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Apuntes sobre inversión pública: lo que falta en el PNISC de Lima y Callao

A principios de abril de 2023 es de conocimiento público que la pandemia de la Covid-19 golpeó a todas las economías emergentes a nivel mundial; esto, más allá del grado de informalidad y dependencia del sector primario de cada una de estas. Dada esta coyuntura, resulta redundante decir que las medidas orientadas a relanzar el crecimiento económico no solo deberían incluir las conocidas recetas ortodoxas de reanimación y transición en piloto automático hacia la tan esperada trayectoria de inversión privada. En este contexto, debe ser la suficiente asignación intertemporal de inversión pública la que debe permitir que la inversión privada levante vuelo. Y cuando exista necesidad de algún complemento de este estilo, es pertinente hacerlo notar.

Cabe señalar lo último, pues, al cuarto mes de 2023, acciones de política económica, tales como la venta de commodities, el apalancamiento gubernamental a las Pymes, el otorgamiento de bonos sociales, el empleo micro temporal, la digitalización de operaciones rutinarias-repetitivas, la promesa y comunicado de liberación de interferencias y destrabes en obras paralizadas, así como la atención asistencial de Punche Perú regional, todas ellas ejecutadas o anunciadas, todas estas ya internalizadas en la toma de decisiones de los agentes económicos, en conjunto, lo que conseguirán indefectiblemente es hacer converger a la economía peruana hacia la senda de las tablas en materia de reactivación económica.

Tanto en lo que respecta al corto plazo (1-2 años) como la ausencia de crecimiento económico en el horizonte del mediano/largo plazo (10-20 años), ya que el sector empresarial ha hecho suyas las oportunidades empresariales y las decisiones, por ende, ya han sido tomadas. Lo que implica que lo que se espera es el evento “exógeno”. Es decir, las condiciones mínimas desde la cosa pública que produzcan la disrupción positiva de negocios para generar esos excedentes potenciales que serán disputados competitivamente por los agentes económicos. Se requiere pues de un anuncio de política sectorial que dé en el blanco para desencadenar lo anterior.

El proyecto por excelencia, no está demás señalar, que cumple la condición para ser el faro de la inversión pública es nada menos que la Línea 4 del Metro de Lima. Desafortunadamente, esta solución ha sido retirada del Programa Multianual de Inversiones 2023-2025, privándonos así de un proyecto referencial en lo que concierne al rol que puede jugar la inversión pública a la hora de estimular la dinámica de nuestra economía. La tarea de revisar otros documentos guía sobre inversión pública con miras a evaluar si aún queda un proyecto sustituto perfecto, uno que satisfaga las condiciones necesaria y suficiente para compensar la ausencia del de la Línea 4 del Metro de Lima, se impone.

Habiendo transcurrido 43 meses desde la aprobación del Plan Nacional de Infraestructura para la Competitividad (PNIC) y 5 meses desde el del Plan Nacional de Infraestructura Sostenible para la Competitividad (PNISC), mediante los Decretos Supremos N°238-2019-EF y N°242-2022-EF respectivamente, se identifican tres tendencias al horizonte de 2038. La primera, perdurará la deficiente atención a 12 millones de personas en transporte urbano. La segunda, persistirán los efectos del paradigma secuencial en financiar inversión pública por parte del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Y la tercera, la economía peruana no se alineará a la transición energética mundial, signada esta última por la electro-movilidad, y por lo tanto no incorporará el stock de capital suficiente a fin de brindar condiciones de productividad a la masa laboral y de relocalización a la mano obra desplazada.

Lo anterior no tendría por qué suceder, pues, un proyecto como el de la Línea 4 del Metro de Lima trae consigo la recuperación de miles de puestos de trabajo tanto a nivel de mano de obra calificada como el de la mano de obra no calificada, directa e indirectamente a lo largo del área de influencia del proyecto. Es decir, un empleo persistente en el tiempo (antes-durante-después) de la construcción de la obra de ingeniería. Algo que que no es otra cosa que la traducción del hecho que un proyecto de esta índole, tan solo para empezar, es intensivo en mano de obra, al tiempo que permite continuar con la beneficiosa transferencia tecnológica y la relocalización optima de mano de obra del actual modelo de transporte urbano.

