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El eco del himno gallego

Balaídos celebró más antes y después del partido que durante en un día sin incidentes

Con césped de estreno para pisar en blando, el derbi pasó ayer por Balaídos sin estridencias y con buen ambiente. No hubo hermanamiento entre aficiones, igual que no hay milagros, pero tampoco hubo que lamentar problemas más allá de algún que otro cántico desafortunado. Si no se quiere aprender, se hace muy complicado enseñar.

Y eso que la soleada y algo ventosa tarde comenzó de la mejor manera posible, coreando el himno gallego como símbolo de unidad entre los otrora principales clubes de fútbol de Galicia. Siempre resulta emocionante escuchar a gritos ese “Fogar de Breogán”, aunque este deporte no siempre resulte muy hogareño.

El millar escaso de seguidores herculinos ocuparon uno de los laterales de Río Alto. Desde allí intercambiaron misivas en forma de cánticos y de gritos. Y protagonizaron el parón del partido justo tras el tanto inicial celeste, con un simbólico lanzamiento de paquetes de pañuelos de papel, haciendo referencia a la sanción impuesta por una circunstancia similar ocurrida en Riazor. Nada peligroso, pero eso no fue óbice para que el colegiado detuviese el juego hasta que, desde la megafonía del estadio, se solicitase frenar el lanzamiento de cualquier tipo de objeto sobre el campo.

La grada de animación celeste se había empeñado en hacerse oír por encima de los cánticos deportivistas y a fe que lo consiguió. El ambiente creado en su espacio de Río Bajo contagió en varios momentos del partido al resto del estadio, aunque en lo futbolístico el duelo no fuese para tirar cohetes.

El festejo fuerte llegó al comienzo, con el tanto de Iker Losada. Pero al final, los aficionados también quisieron tener un detalle con los jugadores locales, que se acercaron a ellos al igual que los deportivistas agradecieron a los suyos el desplazamiento.