La noche electoral ha dejado en Italia una ganadora indiscutible, Giorgia Meloni, y muchos perdedores. Algunos, como Luigi Di Maio, otrora figura de Cinco Estrellas, sabía desde hace semanas que su escisión de última hora rompiendo el partido no iba a terminar bien, pero, incluso, su única aspiración, sacar él mismo escaño, se ha visto truncada. Lo mismo le ha ocurrido a la Unione Popolare del ex fiscal De Magistris, apoyado por Pablo Iglesias, Jean-Luc Mélenchon y Jeremy Corbyn, que se ha quedado en 400.000 votos, insuficiente para tener representación. Pero para dos de las principales figuras, Enrico Letta (PD) y Matteo Salvini (Lega), la derrota ha sido más sangrante y tendrá consecuencias más relevantes en el tablero político nacional.
Letta y Salvini son dos figuras antagónicas. El primero, de larga tradición socialista y académica, fue primer ministro durante unos meses y su partido le pidió que volviera de París para resucitarlo tras la espantada de Matteo Renzi. Hombre educado, sobrino de Giani Letta, asesor íntimo de Berlusconi, políglota, ha asumido la responsabilidad de la derrota y anunciado que da un paso al lado, invitando a las nuevas generaciones a reflotar, desde abajo, el 'partito'.
"Hoy es un día triste para Italia y Europa. Nos esperan tiempos duros y no me voy a presentar a la reelección para secretario general, hace falta un nuevo líder.", ha dicho este lunes en una conferencia de prensa para analizar los resultados electorales, que han dejado al PD en el peor resultado de su historia. No es una dimisión inmediata, en caliente, porque cree que le corresponde a él cargar con las consecuencias y llevar las riendas hasta que haya un nuevo congreso, probablemente antes de febrero. "Mi responsabilidad acabará ahí, es un gesto de amor", ha explicado.
Letta cree que hace falta un giro y que ni él ni su generación son los indicados. Los analistas y los críticos entre sus filas, como algunos senadores, le reprochan y no le perdonan que se negara en redondo a ir de la mano de Cinco Estrellas a estos comicios. Los datos muestran que un bloque de centroizquierda, que sumara, además, de la pequeña coalición que ha concurrido unida (PD, ecologistas, Di Maio, el partido de Emma Bonino) al Movimiento de Giuseppe Conte y a los centristas de Renzi y Calenda habría sacado más votos que la derecha. Letta, defraudado con la "irresponsabilidad" de Cinque Stelle, que llevó a la caída del Gobierno Draghi, no torció la mano. Muchos de los suyos le pedían flexibilidad, cintura, que se tapara la nariz, porque no tenía sentido denunciar el regreso del fascismo y no hacer todo lo posible para frenarlo, pero el ex primer ministro se negó.
El análisis debe ser más fino, porque Renzi y Calenda tampoco estaban dispuestos a unirse a los que traicionaron a Draghi, pero Letta ha asumido su responsabilidad en la decisión y los resultados y se hace a un lado. No ha dado pistas, pero en la Via del Nazareno, donde está la sede histórica, todos los ojos están puestos sobre Elly Schlein, que fue eurodiputada la pasada legislatura, tiene menos de 40 años y es la estrella emergente.
Salvini se aferra a la silla
"Los resultados no me satisfacen, no son para lo que hemos trabajado, pero no dimitiré". Al otro lado del espectro, Matteo Salvini, líder de la Lega, mucho más pasional, impulsivo, agresivo. Representante de una policía más mediática, volcando en las redes, las imágenes, la viralidad. El hombre que llevó a la transformación de La Lega Nord en un movimiento nacional, que fue ministro del Interior con Conte de primer ministro y al que las encuestas llegaron a dar más de un 35% de intención de voto. Salvini rozó con los dedos lo que ha conseguido Meloni, pero tras sacar un 17,4% en las elecciones anteriores, en 2018, ha visto cómo los votantes se iban todavía más a la derecha y le dejaban en el 8,78%, casi superado de nuevo por Forza Italia.
Salvini cree que el haber formado parte del Gobierno de Conte junto a Cinco Estrellas, y haber estado también en el de Draghi después, le ha pasado factura, pero no lo considera un error. "¿Lo volvería a hacer? Sí, pero sabemos que nos ha costado un precio", ha explicado hoy también ante los medios al valorar las elecciones. "No es lo que queríamos, pero con el 9% estamos dentro de un Gobierno de centroderecha y seremos protagonistas", ha afirmado.
"La decisión de los votantes está clara: han optado por quienes fueron oposición y quienes hicieron caer al Gobierno Draghi. El votante siempre tiene razón y es evidente. Los años del Covid han sido duros y antepusimos, con convicción, el trabajo por el país a los intereses del partido. Me fui a la cama encabronado, pero me he despertado con fuerzas recargadas y más ganas que nunca", ha apuntado. Ninguna mención a una posible dimisión, pero en el norte empiezan a multiplicarse los ruidos.
"Como dijo Rousseau en su contrato social, el pueblo te escoge para representarlo, pero cuando ya no lo representas, te quitan tu delegación. Es innegable cómo el resultado obtenido por la Lega es absolutamente decepcionante, y no podemos resignarnos con justificaciones simplonas. Es un momento delicado para la Lega y sería bueno afrontarlo con seriedad porque es fundamental entender a fondo qué aspectos han llevado al votante a elegir así", ha avisado Luca Zaia, gobernador del Véneto y uno de los pesos pesados de la formación.
Salvini, tras un lustro sin que nadie le tosiera, está nervioso por primera vez. No hay un heredero o sucesor natural, y, de eso, se ha encargado a conciencia, pero como decía el viejo mantra de la formación Padana sobre esa "Roma ladrona", la Lega nunca perdona.
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