Guatemala
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43 edición Premio Artista del Año: “La figura del artista en nuestro país está caracterizada en buena parte por la precariedad y el desamparo”

La guatemalteca Gloria Hernández en 2022 se convirtió en la séptima mujer galardonada con el Premio Nacional de Literatura que ha sido entregado por 34 años.

El pasado martes 24 de octubre recibió la Orden Vicenta Laparra de la Cerda, que se otorga en el Premio Artista del Año que lleva su edición 43 creada por la periodista María Eugenia Gordillo que fue entregado en en el Club Alemán, sede del Instituto de Cultura de Educación y Cultura, Alejandro Von Humboldt, en la zona 15.

En esta gala ella pronunció un emotivo discurso en nombre a la casi docena de artistas que fueron reconocidos por su talento y/o trayectoría, entre ellos nombres como el actor Julio Díaz, el músico Julio Callejas, el bailarín Fernando Juárez, o la artista Evelyn Morán, por mencionar a algunos de los distinguidos artistas.

Su carrera tiene más de dos décadas dedicada a escribir a la niñez y es autora de ensayo, teatro, literatura infantil y poesía.  Es miembro de número de la Academia Guatemalteca de la Lengua (AGL).

En su carrera es licenciada en Letras por la Universidad de San Carlos (Usac) y tiene una maestría en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Rafael Landívar.

La creadora de Leyendas de la Luna y Curiosabel en sus palabras citó grandes retos al cual los artistas sufren y en casi siete minutos ha dejado un claro mensaje.

Gloria Hernández recibiendo la Orden Vicenta Laparra de la Cerda de manos del periodista Luis Aceituno. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández)

Es importante destacar que esta medalla que también nació en 1980, al igual que el Premio Artista del Año, fue creada por la periodista Gordillo junto a la colaboración de la Asocación de Mujeres Periodistas y Escritoras de Guatemala y se han premiado tanto a escritoras centroamericanas, mexicanas y europeas que sobresalen en la letras, el priodismo, las artes o las ciencias.

Vicente Laparra Reyes de la Cerda, nació en Quetzaltenango en 1831 y falleció en 1905.   Era conocida como la poetisa cautiva, por una páralisis sufrida en 1866.  “Ella fue una mujer valiente que desde niña enfrentó enormes dificultades.  Sin embargo, nada la detuvo”, dice el libro Lo que soñé…lo vivo, volumen 1, que plasma los primeros 35 años de historia del Premio Artista del Año.

La quetzalteca fue desterrada debido a la situación política de su entorno.   Fue directora de Colegio Nacional de Señoritas en Costa Rica y de la Escuela de Niñas en El Salvador.  Regresó a Guatemala y se hizo un lugar en el medio literario, a pesar de que era un espacio dominado por los hombres.  Junto a su hermana, Jesús Laparra, fundó La voz d ela mujer, el primer periódico guatemalteco redactado y editado por mujeres.

Lo más destacado del discurso

Hernández comienza agradeciendo a las instituciones que convocaron el premio por dar una demostración de solidaridad y de devoción por la cultura.  “La figura del artista en nuestro país está caracterizada en buena parte por la precariedad y el desamparo”, dijo.

La escritora también destaca el cómo se sienten considerados en el país, “los artistas y los trabajadores de la cultura nos encontramos entre los colectivos más golpeados por una sociedad que nos considera meros aderezos, adornos o sujetos de entretención, cuando no, vagos, ociosos e irresponsables.  La miope visión considera al arte opuesta al trabajo remunerador y fructifero.  En muchos países como el nuestro, los gremios de músicos, escritores y artistas visuales y actores continúan movilizándose en busca de que el Estado les asegure un espacio dentro del imaginario cultural y de procurarse un sustento por medio de un empleo alternativo”.

Sus palabras también mencionan una realidad a nivel de país, “…se le considera una tragedia a la decisión de los hijos de dedicarse al arte, los programas artísticos en el Currículum Nacional Base son lastimosos cuando no inexistentes, mientras que en los países desarrollados la música, el arte, el teatro, la pintura y casi todas las manifestaciones artísticas son práctica común para niños y jóvenes y es paradójico porque la vocación por e arte es sublime, deviene de la capacidad que tiene el ser humano para representar sus setimientos y emociones acerca de su ser en el mundo por medio de su interpretación estética”.

“El arte es ese espejo mágico que nos devuelve la crónica de la vida en su justa dimensión, nos presenta la otra historia, la auténtica, la cotidiana, la no oficial”, dice la autora.

Esto le hizo destacar iniciativas como los premios que ella y 10 artistas más recibieron la noche del martes, porque compensan la escasa atención que se le dan “a las manifestaciones del espíritu” en Guatemala, además mencionó que estos “contrarrestan los esfuerzos, los empeños, los sacrificios, menosprecios y hasta inversiones económicas” que a menudo como gremio les toca enfrentar.

En el video presentado a continuación escuche las palabras de Hernández.