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Junts per Catalunya desoye a Carles Puigdemont, se mantiene por el momento en el Govern y consultará a su militancia

Los 'posconvergentes' dan de plazo hasta el domingo a Pere Aragonès para que les dé garantías de cumplir el pacto de investidura

Los dirigentes de Junts per Catalunya antes de la ejecutiva.
Los dirigentes de Junts per Catalunya antes de la ejecutiva.EFE

Junts per Catalunya ha decidido esta tarde poner en manos de su militancia la decisión de mantener la coalición con Esquerra Republicana o abandonar el Govern.

Los posconvergentes desoyen al sector capitaneado por su presidenta, Laura Borràs, y Carles Puigdemont y por ahora no rompen el Ejecutivo. Se impone de este modo el ala más pragmática, personificada en el secretario general, Jordi Turull.

Junts someterá a una consulta entre sus afiliados, los días 6 y 7 de octubre, el futuro del Ejecutivo tras la última crisis con sus socios.

Según ha explicado Turull, la ejecutiva del partido, reunida durante nueve horas, "ha aprobado por unanimidad una propuesta de concreciones para garantizar el acuerdo de gobierno". Este documento será trasladado al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, a quien dan un plazo hasta el próximo domingo para negociar el contenido.

Los posconvergentes siguen poniendo el foco en tres puntos que consideran neurálgicos para restablecer la confianza con los republicanos: un frente unitario de los dos partidos en el Congreso y el Senado, organizar un órgano de dirección del procés formado por partidos y entidades independentistas, como la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural, y dar carpetazo a la mesa de diálogo con Pedro Sánchez si no es para negociar la autodeterminación y la amnistía. Y Junts pretende que el jefe del Govern se comprometa a fijar "plazos y garantías" en estos tres temas.

Como una versión política del gato de Schrödinger, la apariencia del Gobierno catalán sigue siendo la de estar a la vez vivo y muerto. Con la decisión de Junts no se cierra, por ahora, el que está siendo momento de máxima tensión en la coalición de gobierno que ambos partidos mantienen desde 2016, cuando unieron fuerzas bajo las siglas Junts pel Sí. Todo ello a las puertas del quinto aniversario de una fecha tan señalada para el independentismo catalán como el 1 de octubre.

La tensión entre ambos partidos durante estos años ha tenido episodios de todo pelaje. No en vano, la formación del actual Gobierno se demoró más de tres meses desde la celebración de las elecciones autonómicas y necesitó tres votaciones para certificar la investidura de Aragonès, que en los dos primeros plenos se topó con la abstención de los posconvergentes.

Los escenarios que se abrirían si Junts abandona el Ejecutivo son inciertos, aunque desde Esquerra descartan una convocatoria de elecciones anticipadas. Los republicanos deberían explorar los apoyos del PSC y En Comú Podem para sostenerse en minoría.

El capítulo de esta semana arrancó en el Debate de Política General del pasado martes, cuando el presidente del grupo parlamentario de JxCat, Albert Batet, advirtió a Aragonès que su partido le pediría que se sometiera a una cuestión de confianza si no les ofrece "garantías y concreción" sobre el cumplimiento del acuerdo de investidura que sellaron en 2021.

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