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Los niños educados hacen lucir a sus padres

“Da un poco de amor a un niño y ganarás un corazón”. John Ruskin

En cada momento que los adultos tienen la oportunidad de estar con niños que no son de la familia o de ellos, hay una tendencia natural de observar cómo se comportan, y si sus padres están presentes, cómo les obedecen. Esta observación normalmente concluye con una evaluación que se hace de los adultos que son responsables de ellos.

Sin lugar a duda, los niños que son educados y bien portados fácilmente nos abren a los padres nuevas relaciones porque los niños son muy rápidos en evaluar cuando hay empatía y cuando son aceptados, y usualmente saben corresponder a esa aceptación. Por ello todo esfuerzo y todo el tiempo que dedicamos en la parte formativa de cada niño que está a nuestro cargo muy rápidamente nos dará la recompensa porque refleja bien a sus encargados.

Lo más difícil que se debe aceptar cuando se está criando a niños es que en esta etapa hay una clara demanda de flexibilidad de parte de los adultos porque los niños están en un proceso formativo y cada niño es tan diferente por su temperamento o bien por sus intereses y capacidades que por ello no siempre podemos aplicar las mismas modalidades en el trato.

Si bien en muchas ocasiones pareciera que hay favoritismo o alguna preferencia por la diferente modalidad del trato, sabemos que es porque hemos observado sus diferencias y las hemos tomado en cuenta. Por ejemplo, hay niños que con que se les diga una vez las cosas es más que suficiente para que lo recuerden, pero, por otro lado, están aquellos, a veces en la misma familia, que son completamente diferentes y debemos repetir las cosas para asegurarnos que habrán de hacer lo que se les ha encargado.

Podemos, sin lugar a duda, observar normas y criterios que cada familia tiene estructurada y con los patrones que se están criando los hijos, pero no para hacer las comparaciones, porque no es lo correcto, sino para ver qué modalidad tiene mejores ventajas y cuáles finalmente habrán de dar mejores resultados.

Es importante cuando se observa a un niño no hacerlo como que ha llegado a su destino. Debemos ver en cada niño un adulto potencial que tiene todos los retos y desafíos por delante y que los adultos que están a su cargo deben tomar toda la conciencia del potencial y ser facilitadores para que cada niño llegue a su máxima potencia y a sus sueños, que al fin y al cabo son de él.

Cuando observamos niños que a su corta edad se les están imponiendo tareas y compromisos que no necesariamente son formativos con la finalidad de aprendizaje, podemos pensar que hay un niño que no está desarrollando y disfrutando su niñez, pues de alguna manera está cargando en sus hombros responsabilidades de adulto.

Claro está que hay momentos en la vida que la adversidad visita los hogares y de algún modo les obliga a tener que apoyarse en un niño, como un aliado para pasar la adversidad, pero debemos también reconocer que no todos los casos se enmarcan en situaciones de emergencia, sino simplemente un mal modo de valerse del niño que tienen a su cargo para la crianza.

Es deber de cada uno de nosotros que tenemos niños a nuestro cargo hacerles la vida lo más placentera, y también disciplinada, para que cuando sean adultos puedan recordar su niñez como un tiempo gratificante.