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Carmen Misa, la viguesa Forbes que sueña con llegar a la luna

Hace una semana, se enteraba -en el día de su cumpleaños- de que había sido seleccionada por la revista Forbes en su clasificación de jóvenes talentos europeos. 

Hace una semana la ingeniera de telecomunicaciones Carmen Misa celebraba su cumpleaños con esa “gran sorpresa” que fue enterarse “por correo” y “por el aviso de sus amigos” de que es una de las seleccionadas por la revista Forbes en su lista de jóvenes talentos europeos.

Es, además, la única mujer española que lo hace desde la categoría de ciencia y cuidado de la salud, donde hay otro joven de su país, el asturiano Gonzalo Ladreda, de 28 años, cofundador en Cambridge de Pockit Diagnostics, una empresa emergente de biotecnología para la identificación de ictus mediante un rápido test sanguíneo.

En el caso de Misa (Vigo, 1996) lo que desarrolla y la convierte en una “líder con impacto global”, según Forbes, es el Protocolo de Internet en la red informática del acelerador de partículas más grande del mundo, el Gran Colisionador de Hadrones. “Desde el punto de vista de la interconexión cada vez tenemos un mayor volumen de datos que necesitan ser distribuidos más rápido”, asegura la ingeniera, que actualmente trabaja en Suiza en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN).

Esta red facilitará “el enrutamiento del tráfico”, centrándolo en el “campo de la etiqueta” que va asociado, en vez de en su “dirección de destino y de origen” como se venía haciendo; y, de la misma manera, el de “los paquetes” que en ella se generen.

De este modo, en resumidas cuentas, centros de investigación de todo el mundo tendrán acceso a datos “casi, casi”, en tiempo real.

Soñadora e inconformista, desarrolla Misa este trabajo en paralelo a su proyecto personal más ambicioso: ser astronauta. Esta emprendedora confiesa que ya le asomaba “el brillito en los ojos” cuando participó en un proyecto europeo a través de la Universidad de Vigo (UVigo) en la integración del satélite LUME-1. Y ahora le gustaría “formar parte de Artemis”, la misión espacial de la NASA en la que en 2025, por primera vez, una mujer pisará la luna.

Lleva tiempo tras el objetivo, pues se presentó como candidata para ser astronauta hace un par de años, pero entre las “28.000 candidaturas donde solo hay cinco o diez afortunados” reconoce que a ella le “pilló un poco joven”.

Sabe que, pese a tener más edad, es complicado conseguirlo, pero no pierde la ilusión porque “siempre hay que soñar” y si al final solo se queda en eso, en un anhelo, bromea, pues “el planeta Tierra es muy bonito también”.

Mientras no se resuelve la incógnita, este 2023 tiene previsto continuar con su doctorado en Luxemburgo y su investigación en un “ambiente internacional” y “único” como es el del CERN.

En Suiza asegura haber encontrado “equilibrio” entre lo profesional y social, aunque en la práctica este último aspecto allí se entienda como “levantarse a las 6 de la mañana e irse a escalar”.

Acostumbrada a ser mujer de mundo para la que los ritmos internacionales están “bien”, y es posible “ver un poco lo que hay fuera”, ansía, con todo, con la condición imprescindible de dedicarse a lo suyo, poder regresar a España porque es, zanja, “donde mejor se vive”.