Argentina
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Brasil deberá vivir con grieta, pero sin que la economía se aleje del centro

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Brasil es una vara alta para la Argentina. Por más que en algunos sectores de la política se perciba que el resultado de la elección, en caso de que Luiz Inacio Lula da Silva consiga retener en la segunda vuelta la pequeña ventaja que logró ayer, se acomoda mejor a determinados relatos autóctonos, lo cierto es que ninguno de los candidatos hizo campaña proponiendo ideas que sacrifiquen el sendero que los llevó a su actual posición.

Nuestro vecino del Mercosur es una de las 12 mayores economías del mundo. Ha recibido u$s 800.000 millones de inversión extranjera directa y de las 100 empresas relevantes de origen multilatino, 33 tienen acento portugués. Y eso no ha cambiado con las administraciones de Luiz Inacio Lula Da Silva, Dilma Rousseff o Jair Bolsonaro. Aunque en los debates y en las consignas de la campaña la grieta estuvo a la orden del día, lo que se critica son las formas, pero no el fondo. El líder del PT no quiere someter al Banco Central, ni propone ignorar el equilibrio fiscal. El actual presidente tampoco intentará vulnerar los consejos de Paulo Guedes, que gracias a sus agresivos consejos logró ponerle un freno a la suba de los precios.

Ballotage en Brasil: Lula da Silva y Jair Bolsonaro definirán en segunda vuelta quién será el próximo presidente

El kirchnerismo sentía que el regreso de Lula a la presidencia podía favorecer la reconstrucción de un polo progresista en la región (hoy sostenido por el ascenso de Gabriel Boric en Chile y Gustavo Petro en Colombia), habilitando en sus referentes la esperanza de que algo similar suceda en la Argentina. Pero el electorado brasileño se ocupó ayer de alterar esa percepción. Aunque su estilo tosco y altisonante lo hace merecedor de cientos de críticas, Bolsonaro demostró ayer que más de 40% de los ciudadanos lo prefiere como presidente. Y aunque Lula exhibió un giro al centro que lo ayudó a conquistar más de 45% de las adhesiones, por lo visto resultó insuficiente.

La definición final pasó ahora al 30 de octubre. Los dos candidatos tendrán que definir que perfil adoptar para conseguir el ansiado 50%. Si en el fiel de la balanza está el PMDB, conocido en Brasil como el partido del establishment, entonces los discursos tendrán que prometer una baja de la pobreza pero sin alejarse de la racionalidad económica.

Está claro que Brasil no tiene incentivos para descender al populismo desordenado. Por el contrario, debería ser la Argentina la que aspire a acercarse a su vecino, que por ser receptor de mayor inversión extranjera (está entre los primeros 15 del globo), puede ayudar a nuestro país a mejorar su inserción internacional, siempre y cuando ambas naciones convengan en darle al Mercosur un impulso que favorezca la apertura comercial y las exportaciones.

¿Qué habían pronosticado las encuestadoras sobre Lula y Bolsonaro?