Recientemente la Secretaría de la Organización Mundial del Comercio (OMC), publicó un informe conforme al mandato de los ministros de la pasada Duodécima Conferencia Ministerial de la Organización, el documento trata sobre los retos y oportunidades de los efectos de la pospandemia para la integración de las pequeñas economías en la etapa posterior a la covid-19.
La elaboración de este documento fue discutido y acordado en el Comité de Comercio y Desarrollo en Sesión Específica sobre las Pequeñas Economías. Son 31 los países que conforman el Grupo de Pequeñas Economías y Vulnerables en la OMC, Guatemala forma parte de este grupo. En general el documento reconoce que las economías pequeñas y vulnerables es un Grupo heterogéneo de países situados en diversas regiones del mundo y tienen una dotación de recursos diferente. Algunas economías producen productos agropecuarios, combustibles y minerales, mientras que otras exportan manufacturas, en particular prendas de vestir y textiles, afirma el estudio.
Entre las características que el estudio señala, es que, las exportaciones de mercancías del grupo de economías pequeñas y vulnerables consisten principalmente en productos primarios, los cuales representaron el 59.7% de las exportaciones del grupo en el 2019, proporción que se mantuvo relativamente estable. Los principales productos exportados fueron los combustibles (22.3%), los productos alimenticios (27.2%) y los minerales (7.3%). Las manufacturas representaron la mayor parte de las importaciones (61.4% en el 2019).
De acuerdo con el estudio a lo largo de los años, la participación de las pequeñas economías en el comercio mundial de bienes intermedios distintos de los combustibles se ha mantenido estancada en tan solo un 0.6% en el caso de las exportaciones y un 0.9% en el de las importaciones. Esa situación indica una escasa integración como grupo en las cadenas de valor. El oro, los minerales de cobre, el café y los minerales de hierro fueron los principales productos intermedios exportados.
La pandemia y el conflicto en Ucrania han puesto de manifiesto la fragilidad del sistema mundial de alimentos, que se ha hecho sentir especialmente a este grupo, dada su dependencia de la importación de alimentos. El cambio climático podría acentuar aún más esas vulnerabilidades, pues hará que aumente la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, olas de calor o inundaciones.
La digitalización, que se aceleró debido a la pandemia de covid-19, es fundamental para mantener la competitividad internacional. Aunque el uso de internet en las economías pequeñas aumentó, la infraestructura digital seguía siendo precaria. Una tendencia importante que está surgiendo en el sector de la externalización es la evolución hacia la automatización y los servicios con mayor valor añadido. El perfeccionamiento de la mano de obra podría reforzar la posición de las economías pequeñas en las cadenas de valor regionales y mundiales. Además, las economías pequeñas tienen que adoptar medidas para garantizar un desarrollo digital inclusivo en sus propios territorios.
En conclusión, a pesar de la gran diversidad de retos que enfrentan las pequeñas economías, no obstante, comparten muchos elementos comunes. La mayoría de ellas tienen pequeños mercados internos y escasas bases de recursos, dependen en gran medida del comercio y son vulnerables a los desastres naturales, también tienen elevados costos del transporte y las comunicaciones debido a la distancia con respecto a los mercados internacionales, por lo que estas características tienen importantes repercusiones para la estructura económica y los resultados comerciales, lo que plantea desafíos y oportunidades singulares, en particular tras la pandemia de covid-19, manifiesta el documento.
