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Vox vuelve a señalar a Montero y busca rédito con la sedición: "Sánchez lo tritura todo"

Si Vox y Santiago Abascal apenas lograron reunir a unas 300 personas hace una semana en Barcelona, este domingo era difícil abrirse paso en el mitin organizado en la capital, que no era el único, ya que la formación convocó protestas frente a los ayuntamientos de todo el país. Pero el plato fuerte estaba, indudablemente, en la Plaza Colón, donde se esperaban las palabras del líder del partido después de una semana en la que la formación ha vuelto a estar en el centro de la polémica. "Sánchez quiere triturarlo todo", resumió Abascal frente al atril.

Si Vox y Santiago Abascal apenas lograron reunir a unas 300 personas hace una semana en Barcelona, este domingo era difícil abrirse paso en el mitin organizado en la capital, que no era el único, ya que la formación convocó protestas frente a los ayuntamientos de todo el país. Pero el plato fuerte estaba, indudablemente, en la Plaza Colón, donde se esperaban las palabras del líder del partido después de una semana en la que la formación ha vuelto a estar en el centro de la polémica. "Sánchez quiere triturarlo todo", resumió Abascal frente al atril.

El líder de Vox, durante su discurso, no dejó nada en el tintero: desde abanderar la crítica por la reforma de la sedición: "Ni siquiera han preguntado a los españoles si los partidos separatistas deben ser legales o ilegales". Hasta sacar rédito por la polémica de la ley del solo sí es sí y arremeter contra Irene Montero: "Tenemos una ministra enloquecida" que "abre las puertas de la cárcel a violadores y pederastas". Pasando por los impuestos, la crisis energética y la "dictadura climática". Toda la agenda cultural de Vox quedó desplegada en un acto clave que, ellos mismos reconocieron, superó sus expectativas.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (c), la presidenta de la CAM, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde madrileño, José Luis Martínez Almeida. (EFE/Sergio Perez)

"¿Dónde está Feijóo?". Esto se preguntaba una de las asistentes a la manifestación, que insistía. "Yo soy del PP, pero estoy aquí hoy porque hay que combatir a Pedro Sánchez", reafirmó la mujer, que prefirió no dar su nombre, en los instantes iniciales de la protesta. El Partido Popular rechazó unirse a esta cita con la sedición en el punto de mira. No obstante, el tándem Feijóo-Ayuso se conjuró un día antes en un acto también en Madrid en el que lanzaron un llamamiento a la unidad del centro-derecha. Según expusieron, ese es el camino para derrotar a Sánchez.

En el foco también estuvieron los pactos con Bildu, el nombre de Arnaldo Otegi e incluso los presidentes socialistas 'rebeldes'. "El problema no es el sanchismo, es el PSOE de siempre", sostuvo Abascal, que lanzó dardos también contra "sus expresidentes callados como cómplices" o "sus barones supuestamente disidentes". "Basta ya de engañar a la gente diciendo que hay un PSOE bueno y uno malo", remató.

El pinchazo de Barcelona

Los de Santiago Abascal pincharon hace apenas una semana en otro intento similar. El mismo día que iniciaron la recogida de firmas con la que calentar motores para esta protesta lograron reunir a unas 300 personas en Barcelona. La reforma del delito de sedición y la incógnita de la malversación fueron carne de cañón para arremeter contra el Gobierno, al que acusaron de ser cómplice del "separatismo golpista". Allí estuvo el nuevo secretario general de Vox, Ignacio Garriga. Venía de ser el candidato a la Generalitat y diputado en el Congreso por Barcelona, pero una maniobra reciente lo colocó a los mandos del partido con la destitución de Javier Ortega Smith.

Ahora, las caras conocidas de Vox a nivel nacional vuelven a Colón para exhibir músculo cuando suenan campanas electorales. Hace casi cuatro años esta misma plaza se convirtió en un símbolo de la derecha y centroderecha española. La famosa foto de Colón reunió en una misma imagen a Santiago Abascal, Pablo Casado y Albert Rivera. En este tiempo, los dos últimos desaparecieron de la primera línea política: Casado, expulsado tras la crisis con Ayuso, fue relevado por Feijóo. Rivera, en cambio, presentó su dimisión tras el fiasco de Ciudadanos en los comicios de 2019.

Foto: Los dirigentes presentes en la manifestación de Colón de 2019.

Abascal es el único que sigue al frente de su partido, y es consciente de los retos por delante. El último año fue por momentos una montaña rusa para Vox: pasaron de la alegría por entrar con fuerza –y una vicepresidencia– en las Cortes de Castilla y León, al agrio sabor de boca tras los resultados en Andalucía. Y luego, llegó su primera escisión con Macarena Olona. Aun así, las controversias en el seno del Gobierno de coalición por la sedición y la ley del solo sí es sí son frentes ante los que habitúan a crecerse. De hecho, en el último Observatorio Electoral publicado por El Confidencial alcanzaron los 55 escaños (3 más que antes de las polémicas) copando terreno al PP.

Es la primera vez desde que arrancó el curso político que Abascal coge aire frente a los populares, que aun así lideran la encuesta de IMOP-Insights. La carrera hacia las elecciones autonómicas y municipales (en mayo) son un esbozo de la fuerza de cada partido antes de la recta final: las próximas generales. La estrategia de Vox sigue apuntando a dar la batalla cultural –en la que compiten con Ayuso– y poner el foco en regiones como Murcia, Castilla-La Mancha, Valencia o Baleares. La ultraderecha mira a aquellos territorios en los que tienen opciones de cosechar buenos resultados para recuperar el fuelle que, poco a poco, han ido perdiendo. Especialmente, tras la rebelión de Olona y el aterrizaje de Feijóo en la competición por liderar la derecha.