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El liderazgo de Aragonès suscita dudas en ERC

La sombra de Junqueras planea sobre el presidente de Cataluña, debilitado porque no logra pactar con el PSC los presupuestos

Pere Aragonès y Oriol Junqueras, ambos en el centro de la imagen, en el congreso de ERC en Barcelona.
Pere Aragonès y Oriol Junqueras, ambos en el centro de la imagen, en el congreso de ERC en Barcelona.EUROPA PRESS

La figura de Pere Aragonès empieza a suscitar dudas en el seno de ERC, donde Oriol Junqueras aguarda el momento de acabar con la bicefalia y ejercer de nuevo como líder supremo. Los bajos índices de popularidad que tiene el presidente de la Generalitat entre los catalanes, como advierten sondeos recientes, cuestionan su intento de convertirse en el líder del nacionalismo «más pragmático» y ahondan la distancia entre los integrantes del círculo de Aragonès y la vieja guardia de Junqueras, encastillada en el partido, el grupo parlamentario y cargos institucionales.

Unas diferencias internas que los republicanos han logrado tapar, ya que ninguna de las facciones quiere poner en riesgo la provechosa gestión en solitario de la Generalitat, pero que explican el nerviosismo mostrado por Aragonès esta semana. Incapaz de sacar adelante los presupuestos para el 2023 y con un Ejecutivo cuya debilidad parlamentaria es retratada por la oposición pleno tras pleno, el presidente admitió su precaria situación al casi suplicar el apoyo del PSC a las cuentas públicas.

En medio de una huelga de profesores, médicos y taxistas, Aragonès convocó una rueda de prensa para tragarse el sapo de aceptar el impulso de la autovía B-40, una de las exigencias de Salvador Illa y a las que ERC lleva años oponiéndose por motivos medio ambientales. Una primera cesión que puede venir seguida de otras, como la ampliación del aeropuerto de El Prat, cuando ERC y PSC retomen las negociaciones presupuestarias.

«Hemos dado una lección de generosidad, las decisiones complejas son para los valientes», afirmó ayer Aragonès a modo de justificación, en el congreso que ERC celebrado en Lleida. Cónclave en el que las bases ratificaron la «vía montenegrina» hacia el referéndum de autodeterminación pactado con el Estado.

Estas urgencias de ERC por contar con el PSC, que amarraron hace semanas el insuficiente apoyo de los comunes a los presupuestos, contrastan con la calma de un Illa que ha decidido cocinar a fuego lento al presidente de la Generalitat y hacerle sufrir su menosprecio y un error de cálculo: haber pensado que el acuerdo de ERC con Pedro Sánchez en el Congreso le aseguraba de forma directa el voto favorable de los socialistas catalanes en el Parlament.

El de las cuentas no es, sin embargo, el único problema que acucia Aragonès. Su gris figura había sido presentada por los publicistas del Gobierno catalán como el rasgo de un hombre trabajador, eficiente y que iba a imponer un liderazgo más pragmático tras los años convulsos del procés. Una fórmula que gozó de cierta eficacia mientras pudo ir pactando con Sánchez todas las concesiones del Gobierno al independentismo, de los indultos a la derogación de la sedición y la reforma de la malversación. Logros que justificaban una mesa de diálogo bilateral muy criticada por amplios sectores del nacionalismo.

Juicios del 1-O

No obstante, el anuncio de la Fiscalía de que no va a rebajar la petición de penas por malversación a los políticos condenados por el procés desactiva los efectos de la modificación pactada por los republicanos con el Gobierno y complica el escenario judicial para los 21 ex cargos del Govern pendientes de juicio por su participación en el 1-O.

A la espera de que los fiscales de Cataluña se pronuncien, hay dos dirigentes de ERC y muy próximos a Junqueras, claves en la preparación del referéndum ilegal desde el Departamento de Economía, como son Josep María Jové y Lluís Salvadó, que se enfrentan a una condena de ocho años de prisión.

La posibilidad de que acaben en la cárcel ha agitado las aguas en la cúpula de ERC. Su encarcelamiento encendería a las bases de ERC y empujaría a Aragonès a una ruptura total con Sánchez y el final de su «vía de diálogo». También del liderazgo de Aragonès en ERC, cada vez más cuestionado debido a su dificultad para conectar con el electorado nacionalista, como muestra una reciente encuesta en la que el catalán es el presidente autonómico peor valorado en su comunidad. Dramático contraste con la popularidad de la que goza Junqueras, a quien le gusta cada vez más exhibir que él sigue siendo el verdadero patrón del partido.

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