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Cochabamba, ¿ciudad dual?

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Una mirada al actual escenario y condiciones de habitabilidad en el tejido urbano de la ciudad de Cochabamba resalta las diferencias presentes en términos funcionales y espaciales, evidencia también marcados contraste sociales y económicos y revela un panorama de marginalidad y exclusión latentes.

Presenta, por una parte, un sector privilegiado con atributos urbanísticos y derecho a la ciudad con condiciones de confort y habitabilidad, incorporado al flujo comercial y financiero del departamento, con equipamientos y servicios de infraestructura similar al comportamiento de otras ciudades latinoamericanas.  Por otra, es visible un sector urbano con insuficiencias e inequidades con diferentes comportamientos espaciales y aspectos de vulnerabilidad, informalidad y pobreza, como efecto simultáneo de procesos de asentamiento marginal y periférico; con altos patrones de expulsión, desplazamiento y segregación socioespacial de los habitantes. Ambos escenarios fomentados por la (in)capacidad institucional nacional, regional y local.

¿Este panorama puede manifestar que Cochabamba es una ciudad dual? Autores como Prebisch (1963), Rosenblüth (1968), Castells (1973), Turaine (1977), Quijano (1978, 1996), Sennet (1994), García Canclini (2004), Sassen (2005), y organismos como la CEPAL (1964), ya sostenían que el concepto estaba presente en varios contextos latinoamericanos, en referencia al comportamiento de una estructura urbana socioeconómica polarizada.

La dualidad es evidente si se interpreta que la sociedad responde, por una parte, a una cultura de consumo y hedonismo y, por otra, a una cultura de supervivencia y necesidades básicas, es decir, hay presencia de dos polos opuestos habitando un mismo territorio. En términos urbanos, este resultado analógico –dos grupos disímiles conviviendo un mismo espacio urbano– muestra una ciudad intermedia de crecimiento disperso y fragmentado con franca direccionalidad a la formación de archipiélagos monofuncionales y surgimiento de guetos residenciales, con evidente segregación socioespacial entre sus residentes.

En este contexto se vinculan dos conceptos relevantes como son la arquitectura de mercado y el urbanismo espontáneo como insumos que aportan en la comprensión de la segregación espacial y la marginalidad social que se producen, acentuando las diferencias, cada vez más lejanas de una entelequia capaz de consolidar un territorio equitativo para todos.

Por una parte, la arquitectura de mercado, como parte de la relación de producción y consumo, satisface las exigencias de un sector privilegiado, que en la actualidad se ve representada por el desarrollo inmobiliario a través de sus agentes de comercialización que moldean la arquitectura de la cultura de masas, estableciendo la unidad familiar como el producto por excelencia, y determinando el espacio urbano como el conector de prácticas sociales comerciales y lúdicas.  

Por otra parte, el urbanismo espontáneo, en oposición al anterior, constituye un proceso de apropiación del espacio urbano, por grupos humanos marginados del derecho a la ciudad en igualdad de condiciones, recursos y oportunidades, excluidos de la cultura cívica y de la ciudad legal o formal. Este panorama que establece el espacio como una norma más allá de un tema de expansión es casi una característica de países en vías de desarrollo.

Esta discriminación social y segregación espacial determinan circuitos de desplazamiento vinculados entre el desarrollo de las actividades de economía informal y la clase social de procedencia, estableciendo su orientación al interior de la ciudad. El uso de servicios básicos y la infraestructura pasa a considerarse como representación de la marginalidad y como herramienta de medida de sectores altamente inquietantes, ignorados e invisibilizados, sin percatarse que la alteración urbana de sectores privilegiados depende de la atención otorgada a los excluidos por ser mutuamente dependientes.

Cochabamba, en su proceso de expansión hasta llegar incluso a conformar la ciudad principal de la entidad metropolitana, se ha visto involucrada entre el urbanismo espontáneo de un hábitat autoconstruido en la marginalidad física espacial, en los intersticios urbanos, y espacios degradados de una idea original que quedó pequeña en muy corto tiempo, y una arquitectura de mercado vinculada a la demanda de espacios de mercado hedónico. Así, devela que este proceso caracteriza una ciudad dual donde se exponen paralelamente la exclusión y el abandono de unos, frente al privilegio de los otros, y también el espacio donde se coaccionan las libertades urbanas de todos.

Es indudable sostener además que los factores causales de la segregación sociorresidencial se relacionan directamente con el funcionamiento del mercado del suelo, con mayor precisión en aquellos núcleos urbanos donde la planificación y, por tanto, la regulación urbana es baja, cediendo al mercado la capacidad de ordenar el territorio.

Es urgente revertir los estigmas sobre una ciudad dual a partir de una asociación eficiente y equitativa entre los diversos grupos sociales que habitan el territorio, buscando la homogeneidad de espacios que la heterogeneidad social permita, generando sinergia en las actividades cotidianas para desarrollar un sentido de comunidad.

Dentro de las estrategias de acción práctica, un lineamiento representativo para superar el proceso actual considera desde la gobernanza aportar a la integración del territorio y vincular los dos polos presentes, orientando la articulación efectiva de sectores marginales mediante un enfoque policéntrico con atractores capaces de vincular eficientemente segmentos públicos y privados.    

Sectores no aptos para el proceso de urbanización, pero de alto acoso dada la necesidad de habitar territorios no cívicos de conurbación y enormes áreas destinadas a futura infraestructura vial, resultan una oferta espectable para fortalecer un urbanismo diferente, un urbanismo de las posibilidades, capaz de articular empáticamente la objetividad de la ciudad formalmente planificada con la subjetividad de las necesidades y aspiraciones de la sociedad civil. Un urbanismo de las posibilidades que pueda superar la contradicción entre lo deseado y lo posible.