La moción de Vox que desde este martes se debate en el Congreso -la sexta de la democracia y la quinta que resultará fallida- brinda una oportunidad a los dos grandes partidos, PSOE y PP, para censurarse mutuamente. El primero como sostén del Gobierno y el segundo como cabeza de la oposición, y ambos atenazados por sus alianzas presentes y futuras. El tercero en liza será Vox, firmante de la iniciativa, que ahora, tras la filtración del discurso de su candidato, Ramón Tamames, pone el foco en la intervención de su líder Santiago Abascal, decidido a exprimir sin límite de tiempo todo el ideario que su partido ofrece a los españoles enfrentándose a populares y socialistas. A los primeros, por su cobardía al abstenerse en la moción y a los segundos por defender a un presidente «autócrata».
La votación final está ya decidida: el intento de derribar al Ejecutivo con una alternativa fantasma y sin programa, personificada en el catedrático Ramón Tamames, no prosperará. La verdadera moción se dirimirá en las calles y la sentencia la dictarán las urnas.
Pedro Sánchez, con la coda de Yolanda Díaz, presentará el resultado de la votación como un aval a su gestión y Alberto Núñez Feijóo, aunque no podrá intervenir, recalcará por boca de su número dos, Cuca Gamarra, que el balón de oxígeno que cree ganar el Gobierno es momentáneo.
El presidente utilizará su tiempo ilimitado para alimentar el mensaje del miedo a un PP al que dibujará entregado a las pulsiones más extremas que alienta Vox y, en contraposición, presentará su Gobierno de coalición como un motor de progreso económico y social para una clase trabajadora que planta cara a los «ricos» y a los «poderosos».
Sánchez afronta el debate con la tranquilidad que le proporciona saber que en ningún caso la moción prosperará pero le ofrece la oportunidad de destacar los aspectos más lucidos de su gestión, aun teniendo de frente el viento de la pandemia, de la crisis inflacionista y de la guerra en Ucrania; recordar todas las ocasiones en las que el PP votó en contra de su «escudo social» y de los «avances en derechos» y, además, alertar de la nueva ola reaccionaria de «recortes y retrocesos» que, en su opinión, ahogará a los españoles si permiten la llegada al Gobierno de un PP dispuesto a pactar con Vox.
Se trata, como recalca el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, de «comparar modelos»: el de la «coalición progresista» y el de «la derecha y la ultraderecha».
La secretaria general y portavoz de los populares en el Congreso combinará el reproche a Vox, por la utilización espuria de un instrumento constitucional como la moción de censura para lanzar una «campaña de marketing», con la crítica dura a un presidente del Gobierno que «sobrevive blindado por una alianza frankenstein» a la que se pliega por el interés personal de mantenerse en el poder.
El PP está de acuerdo en que Sánchez es merecedor de la censura pero cree que esta debe llegar de la mano de los españoles, primero el 28 de mayo en los comicios municipales y autonómicos y, después, de forma definitiva, en las elecciones generales previstas para diciembre.
Los populares son conscientes de que se les golpeará desde ambos flancos y pretenden convertir las críticas que les viertan desde el bloque progubernamental y desde Vox como una prueba de que se les ataca porque son la «única alternativa posible» y así lo confirman los sondeos.
El PP intenta situarse en una suerte de posición central, alejada de la «política de trincheras y de bloques», en palabras de Gamarra, esbozando una propuesta de «moderación y diálogo». En este sentido, dicen estar convencidos de que el rechazo que provoca, tanto en el PSOE como en Vox, su decisión de abstenerse en la votación final, viene a demostrar que están «en el camino correcto». Sobre este punto, también recuerdan que la abstención fue precisamente la opción escogida por los socialistas ante la moción de censura que planteó Podemos, con Pablo Iglesias como candidato, contra el Gobierno de Mariano Rajoy.
"Retratar a Sánchez"
Por parte de Vox, la intención oficial es la de «retratar a Sánchez y su Gobierno ilegítimo». Destapar a un presidente que «ha hecho de la mentira el principal motor de su estrategia» y que ya «no tiene la confianza de la mayoría de los españoles».
Como candidato alternativo, obligatorio en cualquier moción de censura, Vox presenta a Ramón Tamames, un hombre que ha transitado por todos los colores del arco político pero que, a sus 89 años, no está adscrito a ningún partido. Su discurso, en definitiva, sólo le representará a él por más que Vox aplauda su defensa de la Constitución, de la unidad, de la monarquía y de la bandera y deplore la política «autocrática» de Sánchez.
La posición de Vox la desplegará Santiago Abascal. Él será quien abra el debate exponiendo sin límite de tiempo todo el argumentario de su partido. Será, explican en la formación, la puesta de largo del programa que Vox ofrece a los españoles para las próximas citas electorales.
Abascal, si Sánchez sube a la tribuna para darle réplica, aprovechará además para presentarse, en ausencia de Feijóo, como el líder que mantiene en alto la bandera de la oposición frontal al Gobierno. Desde Vox se ha criticado insistentemente al PP por haber anunciado su abstención en la votación final. El propio Abascal ha urgido a Feijóo a reflexionar y votar a favor de la censura, aun cuando ni siquiera con los escaños populares la moción prosperaría. En Vox no descartan hacer hoy un último intento.
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