El fotógrafo Margarito Dela Guetto presenta este sábado en la sala Molotov su último libro, publicado por Fosfatina
El fotógrafo de Polaroid, el mallorquín Margarito Dela Guetto, quien se declara ciudadano del mundo, recala este sábado en la Molotov. Presentará una selección de más de diez años de trayectoria en una publicación realizada por el sello vigués Fosfatina. Una edición limitada, concebida casi como una pieza de arte, de 300 ejemplares: 150 con la portada con un retrato de la madre del autor y otros 150, con el padre.
Con instantáneas de su entorno, de su mundo más familiar, pero siempre tamizadas por la crítica social y anécdotas cotidianas, asegura que en cada disparo “buscaba dejar una vivencia del momento” y nada mejor para ello que la polaroid. “Marca el momento justo, el aquí y el ahora, sin posibilidad de reacción”.
Habitual de la cámara analógica de 35 mm, “una cámara compacta muy rápida”, Dela Guetto señala 2008 como el inicio de un episodio más en su vida. “Quería hacer algo más romántico, más artístico, hacer una sola foto en cada instante”. Indica que la técnica también tiene algo de coleccionismo y fetichismo, “es una pieza única, de la que no hay posibilidad de copias”.
Pese a que la química de la Polaroid original no llegó a desvelarse, las nuevas mezclas logradas desde 2006 acercan el resultado a la antigua fórmula.
“Comencé a trastear de una manera inocente y de forma progresiva me fue profundizando, en los filtros, sobre papel caducado o hacer una fotografía sin mostrar el 100% de la imagen, es esa respuesta sorpresa lo que me gusta”.
Bajo el título “2008-2022. Diez años de Margarito Dela Guetto” es un libro de viajes, con localizaciones en Barcelona, Mallorca, EEUU, Berlín, Londres y mucho Galicia. “La cámara no da la misma respuesta en invierno que en verano, en Berlín que en Argentina, tiene otro color, otra luz”.
Este proyecto literario de fotolibro, del que Dela Guetto reconoce estar muy orgulloso, se fraguó a partir de su participación en 2019 en una exposición del colectivo vigués Maison Ruina, organizada con motivo de O Marisquiño. Tras el parón de la pandemia, se recuperó la idea que pretende ser “un diario de vida formado por imágenes instantáneas”.
