El seleccionador Walid Regragui, ex jugador del Racing de Santander, fue contratado hace seis meses para reconducir a un equipo roto. Ziyech, la estrella en Qatar, había renunciado a jugar
Hace nada más que tres meses, a finales de agosto, WalidRegragui recibía una llamada inesperada. Con un escaso currículo como entrenador, la Federación marroquí ofrecía a este ex jugador del Racing de Santander hacerse cargo de la selección. La razón era devolver un poco de sosiego a un grupo roto por los métodos del iracundo Valhid Halihodzic, que se había peleado, entre otros, con Ziyech, lo que había provocado la renuncia del jugador del Chelsea a su selección. El reloj de arena del Mundial se consumía y había que actuar. Aceptó y la primera llamada fue a Londres. Tres meses más tarde, Ziyech aprovechó un error de Canadá cuando sólo habían pasado cuatro minutos para abrir el sueño de los octavos, algo que Marruecos sólo había conseguido una vez, en México en 1986. El país entero se ha echado la calle, también muchos marroquíes en la propia Doha. España ya sabe que le espera un equipo inflamado, con un líder de buena cabeza y una atmósfera en contra en el primer Mundial en la cultura árabe.
No es un líder. Son varios. A Regragui, un tipo pausado pero que exige compromiso y no calcula en los momentos clave, se le une Achraf Hakimi, el jugador nacido en Madrid y formado en el Real Madrid, además de Ziyech y otros futbolistas que juegan en la élite europea. Varios lo hacen en España, como los sevillistas Bono y En-Nesyri, autor del segundo tanto frente a los canadienses en el último partido del grupo.
15 nacidos fuera del país
De los 26 jugadores que fueron convocados por Regragui, 15 han nacido fuera de Marruecos pero han decidido competir con la selección de la tierra de sus padres, de sus familias, hecho que le otorga al equipo una carga emocional muy especial. La mayoría, curiosamente, proceden de Bélgica, el equipo al que derrotaron y que se ha quedado fuera del Mundial. Es el caso de Amallah, Chair, El Khannous y Zarouy. Alguno de esos jugadores, como ocurría con Ziyech, tenían el veto del anterior técnico.
Achraf, actualmente en el PSG, es el ejemplo más claro, porque a pesar de que podría haber jugado con España, siempre decidió que quería hacerlo con Marruecos. «Soy parte de su cultura», ha reiterado. El jugador, musulmán practicante, se ha convertido en uno de los líderes del equipo por su discurso.
Intenso y con cambios clave
Marruecos ha empatado con Croacia (1-1) y ha derrotado a Bélgica (2-0) y Canadá (2-1) para convertirse en una de las revelaciones de este Mundial. Es un equipo intenso en las acciones, fuerte defensivamente y rapidísimo en las transiciones, con bandas como puñales, una de ellas de Achraf. Regragui ha demostrado tomar muy buenas decisiones durante los partidos, con cambios clave, como los goleadores ante los belgas. Los jugadores se lo agradecieron con el manteo después de ganar a Canadá y clasificarse.
«No somos un equipo, somos una familia», dijo Achraf tras la clasificación. «Nuestro grupo tiene una buena mentalidad. Desde el primer día aquí nos hemos dicho que era el momento de cambiar la mentalidad de todos los jugadores y que nuestra generación hiciera cosas positivas», añadió para concluir: «Me siento orgulloso de jugar para Marruecos y hacer que el país sienta lo mismo».
Ese orgullo se aprecia, asimismo, en las calles y plazas de Marruecos, que anoche festejaban este hito, 36 años después de que lo hiciera la selección de Ezaki Badou. También la de moschos seguidores que trabajan en Qatar y otros ciudadanos árabes que viven en el país. España luchará contra un rival crecido y una grada en contra, el próximo martes, en el Estadio Education City de Doha.
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