Richmond y Cansino, un nuevo capítulo
Pero el acuerdo anunciado este jueves supera el horizonte del SARS-CoV-2: la intención es sumar plataformas en las que el laboratorio chino está incursionando, sugiere Figueiras, de manera acertada y prometedora.
Entre las mencionadas están “vacunas contra el HPV, hepatitis, gripe”. Los formatos, no solo vacunas en base a adenovirus sino también “proteínas recombinantes y ARN mensajero”, aclaró.
El nuevo capítulo se liga de lleno a una empresa que le es visceral: encabezar una cruzada por la “autonomía argentina” en materia de producción de vacunas.
Esa empresa se encarna en un proyecto al que Figueiras se refiere como si fuera su bebé: la mega planta biotecnológica que Richmond está construyendo en Pilar, proyecto que requirió que la Comisión Nacional de Valores aprobara (en julio de 2021) la creación de un fideicomiso financiero que fondeara el proyecto, y con el que espera poder escalar una producción de 500 millones de dosis por año.
Entusiasta, el director de Richmond le llama “hub de producción de vacunas”. Estima un alcance grande, de liderazgo nacional y regional.
El cambio de Sputnik por Cansino
Cuando la creación de ese “hub” fue anunciada, el punto de arranque era fabricar dosis de Sputnik. Ya no.
“El contrato terminó. Tenía duración hasta las vacunas que hicimos, unos 9 millones. A partir de ahí seguía una segunda etapa para la venta de las dosis en Sudamérica. Se esperó la aprobación de OMS, que era inminente. Por razones de fuerza de mayor, la guerra (de Ucrania), eso quedó trunco y se terminó el contrato”, repasó Figueiras.
“Esta planta fue pensada para hacer distintas plataformas de vacunas. Así que seguimos avanzando y Cansino nos pareció una empresa con desarrollo muy grande y con muchas plataformas, ideal para poner en marcha el hub de producción de ciclo el completo”, analizó, y luego subrayó que “cotizan en bolsas importantes del mundo, como la de Hong Kong. Es gente pujante, enfocada en investigación y desarrollo”.
Según explicó, recibirán la tecnología desde China y las vacunas se harán “de cero” acá, con la intención de “lograr una autonomía sanitaria, que es fundamental para fabricar este tipo de productos”.
¿Fechas y más precisiones? “Por ahora, no”, dijo, aunque lanzó dos datos.
Uno, que en marzo de 2023 empezarían a tramitar las autorizaciones relativas a la planta y a la propia producción de Cansino.
Y, dos, que sumarían, en el futuro, productos de otros laboratorios. No dijo cuáles.
El deseo de Figueiras es claro y optimista, pero también ambicioso: “Tenemos la idea incorporar la mayor cantidad de vacunas que prevengan distintas patologías. Darle aplicación industrial a un montón de proyectos de científicos argentinos que se desarrollan en el Conicet. Gran cantidad de proyectos nacionales que no tienen aplicación industrial porque no hay grandes inversiones”.
AS