El Gobierno y el PP han trasladado su batalla fiscal a la sesión de control al Ejecutivo, en el Congreso de los Diputados, dejando ver, una semana más, que les separa un abismo en sus posiciones, y que ambos están dispuestos a golpear donde más duele. La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, afeaba al principal partido de la oposición su política fiscal "destructiva", que "desmonta el Estado del bienestar", y se servía del recorte de impuestos anunciado por Reino Unido como espejo del "desastre" que atribuye a las políticas del PP.
Por su parte, el diputado Carlos Rojas respondía a las críticas de Calviño a su modelo fiscal sirviéndose de las contradicciones del adversario: "Pregúntele a Ximo Puig", le espetaba, en referencia a la decisión del presidente de la Generalitat Valenciana, de filiación socialista, de saltarse el guion de La Moncloa en materia impositiva, abriendo así una grieta al discurso del Ejecutivo. Hasta el momento, en Moncloa han reclamado "responsabilidad" a Puig y le han recordado que cuando se rebajan impuestos hay que "recortar", si bien la dimensión de las diferencias de modelo se podrá medir cuando presenten su paquete de medidas fiscales, en los próximos días. Por lo pronto, la posición de Puig es un dolor de cabeza, y en el PP lo saben.
El Gobierno y el PP han trasladado su batalla fiscal a la sesión de control al Ejecutivo, en el Congreso de los Diputados, dejando ver, una semana más, que les separa un abismo en sus posiciones, y que ambos están dispuestos a golpear donde más duele. La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, afeaba al principal partido de la oposición su política fiscal "destructiva", que "desmonta el Estado del bienestar", y se servía del recorte de impuestos anunciado por Reino Unido como espejo del "desastre" que atribuye a las políticas del PP.
