En estos tiempos de redes sociales, las imágenes se lanzan y reproducen con resultados difícilmente previsibles. Algo de esto ha sucedido con unos vídeos que muestran la manipulación de la que son víctimas algunos de nuestros estudiantes. Uno de ellos muestra a pequeños escolares desfilando al compás de una marcha que, por lo que se sabe, ha sido preparada por conjuntos musicales de Puno y que los niños reproducen dirigidos por sus profesores. En ella hay una abierta acusación de homicidios contra la presidenta de la república. Lo que puedan pensar los adultos, cierto o equivocado, ¿debe ser repetido por unos pequeños que no pasan de los diez años? ¿A quién se le puede haber ocurrido semejante despropósito? ¿Acaso no es eso una grosera utilización de nuestros niños?
El otro vídeo muestra a una adolescente haciendo una exposición sobre “La violencia política en nuestro Perú” en un plantel no determinado. El relato casi mecánico de los sucesos evidencia un enfoque tendencioso de lo ocurrido en la historia reciente del país, además de una evidente memorización de los datos con un perverso entretejido de hechos políticos con alusiones religiosas introducidas sesgadamente.
Esta transmisión de “antivalores” no debe pasar desapercibida y son los padres de familia quienes debieran ser los primeros en preocuparse, salvo que avalen la utilización de sus hijos.
Esta situación reactualiza –con procedimientos diferentes- las prácticas de Sendero Luminoso y sus remanentes con los niños “reclutados”. Resulta repudiable esta forma de adoctrinamiento implícito a quienes están en proceso formativo, merecedores de protección y respeto.
