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«Los quioscos son nuestra vida»

Una simple cuerda y una mesa le sirvieron para vender sus primeros periódicos en el centro de la capital cántabra allá por el año 1953. Junto al edificio del Banco Santander colocó Andrés Moreno su pequeña 'oficina' con fajos de diarios con olor a tinta recién impresa. Poco a poco, y tras realizar los trámites oportunos con el Ayuntamiento, pudo obtener un puesto fijo de venta al público. Durante décadas, regentó aquel quiosco que con el tiempo pasó a manos de su hijo y la esposa de este, para continuar después en la siguiente generación, sus nietas Estefanía y Belén Moreno. Ellas son quienes hoy en día mantienen el negocio familiar con dos puntos de venta, uno en la Plaza del Príncipe y otro situado en la calle San Fernando.

Con motivo de su 120 aniversario, El Diario Montañés recuerda el papel desempeñado por el gremio de quiosqueros, como eslabones necesarios en la cadena hasta los lectores, sobre todo cuando comprar el periódico en papel era la única vía de acceso a las noticias. De cómo se ha vivido la evolución del sector en los quioscos de toda la vida y de los vínculos con los clientes generados en la venta directa y diaria dan cuenta estas dos hermanas, que se han criado entre montones de revistas y periódicos.

«Cuando éramos pequeñas, observábamos detenidamente a nuestros padres mientras trabajaban. Vimos que el oficio era más duro de lo que parecía, ya que la atención al cliente es muy importante, además de tener un horario muy sacrificado», relata Estefanía, que gestiona el quiosco de la Plaza del Príncipe. «Queríamos hacer lo mismo que nuestros padres, sin embargo, ellos nos advirtieron de la dificultad de este trabajo y nos recomendaron que hiciéramos otras cosas que nos aportasen una mayor calidad de vida, y eso hicimos. Yo trabajé durante cinco años de administrativa, por ejemplo», señala Belén.

«En el confinamiento podríamos haber cerrado como muchos, pero no lo hicimos. Hemos nacido para trabajar de esto»

Estefanía Moreno | Quiosco en la Plaza del Príncipe

«Mi madre me enseñó a ser paciente y atenta con todos los clientes. En un trabajo como este, eso es muy importante»

Belén Moreno | Quiosco en la Calle San Fernando

Pero sus vidas cambiaron por completo tras la pérdida de sus padres, cuando tuvieron que replantearse qué hacer con los quioscos. «Estábamos trabajando en otras cosas, pero lo hablamos con nuestras parejas de entonces, que ahora son nuestros maridos, y tras debatirlo detenidamente, decidimos, con su ayuda, continuar con ello. Principalmente, lo hicimos porque aunque sea duro, esto forma parte de nuestras vidas. Sí que es verdad que nos gustaría poder descansar más, y aprovechar más tiempo con nuestros hijos, pero la verdad es que ahora mismo nos sería imposible dejarlo porque es como si hubiésemos nacido para esto. No sabríamos hacer otra cosa, y, además, es que nos gusta», cuentan entre risas las dos hermanas. De hecho, «la cabeza es nuestro ordenador. No tenemos nada digitalizado. Lo llevamos todo nosotras, sabemos perfectamente lo que hay a la venta, qué es lo último que nos ha llegado y cuantos ejemplares tenemos de cada cosa».

De lo inculcado por sus progenitores para poder llevar el negocio, ambas destacan el «ayudar a la gente mayor», que «son la mayoría de sus clientes» y sobre todo «el respeto» al que viene a comprar. «Me sale automáticamente hacerlo. Mi madre me recomendó ser paciente siempre y ayudar en todo momento», explica Belén, quien reconoce que en sus 16 años de trabajo en el puesto de San Fernando ha vivido muchas anécdotas y algún que otro susto. «Hace poco un cliente tuvo una bajada de azúcar y tuve que ayudarle mientras se reanimaba. También hubo un señor que sufrió un infarto mientras compraba en mi puesto. Salí a ayudarle y estuve junto a él hasta que llegó su hijo, que me agradeció la ayuda que le presté», relata Belén.

Clientela familiar

«Esto es como una familia -explica Estefanía- y los clientes también lo ven así. No es una simple transacción de compra y venta, es también forjar vínculos con los demás». Día a día, periódico a periódico. «Es más, cuando se ha muerto algún señor o señora que era cliente habitual, nos ha dado una pena terrible. Hemos ido a los funerales porque ya eran como de nuestro círculo más cercano. Es un tipo de trato que también lo hemos visto cuando éramos pequeñas». Sin embargo, y al igual que opinaban sus padres, ambas descartan la idea de que sus hijos se encarguen del negocio en el futuro. «Yo, como mi madre, les digo que es muy duro y que hay que trabajar todos los días», explica Belén. «Ellos ya han aprendido a atender a los clientes cuando están con nosotros, y ya leen hasta las portadas de los periódicos. Nosotras preferimos que se formen y que tengan otro trabajo alejado de esto. Aunque lo hayamos mamado desde siempre, sabemos lo que es y lo agotador que acaba siendo estar así casi todos los días del año».

«El periódico de casa»

Si ha habido alguien que ha percibido los cambios de imagen y la evolución de El Diario Montañés a lo largo de su historia ellos son los quiosqueros, los primeros también en percibir la reacción de los lectores. «Me acuerdo cuando se pasó de la portada en blanco y negro a la actual, con la línea azul debajo de la cabecera del nombre, mucha gente se sorprendió. Decían 'qué raro queda, pero la verdad es que da color'», cuenta Estefanía entre risas.

Y es que El Diario Montañés, como decano de la prensa cántabra, es lo más solicitado por sus clientes. «Es el periódico de casa, el que te informa de todo lo que sucede en Cantabria. La cercanía es su seña y por eso tiene ese éxito entre los lectores», añade Estefanía. «Lo hablaba con un cliente el otro día. En mi caso, lo leo en su totalidad y me encanta la labor que hacen dando cobertura a todos los municipios de la región. Apuestan por la tierra y sus lectores lo agradecen».

Ambas afirman haberse sentido muy arropadas por la propia empresa. «Siempre nos han cuidado y han sido muy familiares. Fuimos invitadas a la gala del 120 aniversario y fue maravilloso poder asistir. Además, nos han cuidado mucho también. Durante el confinamiento, nos apoyaron a la hora de seguir con las ventas, dándonos promoción. Nos han tratado y nos siguen tratando como a uno más. Espero que no perdamos nunca esta relación tan especial».