Venezuela
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Dialogar con ladrones

Recuperar mas de tres mil millones de dólares del total que le ha sido secuestrado al país por la maquinaria de dominación del imperio norteamericano y sus aliados (eso que eufemística y pretensiosamente ahora llaman “occidente”), no puede ser ninguna otra cosa sino un inmenso triunfo de la Revolución Bolivariana en su tortuoso batallar por asegurar el bienestar y la protección de las venezolanas y los venezolanos en medio del brutal asedio del cual ha sido víctima la nación entera por el solo empeño de una derecha pendenciera que no se cansa de buscar hacerle daño a Venezuela con el cuento de una lucha por la libertad que no es mas que una lucha por hacerse del poder a como dé lugar.

Que la recuperación de esa cuantiosa suma de dinero, que arbitraria e ilegalmente le fue sustraída al erario nacional por quienes se han erigido desde siempre y de la manera más ilegítima en supuestos depositarios de la voluntad popular venezolana, (porque jamás han logrado demostrar una mayoría que solo existe en su verborrea contrarrevolucionaria; el eterno 95% del que hablan pero que no logran nunca en las urnas electorales, ni en las calles, y ni siquiera en sus propias encuestas), surja de una mesa de diálogo con apenas unos seis o siete representantes de esa insustancial e imaginaria mayoría, solo demuestra que el gobierno no está interactuando en esa mesa con un liderazgo político que verdaderamente responda a las necesidades del un sector del pueblo venezolano, sino con un grupo de mafiosos que opera bajo la lógica de la narco-política. Es decir, comprando con dineros producto del delito ese reconocimiento político que no logran obtener jamás por las vías democráticas.

Por eso, esa convocatoria que persistentemente ha hecho el presidente Maduro por establecer el diálogo con esos sectores violentos de la oposición, otorgándoles generosamente un rango de fuerza política importante mas allá del que en realidad les corresponde, debe entenderse como el que quizás venga a ser el más inédito esfuerzo de amplitud y de inclusión política que jamás se haya producido en el país.

Un gesto que, independientemente del carácter hamponil de ese grupo que se pretende sector político, demuestra la cualidad profundamente tolerante del gobierno bolivariano.