Guatemala
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Poder, Constitución y prensa

En la historia de la humanidad y por ende desde nuestra necesidad de agruparnos para defendernos y sobrevivir en un entorno competitivo, quienes ejercieron el poder lo hicieron de forma brutal y sin límites. Pasaron siglos para que la humanidad, motivada en la búsqueda lógica de la razón, pusiera sus esfuerzos por conseguir algo que en un principio solo existía en teoría: la racionalización del poder.

El poder confiado a un grupo o a una persona para gobernar y protegernos, si deja de ser racional se convierte en una droga adictiva para quien lo porta y en un lastre para quienes lo soportan. Así como es natural tener y gozar de derechos sin que ninguna ley nos lo diga, también el ser humano abusará del poder siempre que pueda y lo dejen.

Aceptar nuestro encanto por el abuso del poder, por el transcurso de los años y tras las frustraciones de millones de personas víctimas de poder sin límites, se establecieron, poco a poco, reglas para limitarlo, lo cual en un principio por naturaleza fue un contrasentido porque quienes ejercían la autoridad dictaban las leyes sin parámetro que respetar.

Las democracias modernas más sobresalientes como lo son la inglesa, la francesa y la de Estados Unidos nos mostraron a occidente el camino para limitar el poder y asegurar nuestros derechos. Los ingleses primero con la creación del Parlamento y de las reglas para limitar al propio Rey y luego los Estados Unidos y Francia con sus respectivas revoluciones, establecieron pautas universales y válidas, una de ellas es que existe una ley llamada Constitución, creada por un poder encima del ejercido por los gobiernos habituales y con varias funciones. La primera es limitar el ejercicio de la autoridad pública y segundo, asegurar nuestros derechos y para ello la prensa libre juega un papel clave para que los habitantes sepamos lo que ocurre y nos protejamos.

La mayoría de Centroamérica sufre un retroceso al respeto, por parte del poder público, a los más elementales límites de poder. Los gobiernos hablan de libertad, pero se enfurecen cuando ese derecho se ejerce de forma molesta a sus intereses y persiguen la libertad de expresión y de prensa.

En el diario español El País, el domingo recién pasado, aparecieron los testimonios de un periodista anónimo nicaragüense, quien relata su calvario por informar y por ello calla su nombre; Julia Gavarrete de El Salvador cuenta cómo se hace periodismo (y se vive) bajo persecución constante, siendo el caso salvadoreño complejo porque buena parte de la población aprueba medidas represivas bukelianas, y por último Juan Luis Font quien se vio obligado a salir de Guatemala por los montajes de casos que ahora se hacen desde el Ministerio Público y el Organismo Judicial para acallarlo y complacer a los grupos de poder.

El testimonio de Juan Luis Font nos hace un llamado a cualquiera que ame la libertad y es mensaje para todo aquel joven que anhela un futuro mejor como consecuencia de un estudio y trabajo honrado. La voz de Font, la prisión de Laparra y Zamora, por decisiones de cortes con períodos extemporáneos, así como el exilio y “muerte civil” de varios operadores de justicia nos advierte con intensidad cómo debemos aprender de la historia. A menos de un mes para “elegir” dentro de quienes nos dejaron, razonemos quién asegurará expresarnos, protestar, disentir y vivir en libertad.

No debemos conformamos con democracias de fachada y sobre todo cuando a la prensa se le persigue. Cuando eso sucede, en cualquier parte del mundo, el poder se ejercerá sin límites porque el primer coto para frenar el atropello es una sociedad enterada y consciente.