Yegor Kravtsov, un niño ucraniano de 8 años dejó plasmado de forma secreta en su diario de vida todos los crudos episodios que tuvo que vivir en medio de la invasión rusa y el asedio en Mariúpol.
En un sótano, escondido del conflicto bélico, Yegor contaba por ejemplo que «dormí bien, luego me desperté, sonreí y leí 25 páginas. Mi abuelo murió el 26 de abril».
El menor que hoy se encuentra en Zaporiyia, a 100 kilómetros de su ciudad natal escribió en su diario el impacto sufrido por un ataque con misiles que cayó sobre su hogar y el de muchos de sus vecinos: «Tengo una herida en la espalda, la piel está arrancada. Mi hermana se rompió la cabeza, mi madre se rompió los músculos de la mano y tiene un agujero en la pierna. Todo el mundo lloraba».
Sobre la primera vez que su madre encontró su diario de vida, la mujer recuerda que «se lo llevé a mi familia para enseñárselo. Todo el mundo lloraba. Quizá solo necesitaba expresarse para no guardar todas las emociones dentro».