No solo eso, la ejecución de un proyecto como el de la Línea 4 del Metro de Lima requiere personal técnico en materia de supervisión y mantenimiento, exige que se prosiga la reforma del transporte e impulsa políticas de reordenamiento territorial (interferencias), además de generar señales positivas en dirección al empresariado local y financistas internacionales al establecer un Plan de Trabajo (obra emblemática), evitando que los estudios existentes se desfasen. Todo lo anterior, incrementando la sinergia de la red de líneas de metro y permitiendo evadir la casuística de la adenda, manía empresarial en las Alianzas Público privadas, las archiconocidas APP’s.

Sin olvidar de destacar que las negociaciones con las distintas embajadas ya están avanzadas (a sola adjudicación), y que se aplicaría el Decreto de Urgencia N021-2020, conviene también señalar que el 6 de junio de 2022, en el diario Gestión se sostuvo lo siguiente: «Según un estudio de DEE Consultores (Consultores en Decisiones Estratégicas), la Línea 3 traerá beneficios sociales de S/38.501 millones, mientras que la Línea 4 generará otros S/11.631 millones. Estos cálculos incluyen el ahorro en tiempo de viaje, el ahorro en costo de operación vehicular, el ahorro en reducción de flota, el ahorro en mantenimiento de vías y la reducción de accidentes. También consideran beneficios indirectos como la reducción del CO2 y el incremento del valor de los predios colindantes a las vías.» «Y la interrelación directa con el portafolio actual y potencial del sector Inmobiliario que trae consigo la gentrificación impulsada por las municipalidades», se podría añadir.

A esta altura es importante puntualizar que la principal oposición se encuentra en el Comunicado N°02-2021-CF, publicado por el órgano consultivo del MEF, el Consejo Fiscal. En este documento se cuestiona que ambas líneas del Metro de Lima sean ejecutadas vía la modalidad de Gobierno a Gobierno, aduciendo que al tratarse de una alternativa eficaz no habría caja fiscal futura para afrontar las obligaciones contractuales. No obstante, detrás de esta media verdad técnica se halla el «favoritismo» para que las obras se ejecuten a través de la modalidad de Asociación Pública-Privada; es decir una APP más. Se critica al Poder Ejecutivo de no contar con una “locomotora” que impulse las expectativas económicas actuales y futuras a favor del crecimiento económico, nada más lejos de la verdad, pues solo basta recordar que al menos una de las líneas 3 y 4 aporta aproximadamente de manera directa un 1% al PBI, y otro punto porcentual de forma indirecta.

La principal oposición se encuentra en el Comunicado N°02-2021-CF, publicado por el órgano consultivo del MEF, el Consejo Fiscal. Ahí se observa que ambas Líneas del Metro de Lima sean ejecutadas vía la modalidad de Gobierno a Gobierno, ya que como es una alternativa eficaz no habría caja fiscal futura para afrontar las obligaciones contractuales. Sin embargo, debajo de una media verdad técnica se esconde el “favoritismo” para que las obras salgan a través de la modalidad de Asociación Pública-Privada. Hoy se critica al Poder Ejecutivo que no tiene una “locomotora” que estimule las expectativas económicas actuales y futuras a favor del crecimiento económico. Solo hay que recordar que al menos una de las líneas 3 y 4 aporta aproximadamente de manera directa un 1% al PBI, y otro punto porcentual de forma indirecta.

El argumento ortodoxo de temer al incremento del desequilibrio fiscal como porcentaje del PBI, en estos momentos, no tiene ningún asidero dado que solo el proyecto de la Línea 4 del Metro de Lima genera un arrastre y efecto multiplicador importante en la dinámica de corto y mediano plazos en las variables de empleo, insumos, bienes de capital y productividad del sector público como parte del crecimiento económico. Si el máximo temor o rechazo por parte del MEF es el «acelerado» desembolso, la ejecución en un entorno de Asociación Pública-Privada (APP), con la actual reglamentación que incorpora figuras organizativas del PMO (en inglés: Project Management Office), mesa de resolución de disputas y trabajo colaborativo, es la mejor salida para hacer realidad la Línea 4 del Metro de Lima.