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Martínez Sieso: Un desenlace feliz tras casi 24 horas en Picos

«Si algo he aprendido de esta experiencia, es que por encima de los 2.000 metros siempre hay que estar acompañado por alguien. La montaña no perdona e incluso las zonas más asequibles pueden convertirse en arriesgadas. También que cuando surgen imprevistos no hay que dejarse llevar ni por las prisas ni por el miedo y hay que reaccionar con sentido común; y que me voy a comprar un frontal». Así hablaba José Joaquín Martínez Sieso horas después de haber sido auxiliado en Picos de Europa, donde el pasado lunes de madrugada (06.00 horas) fue encontrado junto a Cabaña Verónica por los integrantes de los servicios de emergencia del 112, que llevaban ya cerca de siete horas intentando localizarle, algo de lo que él no fue consciente hasta una hora antes del encuentro con los rescatadores. A ellos, a la gente del Refugio de Áliva, a toda mi familia, a mis amigos y a toda la gente que se ha preocupado por mí y que me ha mostrado mucho cariño dice que les estará eternamente agradecido. «Y eso que nunca estuve perdido -aclara- sólo que no tuve en cuenta que llegar al punto de encuentro en el que me iba a encontrar con el coche que me iba a buscar me iba a llevar más horas de las previstas; y como allá arriba estás incomunicado y sin agua...»

Sieso no siguió un manual de supervivencia como tal para solventar con éxito la situación que vivió. «Yo sólo le eche sentido común, que es lo que siempre tienes que hacer en la montaña y en cualquier lugar; pero además tiré de la experiencia que tengo en la montaña y sobre todo en Picos», relata. No era esta la primera vez que el expresidente de Cantabria hacía esa ruta que iba desde Áliva a Peña Vieja, para después continuar por Vega de Urriellu, Jou de Boches y Horcados Rojos. «Conozco bastante bien toda la zona. Tengo experiencia en Picos, porque llevo muchos años viniendo aquí y procuro estar en buena forma para afrontar las caminatas que me pego por la montaña. Si yo no hubiese tenido experiencia en Picos, nunca me hubiese atrevido a hacer una ruta de 10 o 12 horas como esta. También había recabado información sobre el tiempo que iba a hacer en la zona, algo fundamental siempre que vayas a Picos de Europa, donde el tiempo te puede cambiar con mucha rapidez y complicarte la vida; había hecho una ruta el día anterior para estar preparado. Subí desde Áliva al Pico Tesorero, que también es una marcha importante y lo hice precisamente pensando en el día siguiente.

Cuando salió del Refugio de Áliva iba equipado, concentrado y muy consciente de que llevaba consigo todo lo necesario para afrontar 10 o 12 horas de ruta. «Tres botellas de agua, comida, ropa adecuada para hacer la marcha, el móvil a tope de batería y con la aplicación 'My112', que permite geolocalizar al portador del teléfono incluso cuando éste no tenga cobertura, también un mapa cartográfico completísimo que siempre llevo conmigo (los montañeros suele usar los mapas cartográficos del Instituto Geográfico Nacional -IGN-) y que siempre uso para saber por dónde hay que ir. Creo que todo lo necesario, excepto, eso sí, un frontal. Siempre que subo a la montaña intento que nunca me coja la noche, pero esta vez, cuando me auxiliaron los rescatadores y me pusieron uno y vi la luz que daba, me dije. ¡Jo!, que bien se ve, tengo que comprarme uno ya mismo».

El expresidente partió a las 9.00 de la mañana del pasado domingo desde el Refugio de Áliva, donde había llegado días antes con la intención de disfrutar de la montañas de Picos de Europa. Martínez Sieso es un montañero experimentado, que ha realizado numerosas rutas por los macizos Central y Oriental de Picos. La jornada anterior, el sábado, también hizo una ruta larga y complicada «casi como un entrenamiento para el día siguiente. Fuimos desde Áliva al Pico Tesorero. Yo sabía que podía ser un buen ensayo general», admite. Cuando el domingo partió del Refugio llevaba una mochila con comida y bebida, vestía pantalones, una camiseta, un gorro y llevaba un cortavientos. El móvil y calzado de montaña.

