El serbio, condicionado por su negativa a vacunarse contra el covid, regresa en un torneo pequeño y jugará después en Astana, Paris-Bercy y las ATP Finals, si confirma su clasificación
El pasado 10 de julio, poco después de ganar su séptimo Wimbledon y vigesimoprimer Grand Slam, Novak Djokovic ya dejaba claro que no iba a dar un solo paso atrás en su beligerante actitud contra la vacunación frente al covid y que tenía escasas esperanzas de poder disputar el Abierto de Estados Unidos. Dicho y hecho. Al balcánico no le ha importado renunciar a la posibilidad de cazar a Nadal llevándose el título en Nueva York ni seguir desplomándose en el ránking tras no defender la final de 2021 en Flushing Meadows.
De entonces acá, Djokovic sólo se ha dejado ver en la despedida de Roger Federer en la Laver Cup, torneo de exhibición por equipos donde ganó a Frances Tiafoe y perdió ante Felix Auger-Aliassime, quejándose de problemas en la muñeca derecha. «Hoy he entrenado durante prácticamente dos horas y la he sentido bien. Estoy feliz de que mi lesión haya quedado atrás y espero que siga así a lo largo del torneo», manifestó este martes en la víspera de su reaparición oficial, que se producirá en dobles, junto al israelí Jonathan Erlich, antes de disputar mañana los octavos del cuadro individual ante el vencedor del partido entre Thiago Monteiro y el español Pablo Andújar.
Djokovic vuelve en el ATP 250 de Tel Aviv, un torneo pequeño que disputa para seguir ganando ritmo competitivo transcurridos casi tres meses desde su última encuentro oficial. Una vez clausurados los torneos de la gira asiática debido a la pandemia, su intención es jugar la semana próxima el ATP 500 de Astana, a partir del 31 de octubre el Masters 1000 de Paris-Bercy y del 13 al 20 de noviembre las ATP Finals.
Por un lugar en Turín
Pese a haber caído hasta el puesto decimoquinto del ránking, podría clasificarse para el torneo que reunirá en Turín a los ocho mejores de la temporada merced a la norma que permite hacerlo al ganador de un major si cierra el curso entre los 20 mejores, algo que en condiciones normales está en disposición de lograr. Nole jugará en Tel Aviv el octavo torneo de una temporada completamente atípica desde su intento frustrado de disputar el Abierto de Australia sin vacunarse contra el covid. Además del título en Wimbledon, ganó con anterioridad el Masters 1000 de Roma e hizo final en Belgrado.
Con 35 años, por un lado agradece llevar sólo 29 partidos oficiales, sin ocultar su preocupación por cómo pueda afectarle en la cancha estar tan corto de competición. Sus objetivos son nítidos desde hace tiempo. Al igual que Rafael Nadal, tiene en los grandes casi su exclusivo punto de mira. Una vez retirado Federer, con quien, no obstante, apenas se contaba ya para tamañas empresas, la lucha por terminar con más majors es definitivamente un mano a mano entre el zurdo y el jugador de Belgrado.
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