Muentes Incendios Hostelería 'Torero' Julio Romo

Mucientes despidió este miércoles al empresario y hotelero Julio Romo Fernández. En la misa de la Iglesia de San Pedro Apóstol asistieron vecinos de la región y amantes de laRuta de los Vinos Finos, Cigares y las bodegas que Julio ayudó a fundar. No solo creó y dio a conocer desde cero los restaurantes La Cueva (Mucientes) y La Dama de la Motilla (Fensaldaña), sino que creó los restaurantes con sus propias manos, por lo que el término puede aplicarse literalmente. “Era manitas, muy buen albañil y se adelantó a su tiempo”, resume su yerno Joaquín 'Kini' López. Ahora dirige La Dama de la Motilla con Mariví, uno de los tres hijos de Julio Romo.

Pero en la vida de este hombre hecho a sí mismo había una pasión conocida por todos los habitantes de Musentes. Para ellos, era simplemente un "torero". Porque desde muy joven su afición por el toreo le llevó a la escuela taurina cuando estaba aprendiendo las disciplinas de palas, cemento y paletas. Dio sus primeros pasos por el pueblo de los alrededores con un traje de luz. Posteriormente, se impuso el realismo de la época. Todavía se encuentra en los Mucientes, pero no lejos de La Cueva, una carpa que construyó Romo para organizar capea y pequeños festivales taurinos.

La compasión y la generosidad de Julio dejaron una huella significativa en muchos proyectos de vivienda y construcción en Musentes, Fuensardanha, Cigares y sus alrededores, donde su mediana empresa constructora tenía una gran demanda. Aunque lo que más destaca de su vecina es su carácter. “Siempre cariñosa y amable, y dispuesta a colaborar con todo lo que le pidamos al Ayuntamiento para cualquier evento o celebración”, recuerda la alcaldesa de Musentes, Emiliana Centeno.

Su carácter inquieto y emprendedor le llevó a iniciar sus aventuras hoteleras en 1986. Abrió una bodega familiar con su esposa, Victoria, y sus hijos, que aún son adolescentes. Era una pequeña tienda con 10-12 mesas. Tres años después, hubo un gran salto adelante. Mariano Martín (entonces propietario del hotel Olid Meliá) le vendió el actual La Cueva. Convertirlo en un restaurante fue un gran desafío. Una bodega con una historia de al menos dos siglos, 13 metros bajo tierra y unos 1.200 metros cuadrados. «Fue una tarea muy difícil -una continuación de Quini López-. Cerró la anterior y llevó a su familia a sumarse a un proyecto al que le había dedicado más de dos años.

Dos grandes proyectos que establecieron puntos de referencia para la industria hotelera

Los resultados valieron la pena. La Cueva es un referente de bodegas de restauración, con nueve comedores y un homenaje a su pasado. Tres prensas de vino históricas y dos pozos todavía están en funcionamiento en el pequeño museo del vino. La arqueología de pura bodega es hoy la responsable del cuidado y continuación de los dos hijos de Julio, José y Julio.

Durante el auge, La Cueva podía alimentar a unas 800 personas en dos turnos. Los altibajos de la vida nunca privaron a Julio de ser generoso con su entorno. «Se dedicó a los demás. En momentos difíciles, fue comprensivo con los pagos pendientes de los proveedores y el ayuntamiento.

En los optimistas comienzos de los 90, Julio quiso dar un paso más y le sugirió a Quini que una antigua discoteca de Fuensardagna se convirtiera en La Dama de la Motilla. Una vez más, hizo su mejor trabajo como constructor y se enfrentó a la tarea de transformar un club nocturno obsoleto en un restaurante moderno.

En 2013, la Asociación de Hosteleros de Valladolid incluyó a Julio Romo entre sus ganadores de la carrera del año. Compartió percepciones con Daniel Vaquero (Mozart y Amadeus's Hotel) y Roberto Monge (Herminio's Jazz). También con Carlos Amigo, el Cardenal Rio Secan, ganador del Premio Conde Anzres. Amigo falleció hace unos meses. Tenía la misma edad que Julio, 87 años.

Su último gran proyecto, Sra. Matira, acaba de celebrar sus bodas de plata. Un evento que coincide con el honor de ser incluido como recinto recomendado en la Guía Repsol 2022. Roma en julio.