Haciendo tiempo para subir al Canal de Vidrio

El primer punto al que se dirige es Las Minas de las Mánforas, en la base de una gran canal de roca conocida como la Canal del Vidrio. Ahí llega sobre las 9.45 horas. Sieso tiene claro que no quería hacer solo el ascenso por esa canal de piedra, donde el camino es bastante inestable, con mucha roca suelta, así que decidió esperar a que pasase algún montañero y subir acompañado. «Estuve haciendo tiempo. La verdad es que en Picos, para ascender a montañas que están a más de 2.000 metros de altitud un buen consejo es ir acompañado». Por fin apareció el compañero de ruta indicado. «Era un chico experto en montaña, que hacía escalada y que iba muy bien equipado para subir».

La ascensión fue muy calmada. Los dos subieron charlando y guardando fuerzas. Llegaron a la cima a las 14.30 horas aproximadamente. Sieso comió parte de la comida que llevaba en la mochila (un plátano, un bocadillo de jamón, una chocolatina y una bolsa de frutos secos). También se hidrató. Llevaba tres litros en dos termos ligeros y un botellín pequeño de agua de Solares. Tomó agua de los termos. Hacía bastante calor y el cuerpo pedía hidratarse. El escalador y Sieso disfrutaron de las vistas desde la cima y emprendieron el camino de descenso desde lo alto de Peña Vieja. Hasta este punto, Sieso estaba ajustándose a la ruta prevista, la que le había contado que iba a hacer a los responsables del Refugio de Áliva, pendientes siempre de los recorridos de montaña que hacen sus clientes.

Tras el descenso, Sieso está junto al escalador en las faldas de Peña Vieja. Ahí cada uno va por su lado. Pero aparecen unos nuevos compañeros de ruta para el expresidente de Cantabria. Tres chavales ingleses y una galesa. A los cuatro, muy amantes de la montaña, les quedaban pocas horas en Picos de Europa. Esa era su ruta de despedida. Los británicos le proponen ir hasta la Vega del Urriellu y Sieso acepta. Cambia el recorrido previsto y los cinco se dirigen hacia los pies del Naranjo de Bulnes. Por el camino, uno de los montañeros británicos tiene sed y Sieso le regala el botellín de agua. En la montaña, la solidaridad es una máxima que hay que seguir siempre.

Llegada a los Pies del Naranjo

A las 17.00 o 17.15 horas, aproximadamente, llegan los cinco a la Vega de Urriellu, a los pies del Naranjo de Bulnes, uno de los lugares más espectaculares del Macizo Central. Sieso ya había estado en este lugar unas cuantas veces. «He ido solo y con amigos y la ruta hasta Vega de Urriellu la conozco bien, al igual que todo el camino que hay desde allí de vuelta a Áliva». Todos hablaron largo y tendido sobre las maravillas de Picos . «Pasamos un rato agradable», dice el expresidente. Los británicos y Sieso se despidieron. Los primeros tenían que apurarse para llegar hasta Pandebano, donde un coche les va a ir a recoger para llevárselos. Cuando se fueron, Sieso reprograma su jornada.

Llamada a Áliva para pedir un coche

En Vega de Urriellu, uno de los lugares más visitados por los montañeros, hay un refugio, hasta servicio de comidas y por supuesto, cobertura para los móviles. Desde allí, Sieso hace una llamada. Telefonea a los responsables del Refugio de Áliva para decirles que ha cambiado su ruta, que está en Vega de Urriellu y vé que, con el nuevo recorrido, la excursión va a alargarse más de la cuenta. «Así que les pedí por favor que me mandasen un vehículo para que me recogiese en La Vueltona a las 20.00 horas». Teniendo en cuenta lo que quedaba por delante, la previsión fue más bien optimista. Pero en ese momento Sieso estaba pleno de fuerzas y no quería que le cogiese la noche allí.

«Ya te llamaré yo otro día, que estoy perdido en Picos»

A las 18.40 horas, aproximadamente, Sieso llega a Jou de los Boches. Allí sigue teniendo cobertura y en ese momento recibe una llamada de un amigo. «Hola, perdona, pero es que no te puedo atender ahora. Que estoy perdido por aquí, por Picos. Ya te llamo yo otro día y hablamos tranquilamente», le dijo bromeando. Dos días después de su aventura y mientras habla con este periódico, Sieso se ríe cuando recuerda esa llamada. «Que estoy perdido en Picos, le dije y después paso lo que pasó, que todo el mundo creyo que realmente lo estaba», ríe el expresidente.Después de la llamada se mueve y se vuelve a quedar sin cobertura.

