Ecuador
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Lo que hay que buscar

Alfonso Espín Mosquera

En los tiempos actuales, con un mundo globalizado, en donde la inmediatez es el pan del día y las formas digitales y virtuales están al alcance de la población, pensar o hablar de identidad nacional parece anticuado y hasta anacrónico, pues los efectos de la globalización apoyada por la tecnología, la ciencia de datos y más formas de conexión entre los diferentes continentes, etnias y culturas, nos ponen en un contexto más general que las ambiciones locales.

Sin embargo, detrás de estas formas universales y virtuales, hemos olvidado quiénes somos y de dónde venimos y, ha perdido importancia el valorar los hechos nacionales, gracias a lo cual no conocemos ni nos comprometemos con las circunstancias ni regionales y peor del país.

En este contexto, ambicionamos  lo que traen las redes sociales y nuestros parámetros de comportamiento responden también a lo que muestran los neo medios, que gracias a los llamados ‘algoritmos’, nos ofertan según nuestras preferencias  y nos clasifican, sobre todo, en mundos generacionales, en los que lo ‘actual’, es lo único válido y lo que se llama ‘moda’ es lo sobresaliente.

Los conocimientos del pasado, la historia que nos sostiene, los personajes: escritores, pintores, cultores del pensamiento nacional, no tienen necesidad de ser. Conocemos o queremos saber más de fuera que de nuestro propio entorno. Quito, por ejemplo, como ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad y como poseedora del casco colonial más grande protegido de Latinoamérica es soslayada, es desconocida y sus propios habitantes no la aprecian, ni les importa hacerlo.

Queremos ganarnos el mundo saltándonos lo nuestro. Los ojos de la juventud están, en una mayoría de casos, en la fama de varios ‘influencers’ que han conquistado a sus seguidores con contenidos livianos e intrascendentes.

Gran parte de la culpa tienen los políticos que viven de la trinca y el enfrentamiento, pero no de ideas ni de planes de gobierno, cuanto de picardías, a partir de las que buscan hacerse del poder para repartirse el país como se brinda un pastel entre los amigos de un cumpleañero.

Ojalá en esta ocasión, en ese ámbito que le han denominado ‘social’, los señores del creado ‘Comité nacional de debates’ se inteligencien o se dejen asesorar en la necesidad de tratar los temas de la Educación, como prioritarios, igual que los de la Cultura, porque si no nos anclamos a lo que nos pertenece como legado histórico, los grandes nombres de nuestros héroes, solamente sirven como bandera de lucha de los grupos políticos facinerosos que a nombre, por ejemplo de Simón Bolívar, Eloy Alfaro, se adjudican como herederos de sus luchas y conquistas para darle “algún sentido” a sus pretensiones, las más de las veces, sesgadas o pertenecientes a las  corrientes regionales, como lo han hecho los autodenominados revolucionarios del siglo XXI, cuya labor en los diferentes países en los que han gobernado, solamente ha dejado una estela de corrupción y pobreza para sus pueblos.

Si no buscamos lo fundamental y echamos mano de nuestra condición de nacionales y la riqueza cultural que nos pertenece y peor aún, olvidamos la necesidad de una verdadera organización en el plano educativo de nuestros niños y jóvenes, terminaremos ciegos o como borregos detrás de la manada camino al despeñadero.