Peru
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Si no hay solución la lucha continúa...

El reinicio de la movilización popular el 19 de julio y que continua los siguientes días, si bien es cierto no tiene la amplitud de diciembre y enero pasados, muestra que si no hay solución la lucha continua.

El gobierno ha tratado de minimizar las dimensiones de las movilizaciones mediante información parcial y tergiversada emitida por el ministro del Interior y el comando de la policía nacional y, posteriormente, por la declaraciones de la presidenta sobre que la marcha fue pacífica y su llamado al diálogo frente a la evidencia.

La estrategia del terruqueo mediante el sicosocial de la declaraciones de la supuesta camarada Vilma sobre la toma de Lima y los intentos del bloqueo del ingreso a Lima de las delegaciones de provincia ha sido un fracaso total. La amenaza de “más muertos” de la presidenta para infundir temor, tampoco funcionó.

Centralismo y toma de Lima

Uno de los “argumentos” del gobierno y de los sectores que lo apoyan enfatizan que no hubo tal “toma de Lima”, consigna que hoy tienen retractores, algunos señalan que era una consigna de SL, otros que llama a la violencia en tanto sería una consigna para la ocupación de Lima como lo hizo Francisco Pizarro para fundarla o el libertador José de San Martín posteriormente para libertarla.

Los cierto es que la consigna surge del interior del país, cuando los provincianos deciden venir a la capital, el centro del poder político y económico a protestar contra el régimen político, gobierno y parlamento, que no los representa y que actúa en contra de ellos. Venir a la capital a protestar en sus calles simboliza su lucha contra el centralismo que succiona la riqueza producida en las regiones y que no es devuelta en la misma dimensión.

Como la capital no los escucha por estar alejados del centro del poder político y económico vienen a Lima a gritarle su descontento y exigirles que se vayan todos porque la mayoría de los peruanos no los quiere. Pero el gobierno y el parlamento hacen de oídos sordos, los trata de ignorar, los terruquea y usa la policía para apalearlos y gasearlos.

En realidad, la capital ya fue tomada por los provincianos el siglo pasado cuando en la década de los 40 empezó la gran migración hacia la capital y comenzó a formarse las barriadas que luego con el gobierno militar de Juan Velasco pasó a denominarlos 1 Sociólogo, profesor de la UNMSM, presidente del Instituto Gobernancia y director del programa de radio PERÚ 2030. PERÚ 2030 “pueblos jóvenes” y que dio lugar a lo que hoy son los grandes distritos más poblados de la capital.

Este fenómeno está bien registrado en 1984, cuando José Matos Mar publica su libro “Desborde popular y crisis del Estado”, donde da cuenta que la migración andina registrada en las capitales costeñas desde 1950 había formado un nuevo tipo de sociedad a la que el Estado debía responder con una reestructuración completa si quería asegurar condiciones de gobernabilidad y desarrollo en el futuro.

Éxito o derrota

Una primera constatación del reinicio de las marchas populares es la desigual dimensión por departamentos, hubo aquellos en donde la movilización paralizó efectivamente todas las actividades como es el caso de Arequipa y Huancavelica. En otros solo hubo movilizaciones de manera ordenada y pacífica sin que se realice el paro. Respecto del volumen de manifestantes hay diversas cifras, desde las mínimas del Ministerio del Interior que publicó un cuadrito preparado, como las del sociólogo experto en protestas Omar Coronel que calculó que solo en Lima se movilizaron 20 mil personas.

Otra novedad es que el movimiento universitario también se sumó a las movilizaciones a diferencia de periodos anteriores. Lo otro que hay que tener en cuenta es quienes se movilizan, en su mayoría son sectores sociales que muestran el nuevo tejido social que ha surgido en las últimas décadas. En particular están los trabajadores de los conglomerados comerciales y sectores medios. En los casos de las movilizaciones de diciembre y enero fue importante las comunidades campesinas que se autoorganizaron y designaron sus delegaciones para venir a Lima.

Desde el punto de la derecha y sus voceros mediáticos, así como el gobierno la movilización que se desplegó a partir del 19 de julio ha sido un fracaso. Desde el punto de vista de los sectores opositores al gobierno es un éxito por el mismo hecho de haberse reiniciado las protestas que supuestamente había sido doblegadas o “pacificadas” por la represión gubernamental. También, el hecho que otros sectores y representantes de la cultura y los medios se hayan plegados a la consigna que se vayan todos.

Sin liderazgo

Se ha reiterado el dicho que en el actual proceso de movilizaciones no existe liderazgo y que esto es un problema que juega en contra de su eficacia. No hay con quien dialogar dicen para ponerse de acuerdo. El problema es que los partidos políticos que supuestamente deberían encabezar la conducción no lo están haciendo. Se olvida que la crisis de representación política, en la que están envueltos todos, no lo permite.

Para los que plantean la necesidad de diálogo todavía no entienden que no hay nada que dialogar. ¿Es dialogable la renuncia del Dina o la convocatoria a elecciones generales? ¿Es dialogable que se vayan todos?

Por otro lado, los gremios tradicionales que antes encabezan las luchas tampoco lo están haciendo, muchos de ellos están fraccionados internamente como son las centrales sindicales, llámese Sutep o CGTP. Han perdido representación aunque han hecho el esfuerzo de plegarse a la movilizaciones para estar en la foto.

Hay un proceso en la sociedad de “desclasamiento”, los modelos de clases sociales del siglo pasado se han diluido y hoy tenemos otra clase de trabajadores, tanto en el campo como en la ciudad. Por ejemplo, hay cerca de 9 millones de trabajadores emprendedores o microempresarios que crean su propio trabajo. Hay nuevos tipos de trabajadores.

Estamos frente proceso de constitución de un liderazgo colectivo. Las organizaciones sociales que se han venido constituyendo están generando formas organizativas que exigen una mayor participación en las decisiones públicas. Se organizan frente a un Estado que no las reconocen ni resuelven sus problemas, más aún son agredidas diariamente por un Estado indolente. Se ha generado en sentimiento de frustración y resentimiento que se viene acumulado y que busca canales de desfogue muy peligrosos para el sistema político.

¿Qué hacer?

Hay un tiempo de maduración, la chicha social esta fermentando y va generando sus propios nuevos liderazgos que se van fraguando con las luchas y nuevas formas de organización social.

Los modelos organizacionales y las formas de luchas del siglo pasado ya no sirven frente a la nueva situación política y social. Por ello, la agenda nacional es:

1. Continuar con las movilizaciones, acumulando fuerzas que canalice el descontento del más de 80% del país que quiere que se vayan todos y se realicen nuevas elecciones generales.

2. Fortalecer las nuevas formas organizativas de centralización de la conducción de la oposición al gobierno que se expresa en los comando unitarios de lucha tanto a nivel departamental como nacional. Es necesario fortalecer estas organización de dirección colectiva.

3. Contribuir al desarrollo de la prensa independiente a la prensa concentrada. Los avances en esta dirección están dando buenos resultados frente al silencio, ocultamiento o tergiversación de la información.

4. Persistir en la defensa de la democracia y el estado de derecho, en especial con las movilizaciones que evidencian el desgaste político del gobierno y el parlamento.

5. Apostar por la construcción de partidos democráticos y representativos frente al fracaso de los partidos que están en el parlamento y los que pretende reciclarse sin cambiar nada.

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