Comienza el ascenso a Horcados Rojos

A las 19.00 horas, aproximadamente, empieza el ascenso desde Jou de los Boches a el collado de Horcados Rojos. Es una subida muy complicada y con mucho desnivel. Hay un cable en casi toda la ruta con el que los montañeros se ayudan para poder subir con seguridad. Por supuesto Sieso iba agarrado al cable, pero le estaba costando mucho subir. «Empecé con calambres en las piernas y tenía que ir muy despacio. Me dije, ¡puff! va a ser imposible llegar a las 20.00 al punto de encuentro con el coche». Esto le provocó cierta inquietud. «Estaba sufriendo por la gente del refugio, qué iban a pensar si no me veían a las ocho. Se iban a a preocupar y eso me agustiaba un poco», cuenta.

Piel de plátano para la deshidratación

La subida a Horcados Rojos le resultó muy dura. La había hecho en otras ocasiones y nunca le pareció tan complicada. Pero es que su cuerpo tampoco iba muy bien. Tenía calambres, mucho cansancio, estaba solo, no tenía agua y la noche estaba cayendo. Se acordó de que no había tirado la cáscara del plátano que se había comido horas antes. «Así que paré y empecé a partir en tiras la cáscara. Tiene mucho sodio, así que me la empecé a comer como si fuera un chicle». Se acordó de Angel Carlos y Marcial, dos veteranos guardas de Sejos y Picos, que le enseñaron mucho de lo que sabe de la montaña. Y pensó qué harían Ángel Carlos y Marcial en estas circunstancias.

Por fin cobertura... y la que se ha montado

Después de dormir y descansar un rato en lo alto de Horcados Rojos, Sieso intenta moverse hacia un punto en el que él sabía que había cobertura. Era más de medianoche y en el Refugio «iban a estar muy preocupados». El expresidente todavía no era consciente de que ya había un equipo de rescate del 112 buscándole en la montaña y de que para toda Cantabria estaba ilocalizable. «Allá arriba hay mucha oscuridad y aunque se veía algo el camino gracias a que la luna iluminaba, apenas se podía caminar. Con anterioridad ya me había caído dos veces». Así todo Sieso consiguió llegar a la zona en la que había cobertura móvil. Su teléfono empezó a sonar. Echaba chispas. Un aluvión de mensajes de su familia y amigos en los que preguntaban por su paradero y le trasmitían preocupación. Ahí se dio cuenta de la situación. «¡Ay, madre!, la que se ha liado», pensó.

Mensajes para su cuñado y a para el Refugio de Áliva

Cuando acabó de ver los mensajes recibidos, su primera reacción fue tranquilizar a los suyos. A las 05.17 horas le envió un mensaje a su cuñado, en el que le puso: «Estoy bien en Collado de Horcados Rojos». También se le mandó otro mensaje a los de Áliva. La familia contactó con el 112 para hacerles saber que estaba bien y dónde se hallaba. Para el expresidente fue el peor momento. «Empecé a inquietarme, no por mí, si no por la angustia que estaría pasando mi familia». Él llevaba en el móvil la aplicación My112, que puede geolicalizar un teléfono incluso sin cobertura, pero no quiso activarla por miedo a asustar a los suyos. «Y mira tú, todo el mundo me estaba buscando».

Llegada al refugio de Cabaña Verónica

Sieso tardó más de media hora en llegar de Horcados Rojos al refugio de Cabaña Verónica. Estaba cerrado. «Pensé que había alguien dentro, así que hice todo el ruido posible para intentar que alguien me oyera. Pero no dio resultado, allí no salió nadie. Me imaginé que no estarían. Me quedé junto al refugio un poco pensativo y esperando. Tenía cobertura, pero poca batería en el móvil, así que tampoco me podía exceder llamando». Llevaba allí ya diez minutos cuando vio a lo lejos, «como a dos kilómetros aproximadamente», dos luces muy potentes. «Pensé que aquello era por mí y encendí la linterna del móvil y me puse a hacer señales hasta que me vieron», narra.

Encuentro con los rescatadores

Los rescatadores del 112 vieron que alguien les estaba haciendo señales desde Cabaña Verónica. Tardaron pocos minutos en llegar hasta Sieso. Fue un final feliz para una situación complicada. Nada más llegar los especialistas del 112, le preguntaron cómo estaba y le explicaron toda la situación. «Me dieron agua, barritas energéticas y me tomaron la tensión. Estaba algo deshidratado, pero bien». Y sin mucho tiempo que perder, los rescatadores le pusieron un frontal en la cabeza y a caminar otra vez. «Me di cuenta de lo bien que se veía el camino con el frontal y de que me tengo que comprar uno para volver a la montaña».

