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La espera de Shibasaki, el mundialista del Leganés que adora a España: "Pude haber sido pescador"

Japón - España (20.00)

Gaiku era fan de Xavi Hernández durante su adolescencia. Intocable en Rusia 2018, aún no ha disputado ningún minuto. "Siento mucho orgullo cuando me pongo la camiseta de Japón"

Gaiku Shibasaki, en la previa del partido ante España.
Gaiku Shibasaki, en la previa del partido ante España.J.J.GuillenEFE

No debe de ser tarea sencilla vivir un Mundial desde el banquillo, sobre todo cuando ya has tenido la experiencia de hacerlo sobre el césped. Y además, siendo pieza indispensable para tu selección. Pero Gaku Shibasaki (Noheji, 1992) es un tipo imperturbable y sereno. Charla sosegado con EL MUNDO, con ese fluido español que ha ido adquiriendo con dedicación y empeño tras un lustro en España: «Creo que estoy bien con el idioma, al menos la gente me dice que está bien». Si en Rusia 2018 fue titular en los cuatro partidos que disputó Japón, ahora, en Qatar, le toca aguardar pacientemente el momento de su estreno. Tal vez sea hoy, frente a España, ese país que le ha calado con fuerza en los últimos años. «Espero que pasemos los dos. Es un partido emocionante para mí». Y cruza los dedos.

Lo hace a más de 8.000 kilómetros de Noheji, el pueblecito costero al norte de Japón en el que se crio. «Allí la gente se suele dedicar a la pesca. La Coruña me recordaba un poco a mi tierra, por eso me gustaba tanto vivir allí. Hubo posibilidad de haber sido pescador, pero casi antes de tener conciencia ya jugaba al fútbol. Igual que mis dos hermanos». La calma de Gaku es el reflejo de una cultura, la nipona, que suele dejar estampas imborrables. De esas que suelen dejar a la gente boquiabierta. Tras su sonora victoria ante Alemania, la de más calibre en la historia mundialista de Japón, la FIFA publicó una fotografía mostrando el vestuario impoluto y resplandeciente del estadio Khalifa, junto a un ejército de origamis (figura de papiroflexia típica nipona) y un cartel con un mensaje: «Muchas gracias». Shibasaki, el futbolista que vive feliz en Leganés, participó con gusto en ese modélico ejercicio de limpieza.

Cuando era niño, en su pueblecito apenas llegaba la señal de internet y tampoco veía demasiada televisión. Pero él tenía claros sus referentes futbolísticos: «Me fijaba mucho en Hidetoshi Nakata (disputó los Mundiales de 1998, 2002 y 2006), que jugaba en Roma. Cuando ya tenía unos 12 años, me encantaba aquel Xavi Hernández durante su época con Guardiola». Aunque sus auténticos ídolos llevan su apellido y vivían bajo el mismo techo: «En mi memoria, ellos siguen siendo mejores jugadores que yo. No llegaron a ser profesionales, pero como eran mayores tengo grabado ese recuerdo".

Unos días antes de viajar a Qatar, Japón disputó un amistoso frente a Canadá, en Dubai. El partido acabó con derrota del combinado asiático (1-2), pero Gaku jugó de principio a fin, portó el brazalete de capitán y regaló una asistencia a su compañero Soma. Fue su partido número 60 como internacional. «Siempre que me pongo con la camiseta de Japón siento mucho orgullo. Hay mucha diferencia a cuando lo haces para un club. Es otro tipo de presión porque tienes detrás a tu país y hay mucha gente apoyándonos. También criticándonos, claro». Ese interés por la selección nipona es notable estos días. Ayer, en el auditorio del IBC de Doha no había forma de encontrar un asiento cuando asomaron el seleccionador Hajime Moriyasu y el portero Shichi Gonda.

La influencia de Jorginho

Gaku era fan, como tantos otros niños de su país, de aquellos míticos dibujos de Óliver y Benji. Si a aquel Óliver le marcó Roberto Sedinho, a él lo hizo otro brasileño, Jorginho, que ganó un Mundial (1994) en la vida real. «Él siempre solía decirme que, por mi talento, me tenía que expresar más sobre el campo. Que tenía que estar más activo y tener algo más de egoísmo e imaginación. Yo era demasiado humilde sobre el césped y me pedía que me expresara mucho más. Se lo agradezco mucho», dice sobre quien fue su entrenador en el Kashima Antlers. También quien más ha marcado su carrera desde un banquillo.

Shibasaki, durante un entrenamiento de Japón.
Shibasaki, durante un entrenamiento de Japón.ISSEI KATOMUNDO

Porque los sueños se cumplen. Bien lo sabe él. «Cuando era un niño, tenía el sueño de jugar en la Liga y he conseguido», admite, aunque ese crecimiento también tiene sus peajes. «Ahora ya no me asalta la tristeza, pero en los primeros dos años quería volver a casa. Quería regresar a mi país al final de cada temporada. Eso ya pasó y ahora sólo pienso en seguir jugando en España», sostiene ahora desde Qatar.

Habla sumergido en su segundo Mundial. Suspirando por estrenarse al fin esta noche, en el Khalifa Stadium. Él sabe como pocos que los problemas siempre pueden ser fuente de conocimiento. Le ocurrió durante la pandemia, en su casa de La Coruña. «Pensaba que había algo que podía aprender como persona. Siempre hay que buscar lo bueno y utilizarlo en la vida para seguir creciendo».

En esas sigue Gaku.

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