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Violencia raizal

Esta marca de nacimiento, basada en la fuerza, no se ha extinguido y ello explica que armare y usar la fuerza para resolver problemas de todo tipo ya sean familiares, comunales o internacionales (...)

La proto-nación estadounidense situada en el Este, en aquellas primigenias colonias, inició su tránsito por la historia estableciendo las bases de su condición particular, previa a la separación de su metrópoli inglesa. Esa diferenciación se fue madurando en lucha contra dos presencias rivales:

La francesa y la de los amerindios estructurados en una avanzada forma de organización cuasi estatal: La confederación iroquesa. Los iroqueses variaban sus alianzas contra la presencia colonial extranjera, unas veces se apoyaban en los franceses y otras en los ingleses, pero la diferenciada presencia de anglófonos que ya rechazaban a los ingleses siempre marcó un trato diferente que rehuía las alianzas con las patrias nativas.

Aquel periodo de la historia fue marcado por la reivindicación del uso de la fuerza de las armas como legitimadora de las alegaciones de unos y otros; eso sí, la venta de armas a los indios se consideró como una transgresión de la regla de tratos entre los civilizados europeos. De lo anterior se explica que el derecho a armarse se introduzca tempranamente en la legislación de la naciente república estadounidense en su segunda enmienda.

Después que el desesperado y casi mendicante Napoleón decidiera vender el vasto territorio de la Luisiana francesa a la naciente república estadounidense para financiar sus interminables guerras cambiaron las tornas de la política de fuerza del nuevo país; ya los iroqueses se encontraban controlados en sus magras reservas y lo necesario era someter a las poblaciones amerindias de los nuevos territorios y llegar hasta los tierras mexicanas sometiendo a sus habitantes indígenas sí, pero de nacionalidad mexicana, a la expropiación de sus territorios mediante la fuerza. Para ello contaban con el respaldo de aquella segunda enmienda que autoriza al ciudadano de a pie para armarse y hacer uso de la fuerza.

Esta marca de nacimiento, basada en la fuerza, no se ha extinguido y ello explica que armare y usar la fuerza para resolver problemas de todo tipo ya sean familiares, comunales o internacionales sea la marca distintiva del modo de vida estadunidense, legitimada por su propia constitución.

¿Podrá resolverse esto sin arrancar las raíces mismas de un Estado construido por la violencia y la iniquidad? Si estuviéramos en tiempo de Roma sonaría la voz potente de Catilina: ¡Delenda Cartago!

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