Regreso al Refugio Áliva

Sieso y los rescatadores llegan al Refugio de Áliva, donde los responsables del establecimiento reciben al expresidente con alegría y alivio. Todo había acabado bien tras una noche de preocupación. El montañero quiso posar para las cámaras de El Diario Montañés e incluso, sin descansar, le dio las primeras declaraciones a un periodista de este medio. «Estoy perfectamente y muy agradecido a todos». Después de hablar con la prensa y con su casa, Sieso se echó a dormir un par de horas antes de emprender rumbo a Santander. tenía ganas de tranquilizar en persona a todos sus familiares, «los que peor lo pasaron y eso es lo que más siento», concluye.

Nada más salir del Refugio, a eso de las 9.00 horas, Sieso se fue hacia Las Minas de las Mánforas, donde llegó casi una hora después. «Fui tranquilo, sin ninguna prisa, disfrutando de las vistas. El día era soleado y precioso. Un lujo para los ojos». Sieso, un hombre prudente por naturaleza, conocía perfectamente la ascensión por la Canal del Vidrio «Es una zona muy exigente en la que hay mucha piedra suelta y es conveniente subir acompañado. Como iba solo, empecé a dar paseos para hacer tiempo a que llegase alguien. Apareció un montañero muy bien equipado y con mucha experiencia en escalada, así que subimos juntos a Peña Vieja. Yo creo que llegamos a eso de las 14.30, aproximadamente a la cima. No se nos dio mal. Bebí, comí algo del picnic que me habían preparado en el refugio (un plátano, un bocadillo de jamón, una chocolatina y una bolsa de frutos secos. Tres litros en dos termos ligeros y un botellín de agua de Solares). Todo muy bien y muy normal, como siempre. Estaba con buenas sensaciones y con fuerza». Ambos bajaron hasta un cruce de caminos en las faldas de Peña Vieja. y allí se despidieron. En ese punto Sieso se encuentra con cuatro montañeros británicos. «Eran tres chicos ingleses y una galesa. Ellos dijeron que se dirigían hacia Vega de Urriellu y ahí es cuando me uní a ellos. Yo varié mi ruta inicial, si, pero la que comencé ya la había hecho en alguna otra ocasión y me pareció perfecto hacerla con ellos». Hasta la Vega de Urriellu, a los pies del Naranjo de Bulnes, llegaron los cinco a eso de las 17.00 horas. Por el camino compartió uno de sus botellines de agua con uno de los cuatro montañeros, que andaba apurado de líquidos.

A las 17.15 horas se despide de sus compañeros de camino, los británicos. Y llama al Refugio de Áliva porque vio que la ruta se estaba alargando mucho más de lo previsto. «Les dije que me mandasen un coche a las 20.00 horas para buscarme en La Vueltona. Pensé que podría llegar a esa hora al punto de encuentro. Aunque finalmente no fue así», relata.

Cuando se queda sólo comienza la parte más complicada de esta aventura con final feliz. Camino de Jou de los Boches seguía habiendo cobertura y Sieso recibe una llamada. Contesta y le dice a su amigo que es mejor dejar la llamada para otro día más tranquilos. «Ando perdido en Picos -bromea- así que ahora no voy a poder hablar. Yo te llamo otro día y charlamos», le comentó.

La cosa empezó a torcerse cuando empezó a afrontar la ascensión desde Jou de los Boches a Horcados Rojos. «Es una subida muy pronunciada y de hecho hay un cable durante prácticamente toda la subida para poder agarrarse. Ahí fue donde realmente tardé. Me estaba costando mucho avanzar y además empecé a notar los síntomas de una deshidratación. No me quedaba más agua y por donde iba tampoco había puntos de agua en los que poder hidratarse uno. Hacia la mitad, no hacía más que pensar: '¡Puff!, he quedado a las ocho y no voy a llegar así que empecé a preocuparme, sobre todo por la gente del refugio que iba a ir a recogerme. Iban a preocuparse pensando que me había pasado algo. Pero siempre que surgen imprevistos, hay que saber reaccionar. Yo me conozco y sé que lo mejor es no ponerse nervioso y actuar con lógica», narra.

