Según ella, no fue nada planificado: se levantó por la mañana, preparó el desayuno a su hija y la dejó en el autobús para ir al colegio. Después, volvió a casa, se metió en la cama, cogió todas las pastillas que encontró y se las tomó. «Solo pensaba: 'quiero dormir y no despertar'».
Cuatro años después, P. I. ha podido empezar a habl
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