Tardó muchas horas en realizar la ascensión y tuvo tiempo de pensar en sus amigos Ángel Carlos (guarda de Sejos) y Marcial (guarda de Picos). «Con ellos he compartido muchas rutas y me han enseñado casi todo lo que sé de la montaña». Los calambres en las piernas y la sed eran llamadas de alerta de su cuerpo necesitaba beber, pero era imposible y además el cansancio iba a más. «Empecé a pensar qué harían ellos en mi situación y cómo actuarían». Cuando llegó Horcados Rojos eran más de las 12 de la noche y había mucha oscuridad. La luna permitía ver un poco del camino, pero la verdad es que era muy arriesgado intentar bajar en esas circunstancias hacia Tesorero. «Lo intenté en un par de ocasiones, pero me caí las dos veces, así que me senté y me dije: ni te muevas, porque es mejor esperar a que haya luz y ver por donde pisas que resbalar otra vez'. Descansé un rato y me acordé que en la mochila llevaba todavía la piel del plátano que me había comido. Yo en el monte no dejo tirado nada, aunque sea biodegradable. Así que empecé a hacer tiras de la piel del plátano y me la empecé a comer. Como si fuera chicle. Esta fruta tiene gran cantidad de potasio, uno de los minerales que pierdes en cuanto empiezas a deshidratarte. Y la piel también lo contiene. Así que me lo comí. Y luego, debido al cansancio me quedé dormido un rato», comenta.

Aunque él no era consciente, los servicios de emergencia del 112 ya habían sido alertados hace horas y estaban buscando a Sieso por algunos de los lugares por los que discurría su ruta. Pero él sólo se dio cuenta de la situación, cuando, una vez recuperadas parte de las fuerzas se puso rumbo «a una zona en la que yo sabía que había cobertura, porque he pasado decenas de veces por ahí, entre Cabaña Verónica y Horcados Rojos». Cuando su teléfono por fin tuvo señal, a eso de las 5.00 horas, le empezaron a entrar decenas de mensajes de familiares y amigos muy preocupados. «Pensé, ¡ay madre, la que se ha montado! Todo el mundo preocupado, aunque tampoco se me ocurrió que hubiese un grupo de rescate intentando buscarme. Así que sin perder un minuto avisé a mi cuñado primero y después a la gente del Refugio. Les dije que estaba bien y donde estaba».

De madrugada finalizaba con éxito la búsqueda de un varón que no había llegado al punto de encuentro en Horcadina de Covarrobres #PicosDeEuropa. A las 5h ha conseguido ponerse en contacto con familiares e indicar su posición. Hasta allíse ha desplazado el operativo de emergencias

112 Cantabria (@112Cantabria) September 19, 2022

La sensación de sentir que su familia estaba sufriendo por no conocer su paradero durante tantas horas le inquietó. «Pero así como sé manejarme cuando me siento físicamente mal, ya que he tenido 'pájaras' en alguna que otra ocasión, también me sé manejar los momentos de nervios. Soy de una manera en la que pocas veces pierdo la calma, aunque la situación me sobrepase, intento controlar el miedo o las malas sensaciones. Todo lo que hagas cuando estás nervioso son pasos en falso», aclara Sieso.

Desde Horcados Rojos al refugio de Cabaña Verónica fue con paso firme. «Cuando llegué el refugio estaba cerrado, yo creo que el guarda no estaba. Pero así todo hice todo el ruido que pude, no vaya a ser que estuviese durmiendo. Pero nada, no me abrieron», comenta. Pero de pronto se dio la vuelta y vio dos luces potentes como a dos kilómetros. «Con la batería que me quedaba puse la linterna del móvil y empecé a hacer señales hacia las luces. Enseguida me vieron y subieron a por mí. me sentí aliviado. Me dieron de comer y beber, me preguntaron muchas veces si estaba bien, me contaron que llevaban horas buscándome. Cuando me recuperé un poco, me pusieron un frontal de luz en la cabeza y entonces me di cuenta de lo bien que se veía con él y bajamos todos andando hasta el Refugio de Áliva donde llegamos cerca de las 8 de la mañana.

Habían pasado casi 24 horas desde que salió del refugio-hotel. Pero volvía sano y salvo y al final eso es lo importante. «Ha sido una nueva experiencia en Picos, que me ha enseñado alguna cosa interesante: no ir solo por muy fácil que parezca la ruta, no perder la calma, comprar un frontal, racionar un poco mejor el agua...» Sieso también cuenta que sintió «mucha emoción» cuando llegó a Áliva y vio a la gente del refugio esperándolo y cuando horas después se reencontró con su familia en Santander. «Lo que más siento son las horas de angustia que le hice pasar a la familia y a los que me quieren».

Pero esta nueva experiencia no ha frenado su deseo de volver a la montaña. «No dudo de que volveré a hacer otra ruta por Picos, en cuanto se pueda. Aunque seguro que tomo alguna precaución más de las que siempre he tomado. De todo se aprende». concluye.